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El fin de una relación tóxica es complicado

El fin de una relación, tanto por separación como por muerte de uno de los miembros, es una experiencia dolorosa. Sin embargo, el duelo de las relaciones tóxicas, por las características inherentes a este tipo de vínculos, suele complicarse. 

Cuando hablamos de relaciones tóxicas solemos pensar en uniones de pareja; no obstante, cualquier interacción humana puede poseer una dinámica dañina. Así, tanto el fin de una amistad como la muerte de un familiar cercano pueden presentar complicaciones, especialmente si no se había establecido un vínculo sano.

Puede parecer ilógico que resulte más complicado dejar ir a personas que nos han dañado que a quienes nos han brindado su amor. Quienes enfrentan la pérdida de una relación tóxica suelen encontrarse con la incomprensión y el juicio de su entorno, pero para entenderlo es necesario fijar nuestra atención en ciertos factores importantes.

Por lo general, las personas que establecen relaciones tóxicas y permanecen en ellas cuentan con ciertos asuntos emocionales por trabajar. Es común que estos individuos presenten un elevado miedo al rechazo y al abandono, que sean personas inseguras, indecisas y con tendencia a la dependencia emocional.

Aunque de un modo poco saludable, la relación cubre o tapa estas heridas internas y el dependiente centra toda su energía en el otro. Al terminar la relación, se ve obligado a confrontar su propio mundo interno, a devolver toda la atención sobre sí mismo. Así, los temores y heridas propias resurgen con más fuerza, tornando la situación emocionalmente insoportable. Recordemos que en el duelo cada uno somos nuestro principal apoyo y, si estamos heridos de base, no podremos apoyarnos adecuadamente.

Uno de los aspectos que se ve más afectado cuando alguien se involucra en un vínculo tóxico es la autoestima. Este tipo de relaciones en las que se experimenta tanto sufrimiento van minando la confianza en uno mismo. El valor que la persona se otorga a sí misma disminuye a medida que permanece en esa interacción dañina. Así, termina sintiéndose débil, inadecuada e incapaz de salir adelante sin la otra persona.El amor propio es imprescindible para detectar abusos y ponerles fin. Es lo que nos recuerda que somos valiosos y capaces de valernos por nosotros mismos. Es la fuerza que nos impulsa a no tolerar ningún tipo de maltrato, aunque la consecuencia sea la soledad.

En las relaciones tóxicas, el amor propio se encuentra destruido. La persona se infravalora, llegando a pensar que no merece más de lo que está recibiendo. Y, por otro lado, la confianza en sus capacidades está tan disminuida que no se ve capaz de afrontar la ruptura. La base sólida que necesitamos para decir «basta» se ha roto a base de vejaciones continuadas.

Por último, cuando se mantiene una relación sana no suelen quedar asuntos pendientes. Cada uno ha cumplido su rol, aportando afecto, seguridad y comprensión al otro. De este modo, cuando los caminos se separan es más sencillo cerrar el ciclo primando los buenos recuerdos y sentimientos. Por el contrario, en el duelo de las relaciones tóxicas suelen enquistarse emociones como la ira, el resentimiento, la rabia o la decepción. Con frecuencia se tiene la idea de que todo el esfuerzo que se ha hecho y el sufrimiento que se ha soportado debe ser recompensado. Así, se espera que la otra parte en algún momento cambie y nos retribuya toda la entrega. Cuando la relación termina esta esperanza se rompe y surge la ira.

Además, durante el duelo suelen aparecer pensamientos disfuncionales que cuestionan por qué no fuimos suficientes, por qué la otra persona nunca nos quiso o qué pudimos haber hecho para que esto no fuera así. Esto suele conducir a una rumiación que intensifica el malestar y dificulta un afrontamiento efectivo.

Sin embargo, superar el duelo de las relaciones tóxicas no es imposible. Podemos decir que los duelos de una relación se parecen al transcurso de la misma. Así, en vínculos sanos y respetuosos encontraremos duelos igualmente calmos y conscientes. Por otro lado, tras una relación tóxica, el duelo estará cargado del mismo sufrimiento y desesperación que caracterizaron la unión de pareja. Para salir adelante será necesario un trabajo personal profundo que nos permita restablecer los pilares del amor propio y la confianza imprescindibles para sanar y no repetir patrones.

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