Es evidente que todos y cada uno de nosotros afrontamos la situación presente como bien podemos. No es fácil para nadie y nadie nos ha habilitado tampoco para esta complicada materia que es sobrevivir a una crisis sanitaria y social a nivel mundial. Sin embargo, dentro de este océano de dificultades, hay quien lo tiene un poco más complicado.

Las personas altamente sensibles navegan en medio de la actual pandemia con gran dificultad. Conectan con mayor intensidad con el dolor ajeno, experimentan miedo, ansiedad, altibajos emocionales… Tener en cuenta una serie de estrategias puede serles de ayuda. Hacer frente a la pandemia cuando sos altamente sensible es todo un desafío añadido a todas las dificultades cotidianas. Mayor ansiedad, sufrimiento casi incontrolable al conectar con más intensidad con el sufrimiento ajeno, dificultad para manejar la preocupación y el miedo, sensación de no tener el control sobre las propias emociones…

Las personas con problemas de salud mental, trastornos psicológicos u otras condiciones suponen, sin duda, uno de los colectivos más necesitados de nuestra sociedad ahora mismo. Además, tampoco podemos pasar por alto a quienes por su personalidad o modo de procesar la realidad tienen mayores dificultades para manejar los estímulos que les llegan. Estrés, agobio, incertidumbre, miedo… No es momento de ser fuertes, las personas altamente sensibles deben aprender una vez más a ser hábiles, a hacer de su vulnerabilidad su roca de resistencia, a navegar por un escenario complejo y cambiante logrando que las emociones sean sus aliadas; aplicando eso sí, adecuadas estrategias de «supervivencia».

Lidiar con la pandemia cuando tu sensibilidad es alta

Desde que Elaine Aron introdujera el concepto de la alta sensibilidad en los años 90, son muchos quienes han encontrado respuesta a su forma de entender, sentir y relacionarse con el mundo. Abrirse paso por el día a día cuando se es más empático, cuando la sensibilidad emocional e incluso sensorial se vive como quien intenta avanzar por un estrecho sendero lleno de árboles con espinas, no resulta nada fácil.

Bien es cierto que la comunidad científica y la psicología más ortodoxa no llegan a estar de acuerdo con este tipo de personalidad. Sin embargo, el éxito y la trascendencia que ha tenido el concepto de personas altamente sensible (PAS) hace ya imposible no tener en cuenta a ese 20 % de la población. Son miles las personas que se identifica claramente con estos rasgos, con este perfil en el que confluye básicamente el don de entender el mundo desde las emociones, y la maldición a su vez, de vivirlo a menudo con mayor sufrimiento. Hacer frente a la pandemia cuando eres altamente sensible supone por tanto, toda una encrucijada.

Las personas altamente sensibles tienen una habilidad con un reverso a menudo complicado. Hablamos de su capacidad para absorber todas las emociones de su entorno. Ese «tanque emocional» tiene un límite que si se sobrepasa, trae consecuencias. Es decir, en el día a día deben ser conscientes de que no van a poder procesar todo lo que les llega, ya sea a nivel informativo o a través de otras personas. Saber desconectar no es una recomendación, es casi un mecanismo de supervivencia. Por ello, es conveniente limitar nuestra exposición a las noticias, las redes sociales e incluso decidir qué día o en qué momento nos va mejor hablar con esas personas que vuelcan sobre nosotros sus problemas, miedos o preocupaciones.

A la hora de hacer frente a la pandemia es importante poner el foco de atención en la ansiedad. La dificultad para manejar las emociones y la alta sensibilidad hacen que muchas personas sufran trastornos de ansiedad generalizados. Es importante tenerlo en cuenta. Saber que este factor media a menudo en el modo en que afrontamos el día a día es clave.

Para eso, es decisivo considerar estas estrategias:

  • Control del flujo de pensamientos. El pensar mucho no nos lleva a ningún lado, hay que pensar bien, mediante el enfoque de la calma y no del catastrofismo, evitando anticipar cosas que no han sucedido.
  • Poner la atención en el presente, en aquello que está ocurriendo ahora, en lo que necesitamos y en atendernos.
  • Utilizar prácticas como la relajación, el yoga o el mindfulness pueden sernos de ayuda.
  • Conectarse con otras personas altamente sensibles: contar con ayuda, con apoyo de ese alguien que sabe escucharte y entiende tu realidad personal. Estar en contacto con otras personas que son altamente sensibles también puede ser de ayuda, alivio e inspiración.
  • Encontrar refugios en soledad: las personas altamente sensibles encuentran valiosos refugios en sus tiempos a solas, en su conexión con la música o el arte. Ahora más que nunca, es recomendable cruzar el umbral de esos palacios de paz que nos ofrecen dichas prácticas artísticas. Expresar lo que sentimos a través de un lienzo, de una partitura o un papel en blanco es catártico y saludable.

Hacer frente a la pandemia cuando eres altamente sensible pasa también por atender el cuerpo y la mente. Muchas de nuestras emociones quedan aprisionadas en nuestro organismo, en ese dolor de estómago, en el cuello, en la espalda, en esa cefalea o migraña que viene y va…Un modo de aliviar esa tensión que se adhiere a nosotros es a través de prácticas que nos sirvan de «botón de reinicio»; es decir, actividades que nos hagan liberar energía para volverla a recuperar. Hacer ejercicios físicos como correr o bailar son muy positivos. Asimismo, hacer una siesta y tener una buena higiene del sueño nocturna también es esencial.

Hacer frente a estos tiempos complicados e inciertos no es fácil, pero cuando hacemos que nuestras emociones se conviertan en nuestras aliadas, sobrevivimos a cualquier embestida.

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