Los delirios son juicios que no se ajustan a la realidad. Son resistentes a la evidencia, ya que la persona mantiene una gran convicción en ellos y no se dejan influir por la experiencia ni por conclusiones irrefutables. El hecho al que hacen referencia los delirios es de carácter imposible o altamente improbable.

La palabra delirio procede del latín «delirare», que equivale a «salirse del surco que se ha labrado». Entendemos entonces que el delirio puede asociarse a algo que se sale de lo normalmente establecido en la sociedad. Muy probablemente, si en los años 60 alguien nos dijera que podríamos hablar y ver en tiempo real a una persona estando ambos en dos continentes separados por miles de km., le responderíamos que «está delirando».

Características de los delirios

Existe cierta discrepancia entre los autores a la hora de dar una definición consensuada sobre lo que son los delirios. Esto nos lleva a no saber qué condiciones necesarias y suficientes deben darse para catalogarlos con toda seguridad. Sin embargo, sí hay una serie de características comunes:

  • Resisten el paso del tiempo.
  • No son modificables por la razón o la experiencia.
  • Son tratados como una verdad evidente.
  • El contenido del delirio es inverosímil o fantástico.
  • No se trata de una creencia compartida. Hablamos de algo propio y exclusivo de la persona.
  • Elevada preocupación de la persona que los sufre, quien se ve atenazada por las constantes rumiaciones que giran en torno al delirio.
  • Fuente elevada de malestar y afecta a distintos planos de la persona: social, laboral, afectivo, económico…

Por tanto, cuantas más características se den en el sujeto, mayor será la probabilidad de que estemos hablando de un delirio.

Es frecuente confundir delirios con falsas creencias. Sin embargo, existen unos puntos muy claros que nos pueden ayudar a diferenciar entre ambos conceptos.

  1. A diferencia de las falsas creencias, los delirios son totalmente increíbles o absurdos. No atisban el menor grado de validez o credibilidad posible.
  2. Creer en algo de lo que no se tenga una certeza absoluta, implica aceptar que podemos estar equivocados. Por ejemplo, podemos creer que hay vida inteligente en nuestra galaxia más allá del sistema solar, aunque admitamos la posibilidad de que quizás no sea así.
  3. Las creencias pueden ser modificadas y/o cambiadas, a diferencia de los delirios, que no pueden sufrir modificaciones desde la experiencia.
  4. Coeficiente de realidad: es de 1 para el delirio, mientras que una creencia, al no equipararse a la certeza absoluta, no alcanza nunca ese valor. Este punto, sin embargo, es discutido actualmente por algunos autores.

Dimensiones de los delirios

A- Modificabilidad:

Se ha demostrado que los delirios no son una entidad fija, sino que se corresponden mejor a grados de estabilidad. Por ejemplo, los pacientes pueden coexistir con tres fases de modificabilidad claramente diferenciadas:

  1. Implicación total y absoluta con el delirio.
  2. Convivencia entre delirio y realidad desmarcada de éstos. La persona duda de la veracidad de los delirios en algunos momentos.
  3. Fase no delirante: Caracterizada por la ausencia de delirios.

También hay que señalar que se producen situaciones por parte de familiares, allegados y profesionales que tratan a la persona delirante en las cuales no se ponen en duda sus delirios, provocando que la persona los pueda confirmar como reales. En definitiva, «dar la razón al paciente delirante».

B- Intensidad de los delirios:

Existen discrepancias entre los autores que señalan que la convicción o grado de intensidad de la persona respecto al delirio es absoluta (Jaspers, Mullen) y quienes consideran que éste es un aspecto gradual (Strauss, 1969). Sin embargo, la mayoría considera que en la práctica clínica se debería consultar de forma más continuada con el paciente sobre su grado de convicción.

C- Apoyos culturales

Contradecir el «status quo» establecido en la sociedad del momento ha estado siempre asociado al delirio. Personalidades como Galileo Galilei,  Ignaz Semmelweis, Clara Campoamor o Nikola Tesla fueron calificados de «expertos delirantes» o locos por sus ideas. El tiempo demostró que de ningún modo podían ser consideradas así.

D- Preocupación

Los delirios comparten con las ideas obsesivas y sobrevaloradas una excesiva preocupación que atormenta al individuo, Busca reafirmarlas y se siente incapaz de ponerlas en duda.

E- Plausibilidad

Los delirios son extravagantes, asociados de forma prácticamente indivisible a una falsedad absoluta.

Origen de los delirios

En la actualidad se acepta que hay varias causas que pueden explicar el origen de los delirios. Sin embargo, queda mucha investigación por delante. Algunos de estos principios son:

A- Disfunciones cerebrales

Una disfunción cerebral, a grandes rasgos, es una afección del sistema nervioso central. En lo que refiere a este punto, una intoxicación por drogas puede provocar una disfunción cerebral que culmine en la presencia de delirios.

B- Personalidad y delirios

Parecen existir distintos patrones de personalidad proclives al origen de determinados delirios. Krestchner indica que hay tres tipos de personalidad que pueden dirigir a la persona hacia un perfil delirante:

C- Afecto y delirios

Estados emocionales alterados pueden explicar la génesis de un delirio. Hablamos de las emociones como el enfado, la vergüenza, la culpa o la envidia.

D- Sobrecarga cognitiva

Estaría relacionada también con la personalidad. Personas con un alto grado de control en sus acciones, que caen en las rumiaciones excesivas, pueden facilitar que se generen delirios (Maher,1988)

E- Variables interpersonales

Los individuos con un bajo nivel de socialización se ven más predispuestos a padecer delirios. Al no poder contrastar sus creencias con los demás, la pobreza de sus argumentos puede derivar en ellos.

F- Variables situacionales

Cambios culturales drásticos como guerras, inmigración, emigración, sordera o situaciones prolongadas de aislamiento pueden provocar la aparición de delirios.

Tipos de delirios

  1. Delirio de ser controlado: La persona siente y afirma que alguien la está controlando, dominando sus pensamientos y actos. Se convierte en poco menos que un autómata. Por ejemplo, un caso de este tipo sería aquel que comete un crimen porque gente del gobierno se lo ha ordenado, en contra de su voluntad.
  2. Idea delirante referente al propio cuerpo: En este caso, el individuo siente que su cuerpo está podrido, que le han extirpado el cerebro, o bien que siendo hombre se halla en estado de gestación.
  3. Delirios de celos
  4.  Delirios de pobreza: El protagonista siente que va a perder todo su dinero o bien que ya lo ha perdido. Por ejemplo, es el caso de un multimillonario que no utilizaba ninguno de los diecinueve cuartos de baño de su mansión porque estaba seguro de estar arruinado y no podría pagar el recibo del agua. Tenía una cuenta bancaria de 45 millones de dólares.
  5. Delirio de grandeza: Es el caso de los «falsos profetas».
  6. Delirio de referencia:  Considerar que el entorno está dispuesto negativa o peyorativamente para la persona. Un ejemplo de este tipo lo tenemos en la película  «El número 23
  7.  Delirante extravagante: Por ejemplo, la persona que afirma comunicarse con seres de otro planeta gracias a en su operación de rodilla le colocaron un intercomunicador para hablar con ellos a través del pensamiento.
  8. Delirante nihilista:  Considerar que nada existe  y que la persona vive en un mundo done nada ni nadie es real.  El síndrome de Capgras puede considerarse un ejemplo delirante nihilista.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *