Resiliencia y trauma son dos conceptos que están íntimamente relacionados. Piensa en la situación más dolorosa que pueda haber soportado alguien o que hayas tenido, ¿qué hacer ante ese dolor tan profundo? ¿Es posible encontrar una salida? ¿Cómo acompañar a alguien en esta situación? La clave está en comprender que resiliencia y trauma están estrechamente relacionados. Al hacerlo, podría ser más fácil encontrar una solución para hacer frente a esa situación de dolor profundo.

Según la Real Academia de la lengua Española (RAE), el trauma es “un choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente”. Esto quiere decir que, tras una experiencia la persona llega a sentir un dolor -normalmente intenso- que se perpetúa en el tiempo. La resiliencia, sería “la capacidad de adaptación, de, un ser vivo ante un agente perturbador o situaciones adversas”. En otras palabras, aquella facultad de sobreponernos cuando la corriente sopla en contra. Ambos son conceptos estudiados por la psicología, ya que esta disciplina al estudio de nuestro comportamiento, emociones y pensamientos. Así, aborda tanto las situaciones que nos resultan difíciles como las habilidades para superar los obstáculos y nuestra capacidad de autorrealizarnos.

Resiliencia y trauma se asocian a través de la dificultad. La primera habla de la fuerza para superarla, la segunda habla del eco o poso que esta puede dejar. Además, aunque con la resiliencia podamos levantarnos cuando la inercia no ayuda, su puesta en marcha como instrumento no implica necesariamente la superación de un trauma. Entonces, cuando hablamos de resiliencia nos referimos a una capacidad de adaptación, con o sin experiencia traumática. Por otro lado, la resiliencia suele ser un recurso valioso, un instrumento, para reducir o eliminar las limitaciones que puede imponer un trauma. Pensemos que las reacciones al trauma pueden variar según la persona, pero suelen ser de profundo dolor. Por ejemplo, en niños de 6 a 9 años podrían ser: Incapacidad para prestar atención, Conducta perturbadora, Retraimiento extremo, Dolores de estómago, Depresión, Irritabilidad, Culpa, Conducta agresiva.

Actualmente, al ver las consecuencias que se pueden derivar de un trauma, los psicólogos y pedagogos están promoviendo la educación afectiva en la que se incluya la resiliencia como aprendizaje para que se pueda potenciar desde edades tempranas, y los niños sepan hacer frente a las situaciones difíciles. Como el trauma puede llegar a ser inevitable, y se trata de un asunto subjetivo, porque cada quién asume las experiencias de forma distinta, es importante desarrollar herramientas que nos ayuden a fortalecernos y a saber cómo adaptarnos, aunque haya habido crisis. Además, hay diversos factores que influyen en la capacidad de superar la adversidad del trauma psíquico, vemos algunos:

  • Neurobiológicos.
  • Traumas previos.
  • Creencias.
  • Capacidad de sublimación.
  • El proyecto de vida.
  • Humor.
  • Mecanismos de afrontamiento.
  • Apego adecuado.

Boris Cyrulnik, es un neurólogo, etólogo y psicoanalista, que se ha dedicado a estudiar la resiliencia y el trauma. Ha publicado diversos libros en los que trata ambos asuntos y a través de los cuáles propone estrategias para sobreponernos a los problemas ante una situación traumática. Él está convencido de que el arte es un medio poderoso para ponerle nombre a aquellas situación traumáticas que son tan difícil expresar en palabras. Según este experto, a través del proceso creativo vamos comunicando poco a poco esos asuntos inconscientes que gobiernan nuestra angustia. Además, en sus relatos incluye ejemplos de cómo se puede ser resiliente a pesar de dificultades extremas. Por ejemplo, ante el posconflicto. Lo maravilloso de su investigación es que no solo lo hace desde el lugar del investigador, también incluye su propia historia, para demostrar cómo sí es posible sobreponerse a los problemas ante situaciones traumáticas.

Todos podemos pasar por experiencias traumáticas, lo importante es ser capaces de abrir nuestras alas e ir tras nuestras metas sin dejar a un lado lo que sentimos y pensamos. A veces podemos necesitar ayuda, otras nos ayudaremos a través del arte, cada uno tendrá un camino propio. No se trata de olvidar la experiencia que nos afectó. Se trata de transformar el dolor en un motor que nos ayude a sobreponernos a la adversidad. De ir a lo más profundo de nuestro ser, explorarnos y seguir adelante con nuestros valiosos recursos. De potenciar nuestras capacidades y desarrollar cada vez más la resiliencia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *