La Mitomanía (mentira patológica) es un trastorno psicológico que lleva a la persona a mentir y distorsionar la realidad de forma compulsiva, hasta el punto de creer sus propias mentiras. En la mayoría de los casos se encuentra en personas con baja autoestima que buscan la atención de los demás.

El suizo Anton Delbrück la describió por primera vez en 1891. La mentira patológica es la falsificación constante de la realidad, esta distorsión de la realidad suele ser considerable y a la vez muy complicada. Puede manifestarse durante años o incluso toda la vida. Es un cuadro patológico donde la continua fabricación de falsedades desproporcionadas puede llegar a constituir un complejo engaño organizado. A diferencia de la mentira ordinaria, se origina en motivaciones patológicas y mecanismos psicopatológicos.

Características:

El mentiroso patológico puede ser consciente de que está mintiendo, o por el contrario creer que está diciendo la verdad. A menudo el individuo puede estar mintiendo para que su vida parezca más emocionante cuando en realidad cree que su vida es desagradable o aburrida. También, puede presentarse como falsos recuerdos, donde el mentiroso realmente cree que los acontecimientos ficticios son ciertos, sin ser conscientes de que estos eventos son fantasías de su mente que nunca han tenido lugar.

Hay pocos escritos sobre la mentira patológica. Se ha descrito que en el 40% de los casos existe una alteración previa del SNC (Sistema Nervioso Central): antecedentes traumáticos, infecciones, epilepsia o hallazgos patológicos en el EEG. Algunas investigaciones sugieren que ciertas personas tienen una “predisposición a la mentira”. Un estudio realizado ha observado una mayor proporción de sustancia blanca prefrontal en las personas que mienten de forma compulsiva. También, se ha observado la presencia de una disfunción hemitalámica derecha. Todos estos hallazgos sugieren que la fisiología puede jugar una función en su origen. Asimismo, este proceso patológico se ha atribuido según diversos autores a factores psicopáticos, como trastornos de personalidad límite, narcisista o histriónica.

En la sociedad un mitómano termina perdiendo toda su su credibilidad. A niveles íntimos se les ve como personas que no son de confiar. Los amigos tienden a alejarse de ellas y acaban siendo aisladas del grupo.

Sus síntomas se caracterizan por:

  • Las historias que cuentan no son del todo improbables, a menudo tienen algún atisbo de verdad y están muy bien formuladas (el mitómano piensa a fondo en todas las probabilidades de respuesta a las preguntas de sus interlocutores).
  • Las historias no son delirios o una manifestación de la psicosis: si se le presiona, la persona puede llegar a admitir que lo que cuenta no es cierto.
  • La tendencia a mentir es duradera, ya que se trata de una característica de la personalidad perturbada, y no es provocada por una situación inmediata o por la presión social.
  • El motivo último de sus mentiras es interno, no externo.
  • Las historias contadas tienden a presentarlo de forma favorable. Por ejemplo, la persona puede presentarse a sí misma como alguien increíblemente valiente, generosa, sabia, etc.
  • Mienten para sentirse importantes y porque no son capaces de comunicarse bien con otras personas. Con esta estrategia, son capaces de atraer la atención, porque exageran o inventan historias y anécdotas entretenidas.

La mitomanía o mentira patológica no es una enfermedad en sí misma. Representa un conjunto de síntomas que pueden mostrar a sí mismos en diferentes enfermedades mentales, particularmente en trastornos de la personalidad.