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Detrás de muchos silencios se esconde la ira

¿A qué se debe la ira que hay detrás de algunos silencios? ¿Qué puede esconder? La ira es emoción que nos resulta adversa o displacentera cuando la experimentamos, por lo que no se suele reconocer socialmente su utilidad, lo que no quiere decir que no tenga. Hay personas que tras un conflicto no hablan, pero que acumulan ira en su interior. ¿Qué hay detrás de este comportamiento? ¿por qué lo hacen?

La Real Academia Española (RAE) define la ira atendiendo a distintas acepciones, de esta manera: 1. Sentimiento de indignación que causa enojo. 2. Apetito o deseo de venganza. 3. Furia o violencia de los elementos de la naturaleza. 4. Repetición de actos de saña, encono y venganza

Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos cuando percibimos un objeto, una persona, un lugar, un suceso o un recuerdo importante. Y además todas conllevan un mensaje. A nivel cerebral, la atención se ve alterada por las emociones que hacen subir de rango ciertas conductas guía de respuestas y activan redes asociativas relevantes en la memoria de cada persona. También sucede esto con la ira, aunque tenga tan mala prensa..

Ahora que conocemos un poco más sobre las emociones en general y en qué consiste a grandes rasgos la ira, veamos que hay detrás de ella cuando es silenciada. La ira es una elección y un hábito. Es una reacción aprendida ante la frustración y a resultas de la cual te comportás como preferirías no hacerlo. De hecho, la ira profunda es una forma de locura. Se es loco cuando no se puede controlar el propio comportamiento.

¿Cómo podemos darnos cuenta de la ira que hay detrás de algunos silencios?

Esta emoción, como cualquier otra, puede ser muy compleja y coexistir junto con varias emociones concatenadas. Es decir, cuando estamos experimentado la emoción de ira, lo más probable es que, además, podamos experimentar emociones como la culpa, la tristeza, la decepción, etc. Si en estos momentos nos pusiéramos a recordar alguna situación en la que hayamos podido experimentar ira, podríamos observar cómo va a aparecer en un contexto entre dos o más personas. Y es que, prácticamente, la mayoría de las emociones se dan en contexto interpersonales, cuando estamos frente a otras personas.

Así, si por ejemplo peleamos con una persona que apreciamos, a la que le rendimos afecto y la insultamos, comprobamos que la primera emoción que aparece es la ira, después puede ser que aparezca la culpa y luego puede ser que nos invada la tristeza debido al hecho de insultar a esa persona que apreciamos. Podríamos seguir poniendo un millón de ejemplos al respecto y nos daríamos cuenta de que realmente sucede así. En más, si lo aplicáramos a situaciones concretas nos sería incluso más fácil reconocerlo.

¿Qué hacer para combatir la ira que hay detrás de algunos silencios y sentirnos mejor?

Una buena forma de hacerlo es mediante la regulación emocional basada en mindfulness.

Cada vez son más las intervenciones basadas en esta práctica que abogan por incorporar en sus programas un apartado dedicado a la regulación emocional. El programa pionero en incorporarlo fue el MBSR (por sus siglas en inglés) o como se traduce en castellano: Programa de Reducción del Estrés basado en Mindfulness o atención plena.

El MBSR fue creado por Jon Kabat Zinn en 1979 en la universidad de Massachusetts. El programa MBSR enfatiza la capacidad de parar y ver antes de actuar, para aprender a desplegar comportamientos más eficaces y adaptados a los acontecimientos. Ahora bien, ¿cómo puede lograr la práctica de mindfulness regular nuestras emociones? ¿qué mecanismos utiliza para este fin? ¿cuáles son sus beneficios?

Se dice que las emociones poseen 4 componentes y, por lo tanto, 4formas de manifestarse.

Estos son:

  1. el corporal
  2. el cognitivo
  3. el sentimiento
  4. el impulso.

De esta manera, el hecho de poner nuestra atención en el cuerpo hace que nuestra mente genere menos pensamientos. Estos pensamientos que no hacen más que seguir alimentando la emoción de ira y que no podamos dejar de rumiar al respecto. Practicando mindfulness con regularidad, logramos romper ese círculo vicioso y evitar que aparezca el impulso del que hablábamos en el ejemplo anterior (insultar a otra persona).

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