Dos prestigiosas asociaciones del Reino Unido (The King’s Fund y the Centre for Mental Health) han publicado recientemente un informe en el que se justifica la necesidad de abordar los problemas de salud mental de las personas que sufren enfermedades físicas de larga duración, tales como asma, trastornos cardiovasculares, diabetes, hipertensión, artritis o cáncer.
Muchas personas con enfermedades físicas crónicas presentan un riesgo muy elevado de sufrir problemas de ansiedad y depresión, lo que puede complicar gravemente los resultados del tratamiento, empeorar la evolución de la enfermedad física y reducir su calidad de vida. El costo de estas co-morbilidades resulta significativo para el sistema sanitario: dado que los problemas de salud mental (ansiedad y depresión) interactúan y acentúan los síntomas físicos del paciente, el coste sanitario de los pacientes con patología dual puede verse incrementado hasta el 45%. La desatención del sufrimiento psicológico en este grupo se traduce en la complicación de la sintomatología física, el aumento del número de visitas al médico y de los días de hospitalización, así como en una peor calidad de vida, con el consiguiente incremento de su discapacidad.
Habitualmente, las personas con enfermedades físicas de larga duración tienen dificultades de acceso a los recursos de ayuda en salud mental y no se tiene en cuenta su sufrimiento psicológico. Los médicos y especialistas que les atienden suelen centrarse en los síntomas físicos, obviando la carga psicológica que supone para estas personas enfrentar una situación de enfermedad crónica.
La calidad de la atención que se presta a este colectivo de pacientes podría verse mejorada significativamente mediante la integración del cuidado de los aspectos físicos y psicológicos en Atención Primaria y a través de la inclusión de la salud mental en los programas de rehabilitación y cuidado de las personas con enfermedades crónicas. La atención a este colectivo requiere, según el informe, el trabajo coordinado de los especialistas de salud mental con el resto de profesionales implicados. El establecimiento de estos cuidados integrados mejora notablemente los resultados terapéuticos, sin suponer un coste adicional, al reducir los días de hospitalización, optimizar los resultados del tratamiento y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
De esta manera, el documento subraya las ventajas (económicas y sociales) que supone, para los sistemas sanitarios y para los propios afectados, invertir esfuerzos en la prevención y en la identificación temprana de los problemas de salud mental, tan frecuentes en este colectivo.
Si bien cerca del 90% de los pacientes que sufren depresión son identificados en los servicios de Atención Primaria, este porcentaje se reduce notablemente si las personas presentan, además, alguna enfermedad física de larga duración. En estas circunstancias, los profesionales sanitarios sólo evalúan problemas de depresión en 1 de cada 4 pacientes, obviando esta evaluación en el 75% de los casos. Por este motivo, y según establece el documento, la evaluación de los problemas de ansiedad y depresión debería establecerse de manera rutinaria y sistemática en todos los pacientes con patologías físicas crónicas y especialmente con asma, trastornos cardiovasculares, diabetes, hipertensión, artritis o cáncer.