Psicología educativa,  Psicología General

Maneras de controlar la ira

La ira es una pasión del alma que causa indignación y enojo. Es una emoción como muchas otras. Como la felicidad, la tristeza, la desilusión, la alegría, etc. la ira también forma parte de nosotros. En algún momento de nuestras vidas todos la hemos experimentado, especialmente en situaciones coléricas. Hay personas que sufren episodios más frecuentes, por eso es necesario no solo entender la ira, sino aprender a manejarla. Es fundamental que reconozcamos cuáles pueden ser los disparadores de nuestra ira para poder prevenirlos o reconocerlos y dar una respuesta adecuada.

Muchas personas admiten que no saben cómo controlar este sentimiento, pero no buscan ayuda ni información para aprender a hacerlo, por lo que en ocasiones influye en sus relaciones personales, de pareja, con los familiares, en el ámbito laboral, etc.

Podemos enojarnos y sentir bronca por diferentes causas. Cuando esto sucede y la ira florece, pueden suceder dos cosas. Una, que la persona reaccione inmediatamente. Por otra parte, puede que la persona reprima lo que siente. Esto último puede tener dos consecuencias: la primera, buena, que consiga aplacar sus sentimientos y mantener así su ira bajo control; y la segunda, que durante varias ocasiones reprima la ira, pero se vaya acumulando, y en un momento más difícil o inesperado, explote.

La ira tiene sus síntomas fisiológicos

Cuando una persona se enoja, su ritmo cardíaco se acelera, empieza a sudar más y la temperatura se incrementa. Si se llegan a dar sucesos seguidos y de forma habitual de esta índole,  puede afectar a la salud y terminar ocasionando debilitamiento del sistema inmunológico, problemas digestivos, mayor predisposición a sufrir enfermedades de corazón y deterioro de la salud mental (problemas como depresión o compulsividad).

Maneras de controlar la ira

  • Mantener la tranquilidad y la calma. Cuando se dé una situación que pueda provocar enfado, es conveniente pararse a recapacitar unos segundos antes de reaccionar, para que la respuesta sea la más adecuada. Aunque suene ridículo, sirve el hecho de “respirar hondo y contar hasta diez”.
  • No ser destructivo, sino constructivo. Cuando estemos enojados por algo, es conveniente que les expliquemos a los demás por qué estamos así, ya que de esta forma será más fácil que nos entiendan, nos escuchen y nos ayuden.
  • Retirarse a tiempo. Cuando en la situación uno vea venor que se poner “fea” y que uno puede llegar a tener una mala reacción frente a otros, es mejor retirarse y no quedarse. Es bueno intentar saber qué es lo que hace que nuestra ira surja, para saber retirarse en el momento indicado.
  • Resolver problemas. Conocer y saber qué cosas o temas hacen que nuestra ira venga y sea más fuerte, es algo útil para poder resolver problemas que nos preocupen, de manera que no sean fuente de resurgimiento de la ira en futuras ocasiones.

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