Mitomanía es un concepto complejo. Debajo de esta palabra se encontrarían todas aquellas personas que mienten de un modo compulsivo; es decir, de manera frecuente y con poco o ningún control.
La mentira es un elemento cotidiano que, precisamente por su facilidad para confundirse en el paisaje habitual, entraña peligros importantes. Peligros que crecen de manera exponencial cuando faltar a la verdad se transforma en un hábito.
Si te preguntaran por la frecuencia con la que mentís, ¿cuál sería tu respuesta? Todas las personas, en algún momento, eligen la mentira como instrumento para conseguir un propósito, ya sea para beneficio propio, del otro o de la comunidad. Sin embargo, esto puede ser un problema cuando deja de convertirse en mentiras aisladas y pasa a ser una costumbre en nuestro día a día. Aunque, como tal, el hecho de mentir de manera frecuente no es considerado una enfermedad, sí es vinculante en los comportamientos de determinados trastornos relacionados con la salud mental, como pueden ser: el trastorno límite de personalidad, trastorno obsesivo compulsivo o trastorno de la conducta alimentaria. También, estaría muy vinculada con el consumo de sustancias.
Las personas que están suscritas a mentir de manera frecuente son conscientes de que faltan a la verdad, de que juegan con un relato paralelo o tangencial. Sin embargo, su autocontrol es inferior a la intensidad o al poder que adquiere la tentación de utilizarlas. Por otro lado, es importante señalar que aunque sean conscientes de la derivación de su relato, en muchas ocasiones, a fuerza de repetirlo o utilizarlo llegan, en su cerebro, a fusionarlo con la realidad. Son victimas de sí mismas puesto que, no pueden controlar mentir de manera compulsiva.
Como se ha indicado anteriormente, son personas que por lo general fantasean mucho con la realidad y, esto les lleva a trabajar con una realidad paralela con el único fin de impresionar o generar admiración en otras personas. Suelen ser personas de baja autoestima y con pocas habilidades sociales que necesitan de esa «ayuda» para aceptar una parte de sus vidas. Por otro lado, lo eventual -mentir- suele convertirse en costumbre de manera gradual. Esta progresión, lejos de hacer que la persona se sienta mejor, suele ir hundiéndola poco a poco sin que su entorno entienda por qué. Su nivel de ansiedad basal suele ser elevado, ya que tienen que estar alerta para despistar a todo aquel que se acerque a la verdad. Esto les lleva a tener pensamientos que les animan a mentir de manera frecuente como solución a todos sus problemas; una tentación a la que difícilmente se pueden resistir. No obstante, estas características son las más comunes pero, no tienen que ser vinculantes para identificar una mitomanía.
Las causas que llevan a la mitomanía van relacionadas, en su gran mayoría, con los perfiles. Entre las más destacadas encontramos:
- Son personas insatisfechas con la vida que tienen o con algún aspecto de sus vidas.
- Piensan que su vida es mejor a raíz de sus mentiras.
- Generados por trastornos de la salud mental.
- Necesitan de un modo patológico tener todo tipo de atención, admiración y afecto de otras personas. No aceptan pasar desapercibidas.
- Baja autoestima.
- Problemas emocionales mal gestionados.
Las principales consecuencias de la mitomanía
- La mentira como algo necesario. Son personas que cuando acaban convirtiendo la mentira en algo común en su día a día. No obstante, no pueden controlarlo y acaba convirtiéndose en algo adictivo.
- Perdida de noción de la realidad. Aunque en todo momento son conscientes de sus mentiras, acaban generando un mundo paralelo.
- Falta de confianza. Indudablemente, la consecuencia principal que se genera en el entorno de esa personas. Si una persona está mintiendo de manera compulsiva y, el entorno ha sido consciente en varias ocasiones, lo más probable es que se desarrolle una falta de confianza en las cosas que cuente y todo se poca en duda. Esto a su vez, puede generar cierto enfado en la persona mitómana, generando cierto clima de crispación.
Cómo controlarlo
Son personas que se muestran satisfechas por no ser descubiertas. Este tipo de comportamiento les hace sentir más importantes. Sin embargo, cuando comienza cierta espiral de mentiras, que son difíciles de mantener, empiezan a experimentar angustia y, en muchas ocasiones, esto es vinculante para pedir ayuda. La mentira compulsiva tiene tratamiento y, el primer paso, es asumir este tipo de comportamiento. Sería una pérdida para la propia persona que padece este tipo de comportamiento, acudir a un especialista y, seguir mintiendo sobre su propia realidad. Es muy importante que la persona sea totalmente sincera con la persona que va a ayudarle y, para eso el primer paso y más importante es asumir el problema. La mitomanía es un comportamiento del que la persona puede recuperarse con diversas sesiones de terapia. En estas sesiones se trabajará desde la autoestima, las habilidades sociales o el control de impulsos.