Es un gran error pensar que debemos reprimir las emociones. De hecho, exteriorizar y expulsar nuestras emociones es una necesidad. El impedimento de la fluidez de las emociones nos puede causar alteraciones tanto físicas como mentales, y no precisamente de las buenas. Expresar nuestros sentimientos es una parte fundamental en nuestra vida. Bien sea con nosotros mismos o con la gente que nos rodea, siempre seremos un mar de emociones.

Entre los problemas emocionales más habituales podemos encontrar:

  • Una reacción indebida o incoherente a cierto momento vivido.
  • Una respuesta sin sentido al momento vivido.
  • Emociones limitadas no acordes a lo que se vive.

Las expresiones emocionales son una parte fundamental de la inteligencia emocional. Debemos ser capaces de aprender a expresarnos emocionalmente, y la empatía es una pieza fundamental. Liberar las emociones nos hace sentir más libres, sobre todo si estas son negativas. Este proceso de liberarse de las emociones negativas es lo que se conoce como catarsis. Retener las emociones se puede convertir en una gran carga para nuestro subconsciente y esto conlleva a vivir una vida menos plena.

El retener emociones como el odio o la ira, pueden hacer que una persona mentalmente sana deje de serlo. Soltar nuestras emociones da como resultado mayor liberación emocional, que se traduce en mayor tranquilidad. Esto sería equivalente a alivio físico que se siente al quitarse una gran carga pesada de los hombros. El resultado sería favorecer al estado emocional y su bienestar, pero expresar las emociones es algo que debe aprenderse a canalizar y expresar. Esto nos ayudará a la comunicación en el día a día.

Reprimir las emociones puede repercutir en la función de algunos órganos. Por ejemplo, el empeoramiento de padecimientos estomacales y hepáticos, como las úlceras, pueden asociarse con esto. Acumular sentimientos tristes puede afectar los pulmones. Por su parte, el miedo excesivo que se acumula, puede afectar riñones y vejiga. Se puede sentir que se contrae el estómago, se retuercen los intestinos o se producen dolores de cabeza muy fuerte. Además, se puede empezar a padecer de insomnio, caer en depresión y muchas otras afecciones físicas y mentales. Al expresar nuestras emociones no es únicamente nuestra mente la que se beneficia, sino nuestro cuerpo entero.

Nuestro cerebro y las emociones nos ayudan a fijar la manera de conocer, lo que decidimos conocer y cómo lo explicamos. Los seres humanos somos seres emocionales, inclusive más que racionales, asique actuamos y después pensamos. La gran mayoría de las acciones humanas se basan en alguna emoción, ya sea el amor, el rechazo o la indiferencia (el mayor motivo de nuestras acciones). Es fundamental para nuestra salud psicológica el poder expresarlas. Sin embargo, al expresar nuestras emociones, bien sea positivas o negativas (especialmente si son negativas) debemos tomar consciencia de los sentimientos de las demás personas. Y aquí es cuando entra en juego la asertividad, que es la capacidad de expresar nuestras ideas, preocupaciones o convicciones, de una forma clara, franca, respetuosa y serena, sin que haya necesidad de agredir a otros, sin que nuestras emociones se desborden.

Desarrollar esta capacidad es sumamente importante para nuestra salud física y mental. Ser asertivo permite expresar las emociones en el momento en que surgen, bien sean negativas o positivas. El truco está en no desproporcionarlas. Es decir que tenemos la capacidad de expresarlas en su justa medida, sin agredir ni gritar, incluso si son muy negativas. Lo bueno de todo esto es que liberar las emociones permite ahorrar muchos padecimientos futuros.

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