Los 5 rasgos perfeccionistas que ocultan una depresión
Hoy en día, ya se fueron quebrando muchos de los tabúes que rodean a la depresión. Según la OMS se calcula que unos 300 millones de personas la padecen en el mundo. Pese a este incipiente destape, gran parte de las veces, la incapacidad para gestionar los avatares de la vida continúa siendo una afección silenciosa y encubierta. De hecho, muchas personas no presentan sus síntomas tradicionales y la viven de forma oculta, incluso sin ser conscientes de ello. Sin embargo, existen algunos detalles con los que podemos intuir que se ha roto el tan querido equilibrio emocional y, el perfeccionismo es uno de ellas.
Las personas perfeccionistas luchan por mantener estándares incomprensiblemente altos. Piensan que lo bueno nunca es suficiente. Como tal, están atrapados en un ciclo interminable de esfuerzo excesivo. Pero, ¿por qué surge esta búsqueda? Las personas perfeccionistas suelen tener baja autoestima, no sienten valor por ser quienes son, sino por hacer y tener. Como no se aprueban a sí mismo, buscan la aprobación de los demás”. Los perfeccionistas están atrapados en un ciclo interminable de esfuerzo excesivo.
La perfección no existe, por tanto quien la busque obtendrá sentimientos constantes de frustración, y todo ese torbellimo de emociones desagradables que se derivan de ella. Por lo tanto, si tenemos en cuenta que la depresión deriva en sentimientos de pérdida, de ira, de tristeza, de frustración que interfieren en la vida diaria, ambas pueden tener relación.
Algunos rasgos o detalles perfeccionistas que pueden esconder una depresión
1. Constante autocrítica
Que las cosas no salgan como el perfeccionista espera puede desencadenar un bucle de argumentos contra él mismo. “Cuando, por ejemplo, no obtiene un 10 en una evaluación, o es criticado por otra persona y, no acepta como válida su opinión, tiende a hundirse. Esto sucede porque ha identificado lo que hace con lo que es. Esta serie de pensamientos pueden llevarlo incluso a sentirse rechazado por los demás.
2. Incapacidad para finalizar proyectos
Para las personas perfeccionistas desconectar del trabajo es misión imposible. Esto sucede porque nunca dan las tareas como válidas. Siempre están enganchados, lo que provoca que se quemen con él. Esto puede tener como consecuencia una depresión. En estos casos es importante transformar la exigencia a la que se someten por excelencia.Hay que cambiar el “debería” que es una distorsión cognitiva, por conseguir hacer las cosas lo mejor posible, evitar las imposiciones y desempeñar el cometido fluyendo e, incluso, si se puede, disfrutando. De esta forma no se generan emociones desagradables, sino otras dirigidas al bienestar.
3. Buscar ser socialmente perfecto
Quien vive intentando ser perfecto para los demás tiene un problema doble: son personas que acaban agotadas justamente por eso. Están luchando todo el tiempo contra sí mismos, porque es imposible no cometer errores. Sumado a otras cosas, este aspecto podría desencadenar en una depresión. Este tipo de prácticas se manifiestan a diario en las redes sociales, a través de vidas a modo de escaparate que distan mucho con la realidad. Se trata de individuos que crean una quimera que ajuste el devenir a sus parámetros vitales. Tienden a mentir, les cuesta aceptar que no hacen las cosas perfectas; esto les puede llevar a discusiones y conflictos fuertes con los demás, por ejemplo con compañeros o familiares.
4. Dificultad para enfrentar problemas
Ante situaciones difíciles, el perfeccionista intenta a esquivarlas. Es frecuente que utilicen estrategias de huida, como dejar relaciones o trabajos, cuando surge una dificultad. La depresión consiste en valorar negativamente el entorno (mi vida desastrosa, mi familia que no me quiere), el futuro (va a seguir siendo así, no lo puedo cambiar) y a uno mismo; es lo que denomina la triada de la depresión. De ahí que, abandonar sea una práctica común en ellos. Aunque parezca que esta opción elimina el problema, tiende a acumularlos y acrecienta la sensación de insatisfacción y frustración.
5. Necesidad de dominar o controlar la situación
Para los perfeccionistas tenerlo todo bajo control no es sinónimo de medir tiempos y posibilidades, sino una obsesión porque las cosas se ajusten literalmente a su guion. La gente muy perfeccionista intenta planificar TODO hasta el mínimo detalle. Algo que, es por supuesto muy irreal, porque se exigen más de lo que podrían dar. Su pensamiento queda dominado por la meta y no dejan espacio para nada más. Hay personas que no hablan en un país extranjero porque tienen la creencia de que hasta que no dominen la lengua perfectamente no deben hacerlo. Esto genera una situación de aislamiento que obliga a pasar un tiempo desagradable en soledad. Junto a otros factores, podría llevar a una depresión.
6. Excesivo sentido de responsabilidad
Para quienes viven guiados por el perfeccionismo el deber, el honor y la lealtad son palabras mayores. El alto sentido de la responsabilidad hace que sean incapaces de decir que no ante propuestas de amigos, familiares y compañeros. Por eso, siempre estén ocupados y, en muchas ocasiones, sus obligaciones excedan del tiempo real para desempeñarlas. Pueden agotarse, sufrir estrés crónico y sindrome de burnout , no se cuidan a si mismos. Si la persona se halla en la antesala de una depresión o está inmerso en ella, el motivo que le lleva a cargarse de tareas es evitar afrontar situaciones desagradables.
¿Cómo se puede salir adelante?
Trabajar la forma de ver la realidad
Las personas perfeccionistas suelen moverse por ideas irracionales, pensamientos muy arraigados que hacen responder al mundo de una determinada manera, y esto genera distorsiones cognitivas. Las mostramos en el día a día. Por ejemplo, una persona que piensa en clave de todo o nada, o que las cosas se hacen así o así, cuando, en principio, existen mil maneras. Si este tipo de fórmulas dirigen la realidad, significa que las ideas irracionales tienen mucho peso en la persona. Si dirigen la vida, la adaptación al mundo no es la más sana, ni tampoco útil, y suelen enmascarar una patología.
Para superar esas ideas, lo primero es identificarlas. En segundo lugar hay que aprender a reajustar la atención y readaptar la interpretación para que resulten más saludables, razonables y acertadas. En este sentido, suele ser necesaria la búsqueda y puesta en práctica de soluciones alternativas a los problemas. Acudir a un profesional en psicología e incluso psiquiatría es una buena manera de tener una ayuda adecuada. Hacer terpia permite lograr que se avance en la problemática, eliminar el perfeccionismo insalubre y poder tener una mejor calidad de vida.