A veces confiamos casi ciegamente en un profesional de la salud. Es lógico pensar que un mal psicólogo hará bastante daño a nuestra psiquis. Lo mismo sucede con cualqueir otra clase e profesional de la salud. Dar un mal médico, un fisioterapeuta, un terapeuta o psicoanalista, puede generar no sólo que no mejoremos, sino que terminemos empeorando.
Para detectar a un psicólogo “malo”, existen ciertas pautas que nos darán indicios de que ese profesional no nos está atendiendo como corresponde:
No cuida la conexión emocional
El psicólogo debe hacer sentir cómodo al paciente, pero jamás puede cruzar la línea emocional. La relación tiene que ser de confianza, pero estrictamente profesional. La atracción física, por ejemplo, es considerada desde muchas ramas de la psicología como un obstáculo para que la terapia o la intervención finalice con buenos resultados.
Nos juzga
Su tarea es comprendernos, no imponerse sobre nosotros. No tiene por qué compartir nuestro punto de vista, pero sí tiene que ser empático. Con la comprensión y herramientas adecuadas, nos puede ayudar, pero si nos critica, está entrando en un terreno personal que va más allá de su empleo.
No logra ayudarnos
Dentro de las ramas psicológicas, encontramos diversas especializaciones. Un profesional se puede encontrar con una diversidad enorme de casos y en varios puede no ser de ayuda. Es por eso que, si no tiene las competencias necesarias, lo ideal es dejarlo y consultar con otro psicoanalista. Hay que pensar que existen psicólogos especializados para cada uno de los problemas frente a los que la psicología puede ser un recurso muy útil. Lo más habitual es que un psicólogo tenga una visión amplia de todos estos problemas pero que solamente esté preparado para tratar un conjunto determinado de ellos.
No le da relevancia a nuestros problemas
Lo que para unapersona puede ser algo absurdo, para otro puede ser algo de gravedad. Por eso, un psicólogo tiene que valorar cada problema del paciente en su justa medida. Si lo infravalora, no entenderá bien los síntomas ni ofrecerá el tratamiento acertado.
Se concentra mucho en sí mismo
Si nuestro terapeuta se centra demasiado en sí mismo, es bien probable que se trate de un mal psicólogo. Algunos profesionales usan ejemplos propios para crear buen clima y buscar un terreno donde el paciente se identifique. Pero, si esto termina centrando su discurso en una lista de logros y situaciones personales suyas alejadas de nuestro problema, tal vez no sea el profesional que mejor nos pueda tratar.
Habla sobre otros pacientes
Un terapeuta tiene un pacto de confidencialidad total con su paciente. No puede hablar con otros sobre nuestro problema, ni viceversa. Si observamos que nos aporta información privada de otras personas a las que trata, incurre en mala praxis y, hasta podrías denunciarlo.
No nos escucha activamente
Nuestras emociones son sinceras y sensibles durante la terapia. Nos solemos abrir ante el profesional. Por eso, esta persona debe estar con los 5 sentidos en estado alerta. Tiene que saber interpretar cada una de nuestras palabras y gestos o, al menos dedicar toda su atención al servicio de este propósito. De lo contrario, faltará conexión y se perderán datos importantes para tratar con nuestra problemática.
No comprende nuestro sistema de valores
Todos tenemos un sistema de valores propio. Es factible que el mismo no concuerde con el de nuestro psicólogo. Sin embargo, esto no le da derecho a cuestionarlo. Si el profesional nos juzga y cree que sus creencias son mejores que las nuestras, está cometiendo nuevamente un grave error. Tal vez no le guste cómo pensamos, pero debe respetar nuestra postura.
Nos deriva a otro psicoanalista
No siempre un problema se arregla desde el campo estrictamente psicológico. Podría ser que otro profesional pueda ser de gran ayuda. Por ejemplo, en trastornos alimentarios. O, se puede dar el caso de que nuestro terapeuta ya no sea capaz de aconsejarnos y ayudarnos. Es en ese momento cuando nos va a derivar a otro especialista. Pero si no lo hace, nuevamente está incurriendo en mala praxis.
Es importante observar que el profesional que nos trata no posea varias de estas condiciones. No todo el que se hace llamar terapeuta tiene los conocimientos y la actitud necesaria para poder ayudarnos con nuestro problema.