Los valores ayudan a nuestro bienestar
Los valores permiten que exista una conexión y también una coherencia entre lo que se cree, quiere y valora y lo que se hace. Por eso, se dice que ayudan a las personas a encaminarse en la vida.
Los valores encaminan. Son creencias que conllevan a acciones, trascienden a situaciones específicas y guían la conducta de los sucesos en orden de prioridad para la persona. Por lo tanto, la importancia de los valores en la psicoterapia representa una combinación de reglas verbales y consecuencias de la historia personal de cada quien y el compromiso asumido con ello. Facilitan la toma de decisiones, que a su vez permite vencer la tendencia a ser controlado por demandas y presiones internas o externas de evitación del malestar, lo cual contribuye con el bienestar psicológico.
El dolor y las situaciones que generan malestar forman parte de la vida. Las personas tendemos, por naturaleza, a escapar intentando anular las emociones y sentimientos negativos. Es importante darse cuenta de que la evitación del sufrimiento no es una solución válida. Hay que integrar esas emociones y sentimientos negativos de modo que el aprendizaje de la experiencia pueda influir de la manera más positiva posible en el futuro. De no ser así, el evitarla y anularla, no se procesaría la información y el sufrimiento permanecería latente, aunque oculto. Paralizado, sin superarse.
En la psicoterapia actual, se otorga gran importancia a los valores, ya que estos forman parte de los antecedentes históricos de la persona en su contexto. A su vez, se hace énfasis en la aceptación, lejos de la actitud enjuiciadora que está instalada en la queja continua para conseguir una ilusión de bienestar.
Desde la terapia de aceptación y compromiso se trabaja una forma de psicoterapia experiencial conductual y cognitiva basada en la teoría del marco relacional del lenguaje. Es una perspectiva en la que se enfatizan varios conceptos como: la evitación experiencial, la fusión cognitiva, la ausencia o debilitamiento de los valores y la rigidez conductual en su aparición y curso. El objetivo es eliminar la rigidez psicológica mediante procedimientos básicos como la aceptación, el estar presente, el compromiso de los valores propios, el descubrimiento del Yo como contexto y la difusión de los pensamientos negativos o incomodos. En pocas palabras, el objetivo es crear una vida significativa para la persona, haciendo que aprenda a aceptar el dolor que inevitablemente viene con ella, no arrastrarlo en el tiempo.
Es importante que quienes hagan esta terapia tengan muy en cuenta que algunas cosas no están bajo su control, pues esto les permite abandonar su rigidez conductual, su actitud enjuiciadora y, en cambio, les experimentar mayor tranquilidad. Para poder ayudar al paciente, hay que determinar cuáles son sus valores y si sus comportamientos van en dirección de los mismos. Es muy probable que en su vida cotidiana sus comportamientos estén centrados en la resolución de sus problemas, abandonando lo más importante: sus valores.
Esta situación da lugar a la aparición del trastorno por evitación experiencial, que tiene que ver con querer la anulación de pensamientos y sentimientos relacionados con experiencias negativas. El objetivo terapéutico será ayudar a que la persona asuma el compromiso de sus conductas en dirección de lo que ella misma valora o quiere. Así, desde esta perspectiva, podrá enfrentar sus problemas y no solamente “finalizar” con el sufrimiento que la llevó a terapia.
Tomando como base de apoyo los valores personales, se puede promover el cambio de la conducta, consiguiendo con ello el bienestar. De este modo, se origina una mayor salud psicológica a partir de un repertorio amplio y flexible de comportamientos orientados a los valores personales. Por otra parte, los estados cognitivos (pensamientos) y emocionales no deseados como la tristeza, la ansiedad, las preocupaciones, el miedo, etc. son considerados parte de la condición humana y, por tanto, naturales. Así se entiende que deben ser integrados a la vida, no evitarlos ni luchar contra ellos un día tras otro.
Entonces, hay que lograr un mayor bienestar mediante el compromiso de las acciones en lo que verdaderamente importa. La conducta debe estar guiada por lo que se valora y quiere. Hay que aprender a contemplar el malestar como algo natural que forma parte de la vida, transitando por los momentos de malestar, sin luchar ni oponer resistencia, ya que así se retroalimentaría el malestar y esto generaría incluso más sufrimiento.
Los valores son un proceso y nunca se acaban, es decir, que siempre se está en búsqueda de ellos, por lo tanto, se pueden mantener a lo largo del tiempo y cultivar durante toda la vida. Los que son elegidos por una persona representan la guía que dirige su conducta hacia aquello que le importa. De esta manera, permiten que exista una coherencia entre lo que valora y lo que hace, lo cual le genera bienestar.
Desde la terapia de aceptación y compromiso se trabaja la aceptación de los valores en base a los 4 componentes:
- Valores (aquello que se valora o quiere). Por ejemplo: la familia, los amigos, la generosidad, la seguridad, el cuidado de uno mismo, el disfrutar, lo formativo, lo laboral, etc.
- Exposición y no evitación de los llamados eventos internos indeseados, que serían los pensamientos y emociones negativas o incómodas.
- Desactivación de funciones y distanciamiento de la emociones y pensamientos desagradables.
- Fortalecimiento de las conductas que están guiadas por lo que se quiere y valora.
El psicólogo ayuda a cada persona con sus valores mediante la búsqueda de los pensamientos y emociones temidas y evitadas para que aprenda a distanciarse de ellos y valorarlos como lo que son: solo pensamientos o sentimientos. Ayudando a entender también que no todo lo que se piensa o siente tiene valor solo por el mero hecho de pensarlo o sentirlo. Hay muchos pensamientos y emociones basura. El tratamiento centrado en los valores de la persona ayuda a orientar los cambios en función de lo que ella considera valioso.