Las primeras dosis de las drogas suelen producir una sensación agradable y placentera pero, con el paso del tiempo y el grado de consumo de las mismas, terminan generando dependencia y haciendo que nuestro cerebro aprenda que sólo puede experimentar placer al consumir la cantidad necesaria de este tipo de sustancias. Esto, que depende del sistema de recompensas del sistema límbico (la parte del cerebro encargada de producir estados emocionales) hace que estas sustancias adictivas nos dominen. La adicción química forma parte del funcionamiento básico de los efectos que las drogas poseen sobre el sistema nervioso, y eso hace que sea bien difícil y complicado alejarse de ellas.
Gran parte de las drogas ilegalizadas están prohibidas justamente por su capacidad de tomar el control de la vidas de las personas. Sin embargo, no todas las adicciones son iguales. A la hora de experimentarlas, influye nuestra genética individual, pero también las características del compuesto químico en cuestión y los rituales sociales vinculados a su consumo. Es por eso que algunas son más difíciles que dejar que otras.
Hace unos años el investigador David Nutt realizó una serie de mediciones acerca del potencial adictivo de varias sustancias, para obtener un índice de dependencia.
De MENOR a MAYOR las drogas que generan mayor adicción son:
- LSD: suele utilizarse de manera “recreativa”. Tiene un efecto alucinógeno muy potente.
- Cannabis (marihuana): si bien no suele ser conocida por sus efectos adictivos, el cannabis puede crear una fuerte dependencia a largo plazo.
- Fenciclidina (PCP): posee intensos efectos alucinógenos. También, es conocida como polvo de ángel.
- MDMA o éxtasis: es una de las drogas recreativas más famosas y utilizadas en el contexto del ocio nocturno. Pasado cierto umbral en la frecuencia de consumo, esta sustancia llega a ser muy adictiva.
- Metacualona: se trata de un fármaco hipnótico-sedante que, en su forma de uso recreativo (frecuentemente sintetizada de manera clandestina), es conocido como Quaaludes.
- Oxicodona: es un potente analgésicio opioide sintetizado a partir de la tebaína. En el contexto médico, a veces es utilizado en casos en los que hay dolor intenso, como por ejemplo en los post-operatorios.
- OxyContin: es similar a la heroína. Actúa sobre el sistema de recompensas del cerebro y hace que se incrementen notablemente los niveles de dopamina.
- GHB: también conocido como ácido gamma-hidroxibutírico, el GHB es una molécula que es fabricada en pequeñas cantidades por nuestro propio cuerpo y que se utiliza como neurotransmisor, es decir, como mensajera para que las neuronas se comuniquen entre sí. Sin embargo, si nos administramos un extra de esta sustancia nuestro umbral de tolerancia sube rápidamente, haciendo que cada vez necesitemos más. Además, esto también tiene un efecto sobre la tolerancia al alcohol, y su efecto rebote es muy intenso.
- Anfetaminas: son psicoestimulantes relacionadas con la clase de sustancias que se utilizan para tratar el TDAH (como el metilfenidato). Esta droga hace que el cerebro se vea inundado en dopamina y norepinefrina, pero además es capaz de generar una de las adicciones más rápidas que existen.
- Benzodiacepina: es un anticonvulsivo e hipnótico que en psiquiatría se utiliza frecuentemente en casos de trastornos de ansiedad o de epilepsia. Se conoce comercialmente a través de nombres como Valium o Xanax. Aunque en momentos puntuales puede ser muy útil para intervenir sobre desórdenes neurológicos, a medida que pasa el tiempo puede generar un grado de dependencia fuerte.
- Alcohol: es una sustancia muy controvertida ya que goza de una amplia aceptación social y se encuentra legalizada por la tradición. Aunque las primeras tomas puedan resultar desagradables por “quemar la garganta”, con el tiempo el grado de dependencia puede llegar a ser muy intenso, hasta el punto en el que dejar de consumirlo en casos de fuerte dependencia puede generar un síndrome conocido como delirium tremens, el cual en ocasiones resulta mortal.
- Barbitúricos/Seconal: los barbitúricos son sustancias depresoras de la actividad del cerebro que resultan más potentes que las benzodiacepinas. Llevan a un alto grado de sedación, relajación y también tienen un cierto poder analgésico. Actúan sobre los receptores del neurotransmisor GABA. En esta categoría destaca un preparado conocido como seconal.
- Metanfetaminas /Cristal: la metanfetamina es una droga sintética muy popular y utilizada por los efectos de euforia y los pensamientos megalomaníacos que produce. Al igual que otros psicoestimulantes, hace que el cerebro se llene de dopamina y, a la vez, que esta sustancia sea producida cada vez en menor cantidad por el propio cuerpo, hace que dependa totalmente de las dosis administradas.
- Metadona: se utiliza para intervenir en casos de adicción a otras drogas, pero irónicamente muestra un potencial de dependencia altísimo. Se utiliza como “mal menor”, ya que los síntomas asociados a esta sustancia son menos virulentos que en la mayoría de casos.
- Nicotina: es uno de los grandes éxitos empresariales, y se basa enteramente en una adicción química alimentada por la adicción social generada históricamente mediante la publicidad y su aparición en películas.
- Cocaína: es la droga ilegal que mueve más dinero del mundo. Sus efectos consisten en la sensación de euforia que muchas personas han aprendido a vincular con sus noches de fiesta, aunque se consume en todo tipo de contextos, muchas veces en solitario. A la larga, produce efectos de alucinaciones y paranoia, dejadez de la persona, falta de higiene, insomnio, trastornos alimentarios (se deja se comer como corresponde o “se olvida” de la alimentación).
- Heroína: Conocida como la droga de la gente pobre, la heroína está vinculada a altos grados de marginalidad y a la transmisión de enfermedades. Sumamente adictiva, al principio general bienetar, reljación y aluciones, pero luego, genera todo loopuesto. El impulso de consumirla por la adicción que produce es tan intenso que aspectos como la higiene, la alimentación, o la garantías sanitarias pasan a un segundo plano.