Varios estudios revelaron que cuando se trata de detectar el engaño, los sentimientos automáticos pueden ser más precisos que el pensamiento consciente para ayudar a los seres humanos a diferenciar las verdades de las mentiras. Esto se debe a que, de forma intuitiva sabemos leer perfectamente los signos que delatan los engaños, las falsedades y las mentiras.
La mente consciente puede obstaculizar nuestra capacidad para detectar si alguien está mintiendo. Esto podría deberse a que los seres humanos tendemos a buscar el comportamiento supuestamente estereotipado de los mentirosos, como inquietud, o cuando las personas evitan el contacto visual. Sin embargo, tal comportamiento no puede ser todo lo que indica una persona indigna de confianza. Sin embargo, estos comportamientos pueden no ser del todo indicativos de que una persona no es confiable.
Estos resultados no son mejores de los que nos daría contestar aleatoriamente, ya que tenemos estadísticamente hablando, un 50% de posibilidades de acertar. Por lo tanto, este es un hallazgo que parece estar en desacuerdo con el hecho de que los seres humanos solemos ser sensibles a los sentimientos de otros, lo que están pensando, etc.
La hipótesis planteada para el estudio fue que estos resultados aparentemente paradójicos pueden ser explicados por procesos inconscientes.
Los investigadores tomaron a 72 participantes a los que pusieron a ver vídeos de “sospechosos” en un simulacro de entrevista. Algunos de los sospechosos realmente habían robado un billete de $ 500 de un estante de libros, mientras que otros no lo habían hecho. Sin embargo, todos los sospechosos fueron instruidos para decirle al entrevistador que no habían robado el dinero. De este modo, un grupo de sospechosos estaba mintiendo, mientras que el otro grupo estaba diciendo la verdad. Cuando se les pidió a los participantes que dijeran de quién sospechaban que estaba mintiendo y quién estaba diciendo la verdad, las respuestas fueron bastante inexactas: sólo fueron capaces de detectar al mentiroso en un 43% de las veces, y quién decía la verdad en el 48% de las ocasiones.
Los experimentadores, sin embargo, también les pasaron a los participantes una prueba de pensamiento inconsciente. Se les mostró una serie de palabras, algunas de ellos asociados con la mentira y otras asociados a la búsqueda de la verdad. Lo que encontraron fue que los participantes mostraban una asociación inconsciente entre las palabras relacionadas con el engaño y los sospechosos que habían sido detectados como mentirosos. Del mismo modo, las palabras relacionadas con la verdad inconscientemente estaban asociadas con los sospechosos que había estado diciendo la verdad.
En la prueba de inconsciente, los participantes obtuvieron mucho mejor resultado que en la prueba conscientemente.
Estos hallazgos desafían la visión tradicional de los seres humanos como malos detectores de mentiras.