El síndrome de Ganser es un cuadro clínico muy poco frecuente que fue descripto por primera vez en el año 1898. El nombre que se da a este fenómeno proviene del de su descubridor: el psiquiatra alemán Sigbert Ganser. También encontramos los términos “pseudodemencia histérica”, “síndrome pseudodemencial” y “psicosis carcelaria”. Se caracteriza por síntomas como las respuestas aproximadas a preguntas sencillas, las alucinaciones complejas y los fenómenos conversivos.
El síntoma más característico del síndrome de Ganser son las respuestas aproximadas: contestaciones fallidas pero relativamente cercanas a la verdad que se dan ante preguntas sencillas. El resto de signos de este cuadro incluyen fenómenos conversivos, ecofenómenos y aparentes alteraciones de la consciencia, entre otros. Ha sido clasificado tradicionalmente en la categoría de los trastornos facticios, que se caracterizan por el fingimiento de una enfermedad para conseguir un “rol de paciente”.
El otro fenómeno típico de esta clase es el síndrome de Münchausen, en el cual la persona finge enfermedades o traumas psicológicos por tal de obtener refuerzo social. El término “simulación” se utiliza para hacer referencia a los casos en que se finge una enfermedad o un trastorno mental con un objetivo distinto a la obtención del rol de enfermo, como puede ser el beneficio económico. Está extendida la comprensión del síndrome de Ganser como un trastorno disociativo, de modo que sería más similar a fenómenos como la despersonalización, la desrealización y la amnesia disociativa. Las experiencias disociativas consisten en separaciones de procesos cognitivos (incluyendo la consciencia) que surgen como reacción al estrés.
En la actualidad la explicación más aceptada sobre las causas del síndrome de Ganser lo definen como un trastorno de carácter psicótico. En este sentido cabe destacar la asociación de este cuadro clínico con la esquizofrenia, la intoxicación por alcohol y otras sustancias psicoactivas y los trastornos depresivos severos.
Los escasos estudios de prevalencia disponibles indican que el síndrome de Ganser aparece de forma más común en varones que en mujeres, en una proporción de 3:1. La edad media del diagnóstico se encontraría algo por encima de los 30 años, si bien en ocasiones se da en niños. No obstante, se sabe muy poco de este fenómeno a causa de su extrema infrecuencia.
Las pararrespuestas, los síntomas conversivos, las alteraciones de la consciencia y las pseudoalucinaciones son los 4 rasgos más definitorios del síndrome de Ganser. También es importante destacar los ecofenómenos, que se dan con cierta frecuencia en este contexto clínico, y los elevados niveles de estrés y ansiedad que se detecta en estas personas.
- Respuestas aproximadas o pararrespuestas: Consisten en contestaciones relativamente próximas a la realidad que se dan ante preguntas fáciles de responder. En muchos casos se conceptualiza el síndrome de Ganser en torno a esta manifestación tan peculiar.
- Conversión somática: Consiste en la presencia de síntomas físicos, como dolor o déficits sensoriales y motores, en ausencia de una causa orgánica identificable. El trastorno de conversión se encuentra cuestionado en la actualidad; se incluye en la categoría “trastornos de síntomas somáticos”, que también incluye el trastorno facticio, entre otros.
- Alteración del nivel de consciencia: Son la sensación de confusión mental y la pérdida de la identidad personal. A modo general las personas con este cuadro clínico pueden tener dificultades para reaccionar a los estímulos del entorno y para procesarlos.
- Alucinaciones complejas: Las personas con el síndrome de Ganser refieren con frecuencia alucinaciones muy elaboradas y en cualquiera de las modalidades sensoriales. Dado que en trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia las alucinaciones suelen ser auditivas y simples, este tipo de relatos pueden servir como pista en el diagnóstico de este raro síndrome.
- Ecofenómenos : Son conductas de imitación o de repetición que se dan sin control voluntario del sujeto. Los estímulos del entorno que se reproducen pueden ser acciones (ecopraxia), verbalizaciones (ecolalia) o expresiones faciales (ecomimia), entre otros.