A menudo, pasamos por alto lo complejo que es el acto de «pensar». Dicho proceso pone en funcionamiento un gran número de mecanismos, de funciones que requieren de la atención, de la capacidad de reflexión, del análisis, de recuperar información, contrastarla… En ocasiones, una pequeña alteración en ese universo neurológico puede descomponer ese preciso equilibrio.
La bradipsiquia es un síntoma neurológico, la manifestación de alguna realidad subyacente que debe ser atendida. Problemas para decidir, para dar con esa palabra que está en la punta de la lengua, dificultades para recordar, reaccionar al entorno… Si bien es cierto que todos hemos experimentado alguna de estas cosas, el problema llega cuando todos esos procesos se vuelven cotidianos. El pensamiento enlentecido asociado a esta condición es muy común cuando alguien, por ejemplo, sufre una lesión cerebral, presenta alguna demencia o sufre algún trastorno psicológico determinado.
Es muy posible que más de uno se sienta identificado al leer la definición de bradipsiquia: ‘manifestación cognitiva en la que una persona muestra una capacidad para pensar más lenta de lo habitual’. Sabemos que condiciones como el estrés, la preocupación, el simple agotamiento o, más aún, el efecto secundario de algún fármaco pueden provocar esta característica.
Es importante matizar que la bardipsiquia es una afección neurológica claramente patológica. No tiene nada que ver con el cansancio o con esa nebulosa mental que podemos sentir tras una noche de insomnio. Esta condición es limitante para quien la sufre y muy llamativa para la persona que ve a su ser querido evidenciando este trastorno del pensamiento. Nos encontramos ante un síntoma, ante el efecto de un problema neurológico que puede tener diferentes orígenes. Algunos pueden ser reversibles al poner en marcha la intervención adecuada (como podría ser por una lesión cerebral a causa de un traumatismo) y otros, en cambio, presentarían un avance más adverso. Ejemplo de ello sería la enfermedad de Alzheimer.
Desencadenantes
- Consumo de drogas o alcohol: puede producir esa lentitud en el pensamiento tan llamativa. No podemos olvidar que hay sustancias capaces de alterar el sistema nervioso, que tienen principios depresores en los que es común evidenciar dicha dificultad para pensar, expresar, responder, recordar, hablar…
- Esquizofrenia: La persona con esquizofrenia presenta, como bien sabemos, una multitud de síntomas psiquiátricos. No obstante, el efecto que tiene sobre el flujo del pensamiento es inmenso y muy característico. La bradipsiquia es por tanto una característica bastante común.
- Demencia vascular: a menudo, los pacientes que experimentan lesiones vasculares en las regiones subcorticales muestran esta condición tan llamativa. Esos microinfartos son permanentes en muchos casos y el avance no siempre permite a los pacientes con este tipo de demencia recuperar su agilidad y fluidez mental.
Síntomas
Los procesos cognitivos integran un gran número de áreas y todas ellas dan forma y sentido al propio pensamiento. Comprender lo que nos rodea, comunicar, atender, reaccionar, recordar… Toda esa capacidad para captar los estímulos y codificarlos erigen las bases de esas funciones ejecutivas básicas para el día a día. Sin ellas, no solo estamos perdidos, dejamos también de ser nosotros mismos, sin importar si quiera lo inteligentes que seamos o la experiencia que carguemos a nuestras espaladas y en nuestra mente.
Estos son, por término medio, los síntomas asociados a la bradipsquia:
- Problemas para concentrarse.
- Dificultad para entender lo que se le dice a la persona, como también, lo que lee o lo que ve.
- Problemas para resolver tareas cotidianas.
- Perder pertenencias personales de manera frecuente.
- No recordar dónde están las cosas.
- Dificultades para mantener una conversación.
- Complicaciones para dar instrucciones, explicar lo que han hecho durante el día…
- Perder la capacidad matemática.
Cuando una persona evidencia varios de los síntomas anteriormente detallados de manera constante, es recomendable pedir ayuda experta. El origen de estas manifestaciones es neurológico y un buen diagnóstico nos puede permitir, entre otras cosas, detener el avance o recurrir a una estrategia paliativa.
La bradipsiquia y las enfermedades mentales
- Depresión mayor: los pacientes con depresión mayor evidencian diversas alteraciones en su pensamiento. Es posible confirmar que después de tres años con esta condición el cerebro cambia. Se reduce la densidad de la materia gris, el hipocampo (vinculado a la memoria) también pierde masa, al igual que el área prefrontal. Todo ello deriva en la clásica bradipsiquia. No obstante, a diferencia de las condiciones antes señaladas (enfermedades neurodegenerativas), estos efectos pueden revertirse gracias a la plasticidad cerebral y a adecuados tratamientos psicológicos.
- Alzheimer: hay un hecho llamativo en lo que se refiere a la bradipsiquia y la enfermedad de Alzheimer. Este trastorno del pensamiento aparece en las fases un poco más avanzadas. Al inicio es común ver fallos de memoria, problemas en el lenguaje, la atención… Sin embargo, esa lentitud a la hora de expresar o razonar surge un poco más adelante.
- Enfermedad de Parkinson: los familiares que tenga a un ser querido diagnosticado con la enfermedad de Parkinson sabrán sin duda qué es la bradipsiquia. Estamos ante otro trastorno neurodegenerativo en el que la destrucción de las neuronas de la sustancia negra no solo deriva en los clásicos temblores motores. El pensamiento y su fluidez también se ven alterados.
- Enfermedad de Huntington: pocas enfermedades son más tristes y devastadoras como las neurodegenerativas. El alzhéimer es una y la enfermedad de Huntington otra. Esta última se caracteriza por ser grave, hereditaria y degenerativa, manifestándose entre los 15 y 20 años, siendo esa lentitud en el pensamiento el primer síntoma.
Experimentar enlentecimiento a la hora de pensar y reaccionar ante nuestro entorno no es algo normal. Si nosotros mismos o alguien cercano evidencia esta alteración de forma permanente, es necesario consultar con el médico.