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¿Cuál es tu estilo de vinculo afectivo?

El ser humano alberga una necesidad biológica orientada a la formación de los vínculos afectivos ya que, entre otras funciones, cumplen la de aportar seguridad a nivel psicológico. Así, las relaciones de pareja constituyen, en la edad adulta, uno de los vínculos que proporcionan mayor sensación de protección y equilibrio emocional.

Pero, ¿de qué depende la calidad de los vínculos afectivo en la pareja?

Hasta mediados de los años 80, con las investigaciones de Hazan, Shaver y Bradshaw, no se alcanzaron teorías sólidas sobre los estilos afectivos adultos. Los resultados indicaron que los vínculos amorosos vendrían determinados por diferentes estilos de apego, cuyo objetivo es buscar protección y seguridad emocional. Así, la calidad del vínculo de apego dependería de las estrategias que nos fueron útiles en la infancia para lograr esta sensación seguridad con nuestros padres o cuidadores.

Hasta la fecha, se han identificado cuatro estilos de apego que influyen de forma determinante en la dinámica de las relaciones de pareja y los vínculos afectivos que se establecen con el resto de personas:

Vínculo afectivo de apego seguro

Las personas que establecen un vínculo con su pareja a través del tipo de apego seguro son autónomos en diferentes áreas de su vida y se sienten seguras porque confían en sí mismas y en la respuesta positiva de los demás. Las personas seguras no desconfían de sus «figuras de apego» (padres, amigos, pareja),  cuentan con la certeza de que les ayudarán cuando lo necesiten.

Así, las características de los vínculos afectivo de apego seguro fundamentales son:

Vínculo afectivo de apego preocupado

También denominado ambivalente o dependiente, se caracteriza por sentir inseguridad respecto a la disponibilidad de las figuras de apego, en este caso de la pareja.  La persona preocupada desarrolla un estado de ansiedad e ineficacia que le hace sentir que no es suficientemente querida, por lo que constantemente busca la confirmación de que es amada por la otra persona y, al mismo tiempo, sufre temor al posible rechazo o abandono.

Así, otras de las peculiaridades de este tipo de vínculos afectivos son:

Vínculo afectivo de apego huidizo alejado

Las personas con este estilo de apego mantienen relaciones basadas en la distancia afectiva y frialdad emocional. En las personas huidizas alejadas, la aparente autosuficiencia emocional actúa como mecanismo de defensa ante el posible rechazo que pudieran experimentar.

Las características de las personas que presentan estos tipos de vínculos afectivos son:

Vínculo afectivo de apego huidizo temeroso

Las personas que establecen un vínculo afectivo a través de un tipo de apego huidizo temeroso también funcionan con un modelo mental negativo hacia sí mismos y hacia los demás, falta de asertividad, baja confianza y autoconcepto, además de un potente miedo al rechazo. La diferencia con el tipo huidizo alejado reside en que los temerosos obtienen su fuente de seguridad a través de la aprobación de los demás.

Cumplen con los siguientes patrones en sus relaciones:

Vínculo afectivo de apego desorganizado

Este estilo de apego tiene su origen en una infancia de maltrato o abusos en la que los cuidadores representaban al mismo tiempo una figura de temor o malestar por lo que los niños no podían recurrir a ellos como fuente de apoyo y/o seguridad. El patrón de sistema de apego desorganizado es el más disfuncional porque las personas buscan cercanía física al mismo tiempo que distancia mental, lo que causa gran desorientación, además de condicionar su valía a través de acciones defensivas basadas en una extrema necesidad de agradar y cuidar a otros de forma controladora, la incapacidad para valorar las situaciones consideradas amenazantes, estrés y aumento de cortisol.

Cambiar el modo de relacionarnos

En este sentido, los estilos de apego inseguro se han instaurado cuando en la infancia, la búsqueda de proximidad no se ha resuelto y se han utilizado otras estrategias para conseguirla. En el adulto, estos sistemas se mantendrían en el tiempo por la resistencia al cambio de los modelos mentales de relación.  Es decir, estas creencias rígidas sobre las relaciones ya conforman la personalidad y el concepto de uno mismo.

Asimismo, los patrones de relación se automatizan, activando la conducta repetitiva de forma inconsciente y filtrando todos los indicios que no los sustentan. Una solución consistiría en ser consciente de cuál de estos modelos de relación o vínculos afectivos se está fomentando para poder revisarlo y valorar si sigue siendo válido para nuestro bienestar. Es muy importante practicar la flexibilidad mental y fortalecer la confianza en uno mismo y los demás, además de admitir la posibilidad de relacionarse con la pareja de una manera más segura, relajada y placentera.

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