A lo largo de la vida, a cada uno de nosotros le ocurren ciertos acontecimientos que pueden dar un vuelco a nuestro círculo social. En ocasiones, incluso, puede que decidamos eliminar todo contacto con algunas personas que hasta ese momento han sido importantes. Con el paso del tiempo, es posible que estas reaparezcan tratando de restablecer el vínculo; es entonces cuando podemos preguntarnos si dar segundas oportunidades es una buena decisión. Como en casi todo en esta vida que transitamos, la respuesta no es absoluta. Depende de las circunstancias, de las personas implicadas y, sobre todo, de los aprendizajes que cada uno haya realizado durante el tiempo de separación.

Lo primero que solemos preguntarnos cuando sopesamos si dar o no una segunda oportunidad es si esa persona habrá cambiado. Nadie desea volver a implicarse en una situación que le produjo dolor o frustración, volver al mismo estado del que costó tanto salir. La respuesta es sí: las personas cambian. Pero lo hacen cuando ellas lo deciden o las circunstancias les obligan, no necesariamente cuando nosotros lo necesitamos. Todos crecemos, evolucionamos y adquirimos una conciencia mayor de las consecuencias de nuestro comportamiento. Todos, en algún momento, podemos optar por el cambio. Pero esto ocurre en el momento en que cada uno está listo para enfrentarse a sus propias sombras. 

Cambiar es posible, pero no es una tarea sencilla y requiere de cierta motivación y tolerancia a la incertidumbre. Por ello, el cambio ha de surgir del interior, de un proceso introspectivo personal. Pocas veces un cambio real vendrá motivado únicamente desde el exterior. Por tanto, hay que ser cuidadoso cuando alguien irrumpa de nuevo en nuestra vida asegurando haber cambiado. Especialmente si esto sucede tras un corto periodo de tiempo. Probablemente, tal transformación no haya tenido lugar y la persona únicamente esté intentando decirnos lo que deseamos escuchar. Bajo estas premisas es muy posible que, si retomamos el contacto, las situaciones y los conflictos se reproduzcan.

Antes de optar por dar segundas oportunidades es recomendable dejar un tiempo para reflexionar acerca de lo que podemos aprender de esa relación. ¿Por qué no funcionó? ¿Qué me ha enseñado sobre mí y sobre lo que deseo en mis vínculos personales? ¿Qué cosas no estoy dispuesto a volver a aceptar en mi vida? Tanto si se trata de una amistad como de una pareja o un familiar he de saber en qué términos deseo que den las cosas. A continuación, es imprescindible tener una conversación asertiva con esa persona y dejarle claro lo que esperas recibir y lo que está dispuesto a dar. Esto ofrece la oportunidad al otro de explicarte su punto de vista y sus intenciones, y de aceptar o no las condiciones. No hay que temer mantenerse firme en nuestras convicciones. No hay que temer cerrar la puerta definitivamente a esa persona si trata de sobrepasar nuestros límites personales. Si laotra persona verdaderamente ha tomado conciencia de los errores y se ha transformado, comprenderá y compartirá nuestros objetivos.

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