Características de las personas impulsivas
¿Hasta qué punto somos capaces de controlar nuestro lado más emocional y pasional? La mayoría de los seres humanos son capaces de dominar sus impulsos, dado que la experiencia y el aprendizaje nos enseñan que sacrificarlo todo por satisfacer una necesidad inmediatamente no suele compensar. Sin embargo, en algunos casos esto sólo es aprendido a medias. Y es que hay una gran cantidad de personas impulsivas, gente con serias dificultades a la hora de confrontar esta clase de deseos.
Hay varias teorías que tratan de dar una explicación al fenómeno de la impulsividad. Una de las primeras y más recordadas, por ejemplo, es la de Sigmund Freud, según la cual la impulsividad es la plasmación de la fuerza que el Ello tiene sobre el Yo y el Superyó. Sin embargo, hoy la explicación más aceptada es que la impulsividad es consecuencia de un sistema ejecutivo poco desarrollado. El sistema ejecutivo es el conjunto de redes neuronales que intervienen en la gestión de la atención y en el establecimiento de objetivos. Mientras que para las metas a corto plazo es suficiente con las influencias del sistema límbico, las que son a largo plazo dependen de procesos de razonamiento abstracto que a veces no tienen la fuerza suficiente como para hacer que se postergue la satisfacción de una necesidad.
Entre los rasgos, los hábitos y las propensiones de las personas impulsivas destacan las siguientes:
- No toleran bien la espera
Uno de los rasgos psicológicos más importantes es la capacidad de la demora de la gratificación, que tiene que ver con cuál es nuestro límite a la hora de abstenernos de disfrutar en el presente para poder disfrutar más en el futuro. Se trata de una característica que está ausente en niños y niñas de pocos años de edad pero que, a medida que crecemos, va siendo mejorada. Las personas impulsivas suelen tener una capacidad de demora de la gratificación mayor que los pequeños, pero relativamente baja para ser adultos. Esto se nota en su propensión a gestionar su dinero, consumir alimentos e incluso de relacionarse con otras personas (muchas veces debemos hacer sacrificios para mejorar nuestra inserción social).
- Tendencia a las compras impulsivas
Todo el marketing en general tiene como objetivo dar salida comercial a productos o servicios haciendo que se cumplan unas condiciones para que lo que se ofrece esté disponible y sea irresistible. Las personas impulsivas son inusualmente fáciles de convencer para pagar por algo en lo que ni siquiera pensaban al iniciar su ronda de compras. Algo tan sencillo como un packaging adecuado o un eslogan pegadizo puede ser suficiente para hacerlas pasar a la acción. Lo mismo ocurre con las “ofertas de ocasión”, ya que añaden un motivo para comprar en el momento sin pensárselo mucho.
- Caen en la procrastinación
Procrastinar es el hábito de dejar para otro día lo que debería ser hecho en el presente (o incluso en el pasado, y aún no se ha hecho). Es decir, postergar constantemente una obligación o responsabilidad. Normalmente, esto va de la mano de una sensación de pérdida de control, como si una fuerza misteriosa nos empujase a no realizar una tarea a pesar de que racionalmente sabemos que deberíamos hacerla ahora. En muchos casos, esta acción es racionalizada al cabo de un tiempo, creando un argumento pseudo-racional que permite sentirnos mejor con nosotros mismos. Las personas impulsivas son notables procrastinadoras, y por eso es muy frecuente que no cumplan con sus compromisos dentro de los plazos pactados, por un lado, o que lo hagan mal, a causa de una mala gestión del tiempo.
- Muestran conductas compensatorias
El hecho de ceder constantemente a la impulsividad hace que a los problemas que ya de por sí nos presenta la vida, se le añadan más. Ante las situaciones de frustración, las personas impulsivas muestran una mayor tendencia a caer en las conductas compensatorias. Este tipo de acciones son una manera de liberar la ansiedad de un modo irreflexivo, automático e inmediato. Por ejemplo, tocarse mucho el pelo, caminar en círculos, o, típicamente, comer. Y es que las visitan no planificadas a la cocina son un hábito que marca el día a día de las personas impulsivas. La posibilidad de “distraerse” consumiendo productos dulces o con muchos carbohidratos resulta muy seductora para quien siente ansiedad y estrés pero no encuentra la manera de terminar con la fuente de este estado, ya que eso conllevaría cumplir metas a medio o largo plazo.
- Son propensas al enojo
Los conflictos en los que es fácil que nuestras emociones de ira se expresen son una trampa para las personas impulsivas, ya que les cuesta mantener una actitud constructiva que permita transformar el conflicto en un encaje entre posiciones con intereses propios. Dicho de otro modo, caen en el enojo de manera muy fácil. Eso significa que en un conflicto la parte no impulsiva parte desde una situación de ventaja, ya que su rango de posibles reacciones es mayor y, a la vez, puede predecir mejor el comportamiento de quien se caracteriza por su impulsividad. Por supuesto, otra de las implicaciones de esto es que las personas impulsivas son malas mediando en discusiones, dado que fácilmente se posicionarán en contra de alguien.