El error humano es parte de nuestro aprendizaje. Los grandes progresos de la humanidad se han construido a base de fracasos. A veces, estos errores pueden herir a otras personas y es en ese punto donde surge la culpa la cual termina siendo un un sentimiento autodestructivo que puede convertirse en una sombra muy pesada.

En lugar de cargar con la culpa y, que esta nos impida ser felices, es importante que aprendamos a enfrentarla y hagamos lo posible por recuperar esa sensación de calma. Es primordial ser capaces de refelxionar para ayudar a comprender el sentimiento de culpabilidad y, de esta manera, poder soltarlo aprendiendo discernir el origen de la culpa y llegar a hacer las paces con uno mismo.

Para solucionar cualquier problema, primero debemos ser conscientes de ello. Muchas personas sufren sin saber por qué y no buscan el origen del dolor y la culpa. Por lo tanto, el primer paso hacia una recuperación de la tranquilidad es indagar en nuestro interior. Buscar el momento o las situaciones que nos han creado el estado de negatividad. Después, debemos exteriorizarlo y compartir, con una persona de confianza o con un profesional, nuestras debilidades. Nadie es invulnerable y pedir ayuda no nos debe avergonzar. Existen métodos y terapias personalizadas que aplican los psicólogos para tratar las faltas de autoestima y el sentimiento de culpa. Por otra parte, debemos ser pacientes. Todo cambio interior es gradual y requiere su fuerza de voluntad y su esfuerzo. Ser constante y no no desanimarse si vienen días difíciles. Los “monstruos” de la culpa se alimentan de los puntos débiles de la personalidad. Ganarles la batalla solo depende de uno mismo.

  • El primer paso para liberarnos de una carga de culpabilidad es pedir perdón. Si la culpa tiene como causa un daño cometido a otra persona, debemos asumir nuestra responsabilidad. Afrontar con valor el momento y, con humildad, pedir perdón de corazón. Es importante poner todo de nuestra parte. Hacer lo que esté en nuestra mano para poder enmendar el error. No es bueno dejar pasar meses o, incluso años, alargando una situación de conflicto. Debemos derribar el muro emocional y el miedo a enfrentarnos al problema. Si cargamos con una gran culpa, vamos a estar intranquilos, tristes, decepcionados o en estados depresivos o de ansiedad.
  • El insomnio relacionado con un sentimiento de culpabilidad es muy habitual. Intentamos darle mil vueltas al problema. Reconstruimos en nuestra mente, una y otra vez, las situaciones dolorosas. En general, no nos damos cuenta del daño que no estamos haciendo a nosotros mismos. Debemos hacer las paces con nuestro pasado para poder dormir bien y mejorar nuestra salud. El remordimiento de conciencia nos impide descansar por las noches. A su vez, produce taquicardias, hipertensión, estrés, ansiedad, depresión e insomnio. Existen ejercicios de respiración para relajarnos y poder conciliar el sueño. También podemos tomar alguna infusión relajante como la valeriana o la pasiflora.
  • No podemos cambiar el pasado: por más que uno quiera, no podemos cambiar el pasado. No podemos retroceder en el tiempo para tomar otras decisiones más acertadas. Debemos aprender a seguir nuestra vida y, con inteligencia emocional, saber pasar página. Detenernos en una situación pasada no puede determinar nuestra vida futura. Hay dolores que tienen un periodo de duelo y pasan con el tiempo, pero también hay dolores que solo se solucionan con la aceptación y la resignación. Aceptar y asumir nos hará más fuertes en el futuro. La culpa también tiene un tiempo de cicatrización hasta su completa cura.
  • Ser dueño de nuestros pensamientos: No podemos permitir que el pensamiento se desborde hasta el punto de herirnos. Repetir como una obsesión un sentimiento de culpa no soluciona nada.

En este sentido, podemos probar alguno consejos para dominar pensamientos negativos de culpa:

  • Realizar un listado o escribir sobre lo que nos pasa, sean cosas no tan positivas pero, por sobre todo, las buenas que nos están sucediendo.
  • Relajar la mente con meditaciones y momentos para nosotros mismos, evitando interrupciones.Visitar entornos de la naturaleza que nos brinden paz y sosiego (playas, bosques, campo abierto, etc.).
  • Realizar actividades creativas o que sean motivadoras.
  • Potenciar nuestra actividad física y utilizar la energía para canalizarla a través de la misma.
  • Trata de mejorar tu lenguaje corporal.

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