«En la lucha contra la adicción, nuestra verdadera tarea consiste no tanto en señalar los efectos destructivos de las conductas adictivas, sino en reavivar la conciencia de la perfección que siempre nos habita». -Deepak Chopra-

El trastorno por consumo de drogas es un problema grave cada vez más extendido y cuyo inicio es cada vez es más temprano. En jóvenes, sobre todo, es crucial el papel de la autoestima en el consumo de drogas.

Desde la psicología se ha estudiado el origen y el mantenimiento de la conducta del consumo de drogas. Se han elaborado numerosas teorías y modelos explicativos en torno al fenómeno. Las más conocidas son aquellas que explican el inicio y el mantenimiento del consumo como un proceso de condicionamiento.

La autoestima es la valoración, positiva o negativa, que realizamos de nuestro autoconcepto: la descripción que hacemos de nosotros mismos. Además, es una herramienta muy útil para afrontar situaciones vitales difíciles. Un mayor o menor nivel de autoestima puede marcar la diferencia entre una estrategia de afrontamiento adecuada y una estrategia de afrontamiento equivocada. No es un factor unitario, sino multidimensional. Además, no todas las dimensiones ejercen la misma influencia en el inicio o mantenimiento de la conducta de consumo. No hay acuerdo en el número de dimensiones y, por lo tanto, vamos a centrarnos en aquellas que son relevantes para la explicación del papel que tiene la autoestima en el consumo de drogas.

  • Social: es la percepción de sentirse aceptado y de pertenecer a un grupo social.
  • Familiar: es cómo se percibe como parte de una familia y en las relaciones que se establecen dentro del núcleo familiar.
  • Académica: es cómo se percibe en el ámbito académico (si es el caso). Si se cree capaz de rendir académicamente cuanto se espera de él, si se considera buen o mal estudiante en relación con su capacidad cognitiva, si es capaz de superar los fracasos, …

Los resultados de las investigaciones indican que existe correlación negativa entre autoestima familiar y académica y consumo de sustancias. Es decir, a mayor nivel de autoestima familiar y académica, menor probabilidad de consumo de drogas. Mientras que la autoestima social se relaciona positivamente con el consumo de drogas: los jóvenes con mayor autoestima social son más propensos a consumir sustancias, lo cual resulta paradójico.

La autoestima social tiene que ver con la capacidad para interactuar en contextos novedosos, como el ocio nocturno. El consumo de sustancias ayuda a regular estas interacciones, lo que puede potenciar la autopercepción como ser social (de ahí la correlación positiva).

Existen numerosos autores que consideran que el papel de la autoestima es central a la hora de dar explicación al origen o mantenimiento del consumo de sustancias. Es decir, consideran que existe relación positiva entre un pobre autonocepto y una baja autoestima o autoconfianza y el consumo de sustancias.

Los autores explican que, ya que las drogas son dañinas y perjudiciales, solo personas con baja autoestima estarían dispuestas a ingerirlas.

Entre las citadas teorías encontramos:

  • Modelo ecológico social de Kumpfer y Turner. Este modelo se centra en el papel del estrés en el colegio y en la autoeficacia.
  • Modelo de aprendizaje social multidimensional de Simons, Conger y Whitbeck. Se centra en la autoestima, en las habilidades de interacción, en las habilidades de afrontamiento y en el distrés emocional.
  • Teoría de la interacción familiar de Brook, Gordon, Whiteman y Cohen. Esta teoría incluye un amplio rango de variables intrapersonales, considerando la autoestima como la más significativa.
  • Teoría del autodesprecio, de Kaplan, Martin y Robins. Se centra en la autoestima en general, por lo que nos centraremos en ella.

La teoría del autodesprecio

La teoría del autodesprecio, también llamada teoría del automenosprecio o teoría del autorrechazo, es un modelo explicativo de la conducta de consumo de drogas. Kaplan y sus colaboradores explican que la conducta desviada (consumo) respondería a una necesidad autocompensatoria del sujeto ante una escasa autovaloración.

La percepción negativa de uno mismo vendría determinada por experiencias sociales desfavorables, responsables del malestar psicológico y de su baja autoestima. En consecuencia, el individuo se aleja progresivamente de circunstancias que son fuente de malestar y busca alternativas que le ayuden a recuperar su autoestima.

Esto, junto con la accesibilidad de las sustancias ilícitas o la pertenencia a un grupo social que consume, por ejemplo, pueden provocar que estas conductas se vuelvan más probables. De hecho, al realizarlas, obtiene un reconocimiento por parte del grupo de iguales, alejándose al mismo tiempo de los comportamientos convencionales. Este razonamiento está en concordancia con la correlación positiva encontrada entre autoestima social y conducta de consumo.

Pese al considerable volumen de investigaciones que hay sobre el tema, todavía no hay acuerdo sobre la correlación entre autoestima y consumo de drogas. Sin embargo, sí se considera que la autoestima juega un papel importante. Esto ha hecho que el trabajo en mejorar la autoestima haya adquirido un papel central, no solo para la prevención del consumo de drogas, sino también, dentro de los programas de tratamiento para los trastornos por consumo, como primer paso del proceso.

La autoestima es una potente herramienta para afrontar situaciones difíciles. Por eso, cuanto más alta sea nuestra autoestima, mayor capacidad de afrontamiento, mayor capacidad de entablar relaciones sanas y mayor motivación. Esto es beneficioso tanto para rechazar las drogas o querer interrumpir el consumo como para poder afrontar una recaída.

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