Ahora mismo, estamos obligados a crear nuestra propio bote salvavidas para mantener la salud mental. Aprender a manejar el estrés cotidiano nos permitirá avanzar mejor en este océano de incertidumbres, cambios y miedos. Esos que todos experimentamos. En las presentes circunstancias estamos obligados a desarrollar nuevos recursos no solo para mejorar nuestra salud física y psicológica.

Hay quien advierte que el estrés durante la pandemia ha venido para quedarse. De algún modo, parece que será ese enemigo cotidiano con el que lidiar y al que aprender a manejar para responder mejor ante los tiempos que llegarán. Desarrollar adecuadas estrategias nos permitirá tener siempre a mano un bote salvavidas con el que navegar mejor en ese día a día tan cambiante y confus.

En los próximos meses deberíamos hacer frente a otro tipo de epidemia para la que debemos estar preparados : trastornos psicológicos y en especial, a la depresión. Los problemas de salud mental son un frente destacable que no podemos dejar de lado. Habrá quien afronte esta situación con mejores recursos y con una realidad más favorable. Otros, en cambio, se ven incapaces de mantenerse a flote, procesando cada información y cada cambio en el proceso de desconfinamiento con gran ansiedad e inquietud.

A las historias y situaciones previas de cada individuo se le añade la evidente incertidumbre de una situación nueva que genera miedo, incerteza y angustia. Ahora mismo, parece que aún no somos del todo conscientes del gran impacto que va a tener todo esto en el aspecto psicológico.

Es necesario por tanto ir tomando conciencia de ello y sobre todo, aprender a manejar el primer escalón de gran parte de los problemas mentales: el estrés. Si tuviéramos que desglosar los trastornos del estado de ánimo, como son la ansiedad y la depresión, podríamos identificar un elemento recurrente que los va edificando y, éste el el estrés. Esa reacción psicofisiológica se desencadena ante esas situaciones que escapan a nuestro control, que nos superan y que nos van poniendo en alerta.

El auténtico problema llega cuando ese estado se cronifica. En el momento en que pasan las semanas y los meses y se adhiere ya por completo al cuerpo y la mente, vamos dando paso a la ansiedad. Más tarde, la depresión ya ronda por las esquinas vitales, por esos rincones en los que la mente cae en la indefensión, en la anhedonia y la pérdida de significados.

En el actual contexto, ya hay voces que hablan del «estrés pandémico». Lo primero que debemos entender sobre él es que es una reacción completamente normal ante los acontecimientos presentes. Al hecho de tener que afrontar la presencia de un virus que se está llevando miles de vidas cada día, se abren otras grietas no menos angustiantes: incertidumbre laboral, soledad, aislamiento, temor al futuro y a los posibles cambios… El estrés durante la pandemia es una realidad comprensible y que todos, a nuestra manera, estamos experimentando. No obstante, es esencial saber manejarlo para que no se vuelva una constante en la variable de nuestra existencia presente y futura.

Estrategias para reducir el estrés durante la pandemia

Cuando entramos en un estado de estrés, la fábrica de nuestros pensamientos va a pleno rendimiento. Sin embargo, lo que produce, lejos de ser de buena calidad, es pernicioso y negativo para la salud mental. La mente se llena de miedos, imágenes catastrofistas, frases como «qué pasará si», «y si me infecto», «y si esto va a peor y». Todas estas cuestiones pueden tener su justificación, sin embargo, en el momento presente no ayudan porque incrementan el estrés.

Debemos convertirnos en el CEO, o sea, el director ejecutivo de nuestra mente. Hay que controlar cada pensamiento cuidando de su calidad. Si incrementa la ansiedad, hay que dejarla ir. La clave está en centrarnos en el momento presente siendo de utilidad, dando respuestas a lo que necesitamos aquí y ahora. 

Las rutinas y tener un plan diario sobre lo que vamos a hacer proporcionará calma al cerebro. Con ello, evitamos tener también esos momentos de vacío en que la mente se escapa hacia los laberintos de la preocupación. Lo ideal, por tanto, es tener un horario en el cual, no descuidar el autocuidado.

Algunos ejemplos útiles:

  • Tiempo para hacer ejercicio.
  • Unas horas para realizar tareas creativas con las cuales, canalizar el estrés.
  • Momentos de conexión social y emocional con las personas que queremos.
  • Instantes para la reflexión, para monitorear mis emociones, para saber cómo me encuentro y darme lo que necesito.

Para lidiar con el estrés durante la pandemia es esencial saber poner filtros de protección e incluso muros de salvación. Saber regular la información a la que nos exponemos, desconectar de vez en cuando e incluso limitar esas conversaciones con personas tendentes a alimentar las teorías conspiranoicas, nos será de gran ayuda.

Hay una estrategia para lidiar con el estrés durante la pandemia que a más de uno le puede sorprender. Hablamos de dimensiones como la compasión, la empatía, la amabilidadTodas estas áreas emocionales nos permiten salir de nosotros mismos para centrarnos en los demás. Generar ayuda en otros, ser un aliado del bienestar ajeno revierte a nuestro cerebro buenas dosis de bienestar y satisfacción.

Ser capaces de preocuparnos por los demás y ser de ayuda es un potente «fármaco» para aliviar el estrés, uno con grandes efectos secundarios: conectamos de manera positiva con las personas, experimentamos calma, satisfacción personal y descubrimos que ser útiles es una valía determinante en la actual pandemia. Es momento también de pensar los otros, de actuar unidos para afrontar de manera efectiva estos tiempos difíciles.

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