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Maneras de incorporar la meditación en nuestra rutina cotidiana

Los efectos positivos de la meditación van más allá de lo subjetivo y lo emocional. Estudios científicos han comprobado su utilidad para reducir el estrés y los síntomas perjudiciales que éste causa en nuestro cuerpo. Convertirla en nuestra rutina cotidiana puede ser un reto complicado porque no siempre se dispone del tiempo necesario, pero una vez que se logra, los beneficios para la salud física y mental son inmediatos.

El estrés hace que el organismo produzca altos niveles de cortisol, una hormona que en exceso crea procesos inflamatorios que producen dolores musculares, de cabeza, de pecho y malestar estomacal. Adicionalmente, el cortisol causa insomnio, ansiedad, irritabilidad y reduce el apetito sexual.

Varios estudios demuestran que la meditación reduce el estrés al nivelar la producción de cortisol y ayuda a eliminar los problemas causados por el exceso de esta hormona. Por otra parte, se ha considerado el valor de la meditación como herramienta terapéutica en algunas enfermedades degenerativas como la fibromialgia. La meditación provee beneficios cognitivos y psicológicos que persisten durante todo el día. Los cambios en la estructura del cerebro están detrás de esas mejorías.

Maneras de incorporar la meditación en nuestra rutina cotidiana

La meditación consiste en relajar la mente y liberarla del torbellino de pensamientos hasta conseguir alcanzar paz interior. Lo mejor es concentrarse en una cosa fija, puede ser visual o sonora. Si es visual podemos encontrar un punto fijo frente a nosotros. Puede ser una vela, una flor o algo simple. A partir de ahí, hay que enfocarse en el objeto y no pensar más allá de lo que estamos viendo. Si es un sonido hay que elegir uno que sirva como un mantra. Pueden ser palabras simples que inviten a la relajación o sonidos como el “ommm”, pronunciado desde el pecho.

Una de las técnicas más útiles y efectivas es concentrase en la respiración. Puede ser con los ojos cerrados o abiertos. Respirar lentamente por la nariz y sentir e imaginar el aire cuando inspiramos. En cada respiración, sentir como el aire entra hacia los pulmones y pasa por las diferentes partes del cuerpo oxigenando la sangre. Luego, expirar lentamente, también sintiendo cómo sale el aire. Una vez que termine la meditación sentiremos la mente liberada y relajada, y el cuerpo renovado. Los problemas quedarán atrás por algún tiempo y luego afrontarlos será más sencillo.

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