Los efectos positivos de la meditación van más allá de lo subjetivo y lo emocional. Estudios científicos han comprobado su utilidad para reducir el estrés y los síntomas perjudiciales que éste causa en nuestro cuerpo. Convertirla en nuestra rutina cotidiana puede ser un reto complicado porque no siempre se dispone del tiempo necesario, pero una vez que se logra, los beneficios para la salud física y mental son inmediatos.

El estrés hace que el organismo produzca altos niveles de cortisol, una hormona que en exceso crea procesos inflamatorios que producen dolores musculares, de cabeza, de pecho y malestar estomacal. Adicionalmente, el cortisol causa insomnio, ansiedad, irritabilidad y reduce el apetito sexual.

Varios estudios demuestran que la meditación reduce el estrés al nivelar la producción de cortisol y ayuda a eliminar los problemas causados por el exceso de esta hormona. Por otra parte, se ha considerado el valor de la meditación como herramienta terapéutica en algunas enfermedades degenerativas como la fibromialgia. La meditación provee beneficios cognitivos y psicológicos que persisten durante todo el día. Los cambios en la estructura del cerebro están detrás de esas mejorías.

Maneras de incorporar la meditación en nuestra rutina cotidiana

  • Ser realista con las expectativas: no hace falta dedicarle más tiempo del que tienes disponible. Se recomienda comprometerse a comenzar con 2 minutos diarios y tratar de aumentarlo a 5 minutos. Con el paso tiempo, cuando se aprecien los beneficios, será más fácil hacer meditaciones más largas.
  • Usar ropa cómoda: para bloquear todos los factores externos, es importante usar ropa cómoda. Prendas que apretan, den calor o incomoden de alguna forma, evitarán que la mente se relaje y se convertirán en una distracción que hará perder el foco. Lo mismo ocurre con una posición. Lo ideal es conseguir una postura cómoda que se pueda mantener sin que se convierta en una molestia. Incluso meditar caminando puede ser una buena solución.
  • Buscar diariamente un tiempo libre: para que realmente la meditación se convierta en un hábito, lo mejor es encontrar un momento preciso del día, o sea, tener un tiempo libre. Lo más recomendable es en las mañanas, porque ayuda a despertar los sentidos y prepara el cuerpo y la mente para el resto del día. Sin embargo, si no se puede en las mañanas, también sirve durante el descanso del almuerzo o en las noches. Lo importante es encontrar los dos minutos diarios en tu rutina habitual.
  • Elegir un lugar accesible: lo mejor es encontrar un lugar tranquilo, donde no haya ruidos ni distracciones. Puede ser en la casa, en la oficina o en un parque. Lo fundamental es que en ese espacio no haya interrupciones o molestias. Es conveniente dejar en silencio o apartados de nuestro alcance accesorios como el celular para asegurar que se respeta el tiempo de meditación.
  • Utilizar algún tiempo extra: si bien hay que encontrar una hora fija en la rutina, también se pueden agregar pequeñas meditaciones a lo largo del día. Puede ser concentrándote en el camino a casa, enfocándote en la comida durante el almuerzo o al tomarte un té o un café.

La meditación consiste en relajar la mente y liberarla del torbellino de pensamientos hasta conseguir alcanzar paz interior. Lo mejor es concentrarse en una cosa fija, puede ser visual o sonora. Si es visual podemos encontrar un punto fijo frente a nosotros. Puede ser una vela, una flor o algo simple. A partir de ahí, hay que enfocarse en el objeto y no pensar más allá de lo que estamos viendo. Si es un sonido hay que elegir uno que sirva como un mantra. Pueden ser palabras simples que inviten a la relajación o sonidos como el “ommm”, pronunciado desde el pecho.

Una de las técnicas más útiles y efectivas es concentrase en la respiración. Puede ser con los ojos cerrados o abiertos. Respirar lentamente por la nariz y sentir e imaginar el aire cuando inspiramos. En cada respiración, sentir como el aire entra hacia los pulmones y pasa por las diferentes partes del cuerpo oxigenando la sangre. Luego, expirar lentamente, también sintiendo cómo sale el aire. Una vez que termine la meditación sentiremos la mente liberada y relajada, y el cuerpo renovado. Los problemas quedarán atrás por algún tiempo y luego afrontarlos será más sencillo.

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