El focusing es una práctica de enfoque corporal en la que se debe tomar conciencia de la conexión que tiene el cuerpo y la mente. Para poder lograr un estado emocional saludable, en este proceso la persona debe enfocarse en hallar las sensaciones que siente. Se trata de pensar en aquello que nos preocupa, cómo ocuparnos de ello y así poder evolucionar.

A diario acumulamos sensaciones y emociones de todo tipo, y algunas no siempre son positivas. Precisamente, por medio de esta técnica conocida como “focusing” podemos inspeccionar y luego mejorar la forma en que debemos enfrentarnos a las diversas situaciones que se nos presentan.

Esta técnica fue creada por un psicólogo y filósofo llamado Eugene T. Gendlin, en los años 60. Tras cientos de grabaciones y sesiones terapéuticas, Gendlin se dio cuenta de que las personas eran capaces de conectar con sus sensaciones por medio de sus sesiones y de ahí creó esta técnica o método compuesto por 6 pasos o movimientos que deben formar un proceso sin interrupciones de ningún tipo.

Pasos para realizar la técnica de focusing

1. Despejar un espacio : este es el primer paso para realizar el focusing, lo que se busca es mantener el contacto con el “yo” interior. Para ello tendremos que comenzar con unas respiraciones lentas para lograr relajarte. Este es el instante en que observamos nuestro, lo sentimos y permitimos que nos hable. Además, debemos preguntarnos qué es lo principal para nosotros en ese momento. Se debe sentir y dejar que elcuerpo responda mediante las sensaciones, sin palabras, sin expresar juicios ni estimar lo que se está sintiendo en ese momento. No se deben buscar razones.

2. Formar la sensación sentida: en este segundo paso no hay que profundizar en el problema, sino mantener la distancia. De los problemas que hemos identificado y que nos preocupan, debemos elegir uno, el que más nos inquiete, incomode o intimide. A ese problema le debemos prestar atención, pero no de la manera que acostumbramos (concentrándonos en el pensamiento). Luego, debemos concentrarnos en cómo nos sentimos con respecto a ese problema que sentimos en nuestro cuerpo. Así podremos alcanzar una razón corporal de la situación, de la molestia.

3. Encontrar un asidero: la sensación sentida la vamos a poder percibir de una forma borrosa. En ese instante permitimos que de esa sensación sentida emerjan imágenes, frases o palabras. Estas pueden ajustarse o no a la sensación. Cuando logramos sentir el ajuste perfecto, encontramos el asidero. El asidero es una etiqueta, temporal pero funcional, que nos va a permitir identificar la sensación sentida de modo global y lograr que regrese cuando desaparezca.

4. Resonar: tras sentir este asidero, iniciamos un movimiento circular que debe ir del asidero a la sensación sentida, y viceversa. Esto se hace para poder inspeccionar cómo hemos encontrado este ajuste de emociones. Podremos ver las señales de nuestro cuerpo, por muy pequeñas que sean, para saber que algo se está ajustando.

5. Preguntar: una vez hayamos visto cómo las sensaciones se van ajustando, debemos preguntarnos: “¿Qué hace (nombraremos el asidero que acabamos de encontrar) en todo el problema?” Es obligatorio sentir el acomodo entre la sensación sentida y el asidero. No puede ser solo un recuerdo. La respuesta de estas preguntas debe tener sentido total. Si no es de este modo, debemos formular la pregunta de nuevo, hasta obtener la respuesta del cuerpo. Nos mantenemos con la sensación sentida hasta que algo aparezca, y de esta forma vamos excluyendo los pensamientos que aparecen solos en nuestra mente. Cuando obtengamos la respuesta que se ajuste, podremos sentir un cambio en nuestro cuerpo.

6. Recibir: tanto si logramos sentir el cambio dentro de nuestro cuerpo como si no, tendremos que tomarlo con calma. El cambio dentro de nuestro cuerpo debe venir solo. No lo podemos controlar ni forzar y hay que entenderlo así, desde el sosiego.

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