La mente humana sigue siendo una de las mayores incógnitas que existen. Delirios, estados disociativos, experiencias abrumadoras, anomalías cerebrales, etc. Tan inquietantes como atrayentes, ciertas patologías tienen la capacidad de fascinarnos y, de ayudarnos a contemplar la mente humana como algo maravilloso, infinito y asombrante.

Existen síndromes que no son muy comunes en la población pero son más conocidos, como el de Estocolmo o el de Diógenes pero, también existen otros que son más extraños e inusuales que afectan a más personas de lo que creemos.

¿Cuáles son los más desconocidos trastornos psicológicos?

Micropsia o macropsia: también es conocido como el síndrome de “Alicia en el País de las Maravillas.” Se trata de una afección neurológica en la que la percepción de la imagen, el espacio y el tiempo se distorsiona. El síntoma más preocupante es la alteración de la imagen corporal, ya que quien lo padece está confundido con respecto al tamaño y a la forma de partes de su cuerpo. Esto ocasiona verdadero temor y alarma. Este trastorno se asocia con migrañas, tumores cerebrales, consumo de drogas e infecciones.

Fuga disociativa: la persona que sufre este episodio viaja de manera inesperada y deambula perplejo por el lugar sin ser consciente de su identidad y de la razón que lo ha llevado hasta allí. Generalmente, estos episodios se precipitan por el padecimiento de un fuerte período de estrés emocional y físico, la ingestión de sustancias psicotrópicas, ciertas enfermedades médicas, entre otras afecciones.

Paramnesia reduplicativa: consiste en la creencia delirante de que un lugar ha sido duplicado, es decir, que existen simultáneamente copias de ese mismo lugar. Es algo así como que el paciente siente que hay mundos paralelos.

Delirio de Cotard:  la persona afectada tiene la creencia delirante de que está muerto, de que no existe, de que se encuentra en estado de putrefacción o que ha perdido su sangre u sus órganos internos. Se observa con mayor frecuencia en pacientes con depresión psicótica o con esquizofrenia.

Delirio de Capgras: quien lo padece tiene la firme convicción de que una persona cercana ha sido reemplazada por un impostor idéntico. Este síndrome o delirio es más frecuente en las personas con esquizofrenia, aunque también se da en pacientes con demencia, epilepsia o con traumatismos craneoencefálicos.

Síndrome de Fregoli: es el inverso al delirio de Capgras. En este caso, la persona que lo sufre tiene la angustiosa creencia de que diferentes personas son, en realidad, una sola persona que cambia su apariencia o que se disfraza. Al igual que el Capgras, ocurre con mayor frecuencia en personas con esquizofrenia, aunque también se ha presentado en pacientes con demencia, epilepsia o lesiones cerebrales traumáticas.

Síndrome de la mano extraña: las personas que lo padecen creen que su propia mano no pertenece a sí mismos, sino que tiene vida propia. A veces, las personas con esta dolencia personifican el miembro extraño y creen que este ha sido poseído por algún espíritu o algo similar. Generalmente, este problema aparece en personas que han sufrido daños en el cuerpo calloso, el cual une los hemisferios cerebrales.

Síndrome del acento extranjero: la persona que lo padece habla en su lengua materna pero con acento extranjero. Es una enfermedad muy poco frecuente y suele ocasionarse tras un fuerte traumatismo craneal o alguna lesión que afecte a los núcleos cerebrales del habla.

Síndrome de Diógenes: se caracteriza por la dejadez extrema, el aislamiento social, la apatía y la acumulación compulsiva de basura. Se encuentra principalmente en los ancianos y se asocia a la demencia progresiva. Se lo denominó así por el filósofo griego Diógenes de Sinope (412 o 404 a. C. hasta 323 a. C.), quien se dice era muy cínico y minimalista. Su filosofía se basaba en la creencia de que el propósito de la vida era vivir una vida de virtud, de acuerdo con la naturaleza y rechazando todos los deseos convencionales (riqueza, poder, salud y fama). Se dice que vivió en un barril de vino en las calles de Atenas. Era famoso por su descaro y desparpajo en sus intercambios con Alejandro Magno.

Síndrome de Estocolmo: se caracteriza por la simpatía y lealtad que una persona secuestrada le profesa a su secuestrador. Este síndrome se ha descrito en secuestros, violaciones, abuso infantil, sometimiento conyugal, etc. Como curiosidad, este síndrome debe su nombre al robo de un banco en 1973 en Estocolmo (Suecia). Los rehenes quedaron tan unidos emocionalmente a sus secuestradores que incluso llegaron a negarse a testificar en su contra.

Síndrome de Lima: es el caso contrario al síndrome de Estocolmo. Los rehenes acaban resultando simpáticos a sus captores, los cuales sucumben a sus deseos y necesidades. Es posible que esta reacción obedezca a los sentimientos de culpa y a la indecisión moral de los secuestradores. El origen del nombre surgió a partir de la toma de rehenes en la Embajada japonesa de Lima (Perú). Catorce miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) tomaron a cientos de rehenes durante varios días. Entre ellos, políticos, diplomáticos y militares. Pero, con el paso del tiempo, los secuestrados fueron siendo liberados gracias a que los secuestradores comenzaron a entender la situación que estos estaban viviendo.

Síndrome de Stendhal: se caracteriza por la ansiedad física y emocional, por las experiencias disociativas, por la confusión e incluso por las alucinaciones que una persona padece cuando contempla una obra de arte. Generalmente, esto sucede cuando se está observando una obra particularmente bella o se concentra de manera exagerada en una sola creación. Podemos designar bajo el mismo rótulo a la reacción similar que experimenta una persona cuando se enfrenta a una inmensa belleza en el mundo natural. Por lo general, esta experiencia es limitada y las personas afectadas no necesitan una intervención que vaya más allá de las medidas de apoyo.

Síndrome de París: suele darse en ciudadanos japoneses durante su visita a la capital francesa. Estas personas sufren una crisis nerviosa durante su visita; no obstante, también se ha observado en los turistas japoneses que visitan cualquier parte de Francia o de España en general. Parece ser un cuadro grave derivado del choque cultural, a partir del cual experimentan síntomas físicos y emocionales de ansiedad, tales como desrealización, despersonalización, ideas delirantes, alucinaciones, etc. De los 6 millones de turistas japoneses que visitan la ciudad cada año solo hay unos 20 afectados. Se sospecha que los desencadenantes pueden ser la idealización, la barrera del lenguaje, el cansancio físico y mental y la confrontación con hábitos culturales radicalmente diferentes.

Síndrome de Jerusalén: se caracteriza por la presencia de ideas obsesivas, delirios u otro tipo de experiencias relacionadas con temáticas religiosas. El síndrome no se limita a ninguna religión y suele surgir en personas que tenían un historial de enfermedad mental anterior a su estancia en Jerusalén. Por más extraño que suela sonar, estos delirios o ideas obsesivas suelen disiparse tras varios días alejados de esa zona.

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