El abuso sexual infantil no es un problema nuevo, sino una de las formas de maltrato infantil que acompañó al desarrollo del hombre durante toda su historia, culturalmente ha sido aceptado como los griegos abusaban sexualmente de sus aprendices. Aparece en la literatura, en el cine y frecuentemente en noticias periodísticas. Es el más escondido de los maltratos y del que menos se conoce, tanto en el ambiente médico legal como en el social.
El abuso sexual infantil no ocurre solo en poblaciones marginales sino que abarca todas las culturas y todas las clases sociales. La apertura en las denuncias hace que puedan aparecer en las estadísticas.
El área de las relaciones interpersonales es una de las que suele quedar más afectada, tanto inicialmente como a largo plazo, en víctimas de abuso sexual infantil. Esta área fue la de mayor por ciento existente en la muestra, casi la totalidad de la misma presenta dificultades en el establecimiento de relaciones con los coetáneos y dificultades en los padres como pareja.
Destaca la presencia de un mayor aislamiento y ansiedad social, menor cantidad de amigos y de interacciones sociales, así como bajos niveles de participación en actividades comunitarias. Se observa también un desajuste en las relaciones de pareja, con relaciones inestables y una evaluación negativa de las mismas, entre otras. También, aparecen dificultades en la crianza de los hijos, con estilos parentales más permisivos en víctimas de abuso sexual al ser comparados con grupos control, así como un más frecuente uso del castigo físico ante conflictos con los hijos y una depreciación general del rol maternal.
Pero lo más importante es una investigación reciente que ha determinado a las personas con un trastorno bipolar tienen antecedentes de haber sufrido abusos o negligencia en la niñez podrían tener unos síntomas más graves y un riesgo más alto de suicidio. El hallazgo sugiere que los antecedentes de maltrato infantil podrían usarse como un indicador temprano de malos resultados en los individuos con trastorno bipolar.
Los investigadores, tras una revisión sistemática, realizaron un meta análisis de 30 estudios y encontraron que los pacientes bipolares que padecieron negligencia o abuso físico, sexual o emocional en la niñez eran más propensos a sufrir síntomas maníacos, depresivos y psicóticos más graves, en comparación con los que no habían sufrido abusos. También presentaban un riesgo más elevado de trastornos de ansiedad y de abuso de sustancias y alcohol.
Quienes sufrieron abusos en la niñez desarrollaron síntomas bipolares más de cuatro años antes, tenían casi cuatro veces más probabilidades de sufrir un trastorno por estrés postraumático y eran casi el doble de propensos a intentar suicidarse en comparación con aquellos que no padecieron abusos.
El estudio amplía la creciente evidencia sobre los efectos duraderos de salud mental del abuso y la negligencia infantiles, y los hallazgos respaldan la idea de que el maltrato puede afectar a los procesos neurobiológicos asociados con la progresión del trastorno.
Además de las consecuencias psiquiátricas establecidas del abuso, las mujeres que informan abuso infantil también siguen siendo vulnerables a la mortalidad prematura en la edad adulta. Por lo tanto, el abuso infantil denunciado puede tener ramificaciones a largo plazo para la salud y la longevidad en las mujeres.