Algunos los definen como “avaros”. Sin embargo, los hombres y las mujeres frugales llevan un estilo de vida que va más allá del ahorro. Les define la sencillez, el minimalismo y otras dimensiones igual de interesantes.
En los últimos tiempos, estuvimos escuchando con frecuencia el término «países frugales». Austria, Finlandia, Suecia, Holanda… son zonas de Europa que disfrutan de una economía saludable y que, de pronto, parecen liderar buena parte de las decisiones en materia económica. Sin embargo, también se habla ya de manera recurrente de las personas frugales. ¿A qué nos referimos entonces cuando usamos estas definiciones? Hay quienes no dudan en referirse a ellas como personas algo espartanas, avaras o tacañas y hasta egoístas. Sin embargo, aplicar este enfoque peyorativo nubla por completo la oportunidad de tener en cuenta un perfil de comportamiento interesante.
Ser frugal está de moda, pero por curioso que nos resulte, se trata de un conjunto de enfoques, dinámicas, creencias y valores que siempre han existido. Bien es cierto que hay países que los practican por estar arraigados a su cultura, a sus tradiciones, pero la frugalidad no es algo exclusivo de esas regiones más norteñas de Europa. Aun así, son dimensiones que nos pueden resultar muy familiares.
Si buscamos el término frugalidad en el diccionario ya nos da una pista sobre por dónde avanza este tipo de personalidad. Dicho término define varias cualidades: ser prudente, pasivo, ahorrador y hábil para optimizar el uso del tiempo y el dinero. Visto así, a grandes trazos, nos quedamos quizá una vez más con la imagen de alguien comedido, y hasta tacaño, como suelen referirse a ellos las malas lenguas. No obstante, es mejor evitar este tipo de etiquetas que, en realidad, limitan y no se ajustan a la filosofía que hay detrás de las personas frugales.
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El tiempo no es oro, el tiempo es vida.
Las personas frugales lo saben y, por eso, uno de sus principales objetivos es lograr que cada día tenga sentido y calidad. ¿Qué implica algo así? Implica, por ejemplo, que no tiene sentido pasarse todo el día trabajando. La idea es invertir en el ámbito laboral lo justo y necesario para obtener un salario que les permita vivir con normalidad, sin excesos. Cada momento debe aprovecharse al máximo, bien a través del ocio, el descanso o siendo productivos en el trabajo. La planificación es la clave.
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Sé eficiente en cada cosa que hagas
Eficiencia es, ni más ni menos, la capacidad de realizar determinadas funciones de manera adecuada y correcta. Para las personas frugales esto no se aplica en exclusiva al ámbito laboral. En realidad, integra cada ámbito vital: tener conciencia de tus límites económicos y ajustarse a ellos en cada momento. También, implica no comprar cosas que no sean realmente útiles. Tanto la ropa, como los electrodomésticos, los autos la tecnología no deben renovarse solo por placer, por la mera necesidad de tener algo nuevo o el último modelo de ese producto.
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Recuerda tus prioridades
En una vida feliz, están claras las prioridades. Esto implica hacer esfuerzos, trabajar por lo que se quiere y movilizar toda la energía hacia esas dimensiones concretas. Un aspecto que define a las personas frugales es su mentalidad ahorrativa. No se limitan a mirar solo el momento presente e inmediato, su mirada se sitúa básicamente en el largo plazo y, tenerlo en cuenta, también es una prioridad. Esto significa que cada mes ahorrarán todo lo que les sea posible.
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Evitar endeudarse
Quizá, una de las mayores ventajas de los países frugales es que, por término medio, disponen de un buen nivel de vida. Los salarios son buenos y su conducta orientada al ahorro y la eficiencia hace posible, por ejemplo, que no acaben hipotecados. Evitar deudas es una prioridad capital en este perfil de personalidad. Siempre preferirán ahorrar para comprar cuando les sea posible, que recurrir a una hipoteca.
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Reciclar, cuidar del medio ambiente y no desperdiciar recursos
Si te podés mover en bicicleta ¿por qué usar el auto? Con esa elección no solo ahorrás dinero, sino que además cuidás del medio ambiente. Además, esto no quita que tengas que prescindir de un vehículo. Implica, por ejemplo, que puedas seguir usando ese utilitario que, aunque tenga ya unos años, funciona. Lo mismo ocurre con cualquier otro ámbito: ¿para qué tener, por ejemplo, varios contratos de teléfono e internet? Si hay una compañía que pueda ofrecer a todos los miembros de la familia un contrato donde entre lo justo y necesario, esa será siempre la mejor opción.
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Focalizarse en las necesidades y no en los deseos
Las personas frugales rara vez se guían por sus impulsos. Esto no significa que sean frías ni cuadriculadas. Todo lo contrario. La filosofía de la frugalidad busca, por encima de todo, aspirar a una auténtica calidad de vida y esto implica tener claras las propias necesidades y no los deseos. Al fin y al cabo, estos últimos cambian, son volubles y pueden llevarnos por caminos equivocados en un momento dado. Gastar y endeudarnos, por ejemplo, no nos dará la felicidad. Puede satisfacer un deseo momentáneo, pero lo ideal es tener claras las auténticas necesidades e invertir tiempo y esfuerzos en cubrirlas.
Por otra parte hay un factor interesante que define también a las personas frugales: la búsqueda constante de inspiración, de conocimiento, de conexión con el entorno. El objetivo es claro: seguir aprendiendo para mejorar y avanzar. Hay que buscar nuevos mecanismos para seguir siendo más eficientes, para crear equipos de trabajo más productivos y con ello, seguir invirtiendo en calidad de vida, así como en progreso social. En definitiva, este comportamiento resulta no solo inspirador, sino también realista y digno de ser imitado. Aunque es cierto que a los países frugales les acompaña un contexto que facilita estos enfoques, esto no quita para que, en la medida de nuestras posibilidades, no podamos seguir alguno de los axiomas de sus dinámicas.