Personalidad,  Psicología General

¿Cuáles son los rasgos que tienen las personas con buena inteligencia emocional?

Nuestras vidas están formadas por hábitos y rutinas. Lo que hacemos, los hechos, define lo que somos y, hasta cierto punto, si cambiamos nuestra manera de vivir el día a día también nos estamos cambiando a nosotros mismos. Nuestros hábitos tienen poder transformador, y esto también puede ser aplicable a la inteligencia emocional. La idea en sí de lo que es la inteligencia emocional deja entrever que esta puede ser entrenada a través de rutinas.

Si la inteligencia emocional es, en definitiva, nuestra capacidad para gestionar las emociones de manera exitosa, y hacemos que el modo en el que aparecen estas emociones varíen, también estaremos transformando en otra cosa el reto que supone enfrentarse a ellas. La inteligencia es una escala de grises, no dos categorías claramente separadas la una de la otra.

¿Cuáles son los rasgos que tienen las personas con buena inteligencia emocional?

  • Aprenden a expresar sus sentimientos de forma clara

La personas con una alta inteligencia emocional saben que gestionar sus propias emociones no significa reprimirlas. Sin embargo, también saben que, cuando se está en compañía de otras personas, hay que tener en cuenta el modo en el que esas interpretan lo que expresamos. El equilibrio es la clave en las interacciones. Por eso, procuran encontrar maneras de revelar con honestidad su estado emocional, sin generar mensajes contradictorios. Esto requiere entrenarse en el modo en el que autoexaminan sus emociones. Estamos hablando de personas sinceras y auténticas.

  • No tienen miedo de conocer nuevas personas

Las personas con alta inteligencia emocional, a pesar de ser más o menos extravertidas, son capaces de abrirse hacia nuevas experiencias. Eso también influye positivamente a su faceta social. Son personas que no tienen miedo a conocer otras personas, aunque puedan provenir de mundos distintos al suyo.

  • Pasan tiempo con las personas con las que conectan mejor

No tienen por qué buscar la compañía de las personas que se parezcan a ellas, pero sí con aquellas con las que encajan mejor. Sin embargo, de vez en cuando salen de su zona de confort para abrirse a nuevas amistades, lo cual les permite saber más acerca de ellas mismas.

  • Buscan aprender cómo son las otras personas

La inteligencia emocional consiste también en no ir con discursos prefabricados sobre cómo son los distintos tipos de emociones.  Es por eso que para hacer uso de esta capacidad es necesario que antes se aprenda sobre el terreno acerca de cómo son estas emociones y cómo se expresan en cada una de las personas que importan, para saber cómo es el mejor modo de relacionarse con ellas.

  • Evitan creer que los demás los quieren perjudicar

No tienen por qué ser confiadas, pero a la vez no creen que los planes o las motivaciones de los demás pasen por perjudicarlas a ellas, como si esto de por si fuese un objetivo buscado. Es por eso que raramente se toman los incidentes como algo personal.

  • Ejercen la autocrítica

Echar la vista atrás y reconocer los errores puede ser tan útil como terapéutico, y por eso la autocrítica es un recurso muy valorado por las personas con alta inteligencia emocional. Esto no solo hará que sea difícil que ciertos conflictos con otras personas queden enquistados, sino que además les permitirá tener una visión más realista y detallada tanto de sus propias capacidades como de las aspiraciones y motivaciones que las mueven. Esto les dota de mejores recursos para superar sus miedos y progresar día a día.

  • Se mantienen siempre a la escucha de sus propias necesidades

Tener una buena inteligencia emocional significa, entre otras cosas, tener claro en todo momento que las necesidades humanas van mucho más allá de las fisiológicas, como la comida o la bebida, y abarcan otras de carácter emocional. Es por eso que las personas con alta inteligencia emocional se habitúan a reflexionar sobre lo que sienten, y que tienen la misma cantidad de necesidades de este tipo que cualquier otra persona. Vigilar esta dimensión de la propia psicología da la posibilidad de ir mejorando a la hora de realizar un diagnóstico sobre los posibles conflictos emocionales que pueden generarse en uno mismo.

  • Se entrenan para identificar bien los sentimientos

De poco sirve monitorizar el estado emocional si no se sabe distinguir un tipo de emoción de otro. Es por eso que aquellas personas que destacan por tener una buena inteligencia emocional se esfuerzan por encontrar las diferencias y similitudes entre aquellos matices emocionales que sienten. Esto lo pueden hacer tanto centrándose en las propias emociones como en las de los demás, o incluso empapándose en obras de ficción en las que los personajes tengan personalidades complejas y una dimensión psicológica bien desarrollada. Además, es necesario que vayan generando un modo propio de designar estas emociones, utilizando para ello palabras que conozcan bien.

  • Luchan por gestionar bien su atención

Tienen presente que en el mundo hay tantas experiencias dolorosas con las cuales, si nos centrásemos solo en ellas, no levantaríamos cabeza. Sin embargo, también saben que ocurre algo parecido con las experiencias felices, de modo que si solo tuviésemos estas últimas en la cabeza, viviríamos en una realidad muy estimulante, aunque muy separada de la realidad. Es por eso que procuran dirigir la atención atendiendo a criterios de utilidad para ellos mismos, y no caen en la trampa de entrar en un bucle de optimismo o de pesimismo que atrape su manera de percibir las cosas. Dicho de otro modo, gobiernan su foco de atención para que este no las gobierne a ellas.

  • Analizan la viabilidad de sus aspiraciones

Aunque en la sociedad capitalista se premie el hecho de asumir riesgos sin pensar prácticamente en las consecuencias de fallar, las personas emocionalmente inteligentes tienden a decidir en qué proyectos volcar su tiempo y sus esfuerzos dependiendo de las posibilidades de éxito esperadas, para no trabajar sobre un marco irreal de expectativas. De este modo, el éxito o el fracaso no les llega tan de golpe como para no poder asimilar su impacto.

  • Buscan formas de automotivarse

Uno de los mejores modos de aprender a reconocer el propio estilo de expresar emociones es experimentar con lo que resulta motivador y lo que no. Además, los resultados de este proceso de aprendizaje se pueden aplicar al instante.

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