Hay diferentes formas de pensar que limitan nuestra creatividad, que nos sumen en la agonía más intensa y que provocan que, en ocasiones, nos terminemos metiendo en el rol de víctimas. El evitar todas aquellas formas de pensar que nos hacen daño nos ayudará a seguir creciendo. Hay que aceptarnos como somos, que no somos perfectos, sino perfectibles y, permitirnos fallar para poder aprender de nuestros errores. Debemos aprender a ser conscientes de estas formas de pensar tan perjudiciales para nosotros y que, en ocasiones, provocan que pongamos un muro a nuestro alrededor.

¿Cuáles son las formas de pensar que limitan nuestra mente?

  • No poder dejar de pensar en ciertos temas

Existe algo denominado “pensamientos rumiantes” que se convierten en una bola cada vez más grande hasta que empiezan a superarnos y se manifiestan en forma de ansiedad o dolor físico. Algo que ha provocado en nosotros un sentimiento de vergüenza, una situación que ha hecho que aflorase en nosotros la culpa, puede hacer que este tipo de ideas obsesivas sobre cómo podrías haberlo evitado nos terminen acosando constantemente. Terminamos sin poder dormir bien, no podemos comer bien, no logramos disfrutar de la vida y nuestra cabeza se convierte en un trobellino de pensamientos que nos van carcomiendo y a los cuales no podemos ponerles fin. Aprender a soltar será esencial para no aferrarnos a estas ideas tan dañinas y que no nos llevan a ningún lado más que a “torturarnos”. ¿Acaso resolvemos algo dándole vueltas a una misma situación que ya forma parte del pasado?

  • Buscar hacer todo de manera perfecta

Para quienes son perfeccionistas, en muchas ocasiones, esto los bloquea y les impide aceptar algo que ya ha finalizado. En el supuesto caso de que estemos con un proyecto entre manos, le dedicaremos horas y horas a revisarlo buscando la perfección absoluta. Sin embargo, seguro que uno es consciente de que esto es algo muy subjetivo y que, en realidad, la excelencia no existe. Seguro que lo que se tiene miedo es al fracaso, a perder, al rechazo, o a terminar haciendo las cosas mal. Sin embargo, en el caso de que estas situaciones sucedan, nada tiene de negativo ya que nos sirve para aprender y crecer. Con la perfección jamás podremos mejorar, pero con la prueba y error, sí. Hay que aceptar que no somos perfectos, dar lo mejor de nosotros mismos y buscar seguir creciendo.

  • Dejar las cosas para “mañana”

Es como una manía que muchos tenemos y que provoca que siempre dejemos algo que queremos hacer para el día siguiente. Lo que sucede es que en la mayoría de las ocasiones esto se continua postergando hasta que cae en el olvido. Excusas como que hay que ahorrar y no desperdiciar el dinero en ese viaje que tanto desearíamos o no darnos ese gusto aunque podamos porque pensamos que no está bien hacerlo, son maneras en las que de a poco vamos boicoteándonos e impidiendo disfrutar de la vida. Es importante recordanos que no debemos esperar a tenerlo todo para disfrutar de la vida. Una forma de evitar esto es vivir cada día como si fuera el último, pero no en el sentido de derrochar hasta más no poder, sino de disfrutar, de permitirnos hacer lo que queremos. Solo tenemos una vida y, quién sabe dónde estaremos el día de mañana.

  • La culpa

La culpa, en sus dos formas (culpar a los demás o sentirte culpable), es muy dañina. No nos deja vivir y nos encasilla. Cuando nos culpamos, estamos estancados y no somos capaces de salir de donde estamos, quedamos paralizados y sumidos en los pensamientos rumiantes que nos acosarán. Cuando culpamos a los demás, nos nos “hacemos cargo” de lo que hemos generado, escapamos de la responsabilidad que deberíamos tener sobre una situación y, esto nos aporta inmadurez y falta de perspectiva. Es importante encontrar el equilibrio necesario entre culparse y culpar a los demás para abandonar estas dos formas de pensar que están limitando nuestra mente.

Muchos de nosotros hemos experimentado estas formas de pensar que nos hacen sentir mal, que nos paralizan y que impiden que vivamos felices y plenos. La realidad es que no nos merecemos pasarlo tan mal cuando somos nosotros mismos los que nos hemos metido en esa encrucijada. Debemos recordar que las peores tormentas son las que se forman en nuestra mente, no las que en realidad están ocurriendo.

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