Diferencias entre enfermedad mental y trastorno mental
¿Qué diferencias existen entre ambos conceptos? Mientras que las enfermedades mentales tienen un origen orgánico en las estructuras cerebrales y el equilibrio bioquímico del cuerpo, los trastornos mentales se adquieren a través de conductas.
Por otro lado, la enfermedad mental se trata como una condición que implica cambios en el pensamiento o comportamiento, y se asocia con angustia, o problemas de rendimiento social, mientras que en un trastorno, es posible que quien los padece ni siquiera se percate de ello hasta que alguien muy cercano se lo indique. Trastorno no es un término preciso, se usa para señalar la presencia de un comportamiento o de un grupo de síntomas identificables en la práctica clínica, que en la mayoría de los casos se acompañan de malestar o interfieren con la actividad del individuo”. (OMS, 1992, pág. 26).
Algunos ejemplos de enfermedades mentales podrían ser la esquizofrenia y el trastorno bipolar, que se originan en un funcionamiento disfuncional del sistema nervioso.
Los psiquiatras evalúan y tratan a personas que tienen, por ejemplo, trastornos de personalidad y comportamiento, problemas sexuales e interpersonales. Utilizan terapia de conversación, como la terapia cognitivo-conductual.
- Ansiedad.
- Depresión.
- Trastorno de oposición desafiante.
- Trastorno de la conducta.
- Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)
- Síndrome de Gilles de la Tourette.
- Trastorno obsesivo-compulsivo.
- Trastorno por estrés postraumático.
Diferenciarlos es crucial para su tratamiento
Aunque lamentablemente, en la actualidad no exista una cura definitiva para las enfermedades mentales, se han desarrollado tratamientos farmacológicos eficaces que permiten controlar los síntomas asociados. Por ejemplo, una persona con esquizofrenia puede requerir medicación a largo plazo y visitas regulares a un psiquiatra, aunque aún no se haya encontrado una cura permanente. Por otro lado, los trastornos mentales, al ser adquiridos, pueden ser superados.
Es fundamental que, como sociedad, comprendamos este concepto crucial: aunque los trastornos generan malestar significativo, su origen radica en factores emocionales y conductuales, no orgánicos. No son procesos anormales e inevitables que nos obligan a actuar de manera incontrolable.