Ya sean por motivos culturales, por inercia, inexperiencia o puro desconocimiento, son muchos los conceptos de psicología que usamos mal.

La mayoría de los errores en este sentido tienen que ver con la tendencia a considerar y utilizar ciertas palabras como si fueran sinónimas, cuando en realidad no lo son. A pesar de que muchas de ellas se encuentran íntimamente relacionadas, es conveniente saber con precisión qué diferencia su significado.

  • Subconsciente – Inconsciente

Para desemparejar ambos conceptos es necesario remitirse a Freud. Aunque actualmente tienden a emplearse indistintamente, hay sutiles e importantes diferencias entre estos dos conceptos de psicología. El subconsciente es la mente emocional, la que obedece a gustos o deseos. Por ejemplo, si cambiamos de sitio una caja con ropa, nos llevará un par de días acostumbrarnos a su nueva ubicación. Esto es evidencia de que las conexiones neuronales subconscientes se van fortaleciendo con el paso del tiempo.

El inconsciente es el contenido mental que escapa de la consciencia o el que resulta difícilmente alcanzable por ésta. Es la mente más primitiva, fruto de la potenciación genética a través de años de ensayo y error. Es la que gestiona, por ejemplo, la respiración.

  • Antisocial – Tímido

Los comportamientos antisociales son aquellas acciones peligrosas o perjudiciales para la sociedad que implican normalmente daño a terceros. Estas personas sienten rechazo o tienen dificultades para vivir en sociedad. De hecho, el Trastorno Antisocial de Personalidad (TAP) es una patología psiquiátrica atribuida a aquellos que rehúyen las normas preestablecidas y la ley. Incluso pueden llegar a cometer delitos graves por impulso a sabiendas de su ilegalidad. En el otro extremo se encuentra la timidez, que no implica daño o perjuicio alguno para las demás personas. Es una sensación de inseguridad o vergüenza que siente uno mismo cuando se tiene que enfrentar a situaciones sociales nuevas.

  • Sensación – Percepción

Ambos procesos forman parte de un mismo camino que empieza en los estímulos y acaba en el cerebro. Pero, aunque suelen usarse como sinónimos, no son exactamente lo mismo. La luz del sol se recepta a través de la retina y un sonido a través de las células ciliadas del oído interno. Es decir, a la persona le llegan estímulos tanto internos como externos y los capta gracias a estos receptores. Por lo tanto, la sensación es la etapa inicial del proceso de percepción y se lleva a cabo a través de nuestros cinco sentidos. La percepción es la siguiente fase. Es el proceso psicológico y biológico a través del cual el cerebro interpreta y da sentido a la información que le llega a través de los sentidos.

  • Refuerzo negativo – Castigo

Refuerzo y castigo son dos de los conceptos más importantes de la psicología conductista. Hablamos del primero si buscamos aumentar la probabilidad de una conducta. Si, por el contrario, queremos disminuirla, debemos referirnos al castigo. El refuerzo negativo implica la retirada de un estímulo aversivo, es decir, de un objeto o una situación que resulta desagradable para la persona. Esta estrategia aumenta la probabilidad de que un comportamiento anterior se repita. Estamos ante un caso de refuerzo negativo cuando una madre levanta un castigo a su hijo para premiarle por haber estado toda la tarde estudiando. El castigo consiste en la presentación de un estímulo negativo, que disminuye la probabilidad de que una conducta se repita.

  • Envidia – Celos

La diferencia entre estos dos términos es muy sencilla y se trata de una cuestión de cantidad y tenencia. Para que exista envidia son necesarias dos personas. Además, esta emoción está asociada al “no tener”. Una persona envidiosa desea con ansias lo que otra tiene y no quiere que esta lo posea.

Los celos implican normalmente a tres o más seres e involucran “el tener”. Aparecen cuando alguien ve amenazada una relación que considera valiosa. Son una respuesta emocional de miedo a perder algo muy apreciado por nosotros.

  • Síntoma – Signo

Ambos son indicadores de psicopatología. Los síntomas son subjetivos y los signos son, en su mayoría, objetivos. Así, los primeros son enumerados y explicados por los propios pacientes desde su propia perspectiva y percepción. Ejemplos de ellos son: somnolencia, dolor, debilidad muscular o mareos.

Los signos son detectados por profesionales médicos mediante las pertinentes indagaciones psicofísicas. Algunos son: fiebre, edemas, retraso psicomotor o ictericia.

  • Sexo – Género

El sexo se refiere a las diferencias biológicas existentes en las personas y, el género se circunscribe más a las distinciones sociales. Este último, por tanto, se considera que está determinado por la naturaleza. Es decir, una persona nace con sexo masculino o femenino. En cambio, el género puede ser aprendido y, por tanto, cambiado y manipulado.

  • Delirios – Alucinación

La confusión entre estos dos conceptos de psicología puede venir determinada porque pacientes con alucinaciones auditivas (escuchar voces) pueden llegar a desarrollar delirios, como creer que otras personas quieren herirles. Pero si bien la alucinación es una experiencia perceptiva totalmente inventada por la mente, el delirio conlleva distorsionar algún estímulo externo o una realidad existente. El delirio no deja de ser una creencia más o menos elaborada que se vive con una profunda convicción a pesar de que las evidencias objetivas apuntan en otro sentido.

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