Las cifras sobre suicidio son alarmantes. Cada año, cerca de 800.000 personas se quitan la vida y muchas más tratan de hacerlo. Es la segunda causa de muerte entre la población joven y se estima que, cada 40 segundos, una persona en el mundo se suicida.

Para poder combatir este grave problema de salud pública que devasta familias enteras, necesitamos información. En la actualidad, aunque cueste creerlo, este tema se sigue considerando tabú y se encuentra rodeado de estigma. El hecho de 2ocultar” hace que quienes se plantean quitarse la vida se encuentren aún más solos ante su terrible situación. Además, el desconocimiento lleva a las personas a actuar de manera contraproducente, a pesar de su intención de ayudar.

Hay muchos tipos de dolor emocional que pueden provocar pensamientos de suicidio. Las razones de este dolor son únicas para cada uno. Al fin y al cabo, la capacidad para hacer frente al dolor difiere de persona a persona. Todos somos diferentes. Lo para algunos es una carga ligera para otros es un peso insoportable. Sin embargo, hay algunos factores comunes que pueden llevar a experimentar pensamientos suicidas. A menudo, estos pensamientos asocian a problemas que se pueden tratar, como la depresión, la ansiedad, trastornos médicos, dependencia a drogas o alcoholismo. También, pueden deberse a problemas laborales o escolares (como el bullying) dificultades financieras, problemas legales y otras dificultades de la vida que pueden crear una profunda angustia emocional. Estas situaciones también interfieren con la capacidad para resolver problemas, e impiden ver que casi siempre otras soluciones para las dificultades.

Los expertos nos señalan que es imprescindible atender el lenguaje de quienes nos envuelven. Las personas con ideas suicidas hacen uso de un lenguaje absolutista, ahí donde aparecen los siguientes términos de forma frecuente: Absolutamente, Todo, Siempre…, Nada…, Seguro que…, Nunca, Cada, Todo el mundo, Debe ser que…

Es importante poder desarmar las ideas equivocadas y los mitos existentes sobre el suicidio:

  • Hablar sobre el suicido lo hace más probable

De manera contraria a lo que muchas personas piensan, hablar con una persona sobre sus intenciones suicidas no aumenta el riesgo de que cometa tal acción. Por el contrario, puede ayudar a tomar medidas preventivas. Preguntar directamente facilita que el otro pueda compartir sus vivencias internas y se genera una catarsis que produce alivio. Al encontrar escucha, disminuye el sentimiento de soledad y aislamiento. Por lo tanto, si tenés sospechas de que alguno de tus seres queridos se encuentra en esta circunstancia, no evadas el tema.

  • Quien tiene intenciones de suicidarse no habla de ello

Esta creencia es totalmente falsa. No es cierto que quien habla de suicidio realmente no piense en llevarlo a cabo, que lo haga no es necesariamente una medida instrumental para captar nuestra atención. En realidad, de cada 10 personas que se suicidan, ocho hablan de sus intenciones. Por eso, tenemos que tomarnos en serio las comunicaciones de esta índole.

  • La persona suicida sabe que quiere morir

Lo cierto es que la mayoría de ellas se encuentran indecisas entre vivir o morir. Es frecuente que dejen indicios sobre sus planes, colocando en otros la decisión final en función de si logran salvarlos. Muchos de ellos dejan cartas o realizan otro tipo de conductas alarmantes como elaborar un testamento, vender sus pertenencias o «despedirse» de sus seres queridos.

  • Quien se intenta suicidar una vez, repetirá el intento hasta lograrlo

Esto no es cierto. Son muchos quienes, después de un intento frustrado, desean vivir. La ideación suicida no es permanente.

  • Cuando la persona empieza a mejorar, ya no hay riesgo

Paradójicamente una gran parte de los suicidios ocurren en los dos meses posteriores a «haber tocado fondo», cuando incluso parece que la persona empieza a mejorar. Esto es así porque en este momento la persona se encuentra con la energía que antes no poseía. Por eso, es muy importante mantenernos alerta en lugar de bajar la guardia.

  • Los suicidas son enfermos mentales

Es cierto que la relación entre determinados trastornos psiquiátricos y el suicidio está bien establecida. Pero muchas otras veces el suicidio se produce de forma impulsiva tras un momento de crisis. Cuando la persona se enfrenta a grandes problemas financieros, sentimentales, enfermedades graves o pérdidas de seres queridos, puede sentirse incapaz de hacer frente a la situación. Se produce un desequilibrio entre la demanda del medio y los recursos personales de afrontamiento. Ante la incapacidad percibida, el suicidio parece la única salida. Entonces, eliminemos el estigma y hagámonos conscientes de que nadie está totalmente libre de riesgo.

Conocer los mitos puede salvar vidas

El conocimiento es poder, y cuando se trata de temas tan delicados puede suponer una gran diferencia. Si el suicidio permanece en la sombra, continuará la desinformación. Traigámoslo a la luz e informémonos sobre cómo abordarlo. Acusar a la persona de chantajista o manipuladora cuando hable de suicidio empeorará la situación. El mismo efecto perjudicial lograremos si adoptamos una actitud crítica o moralizadora o si minimizamos y restamos importancia a los motivos del individuo para desear acabar con su vida. Por el contrario, preguntar directamente dará un espacio de expresión emocional. Validar sus sentimientos y escuchar con interés la hará sentir comprendida y acompañada. Recordemos que, en muchas ocasiones, la persona no desea morir, simplemente se siente incapaz de encontrar otra salida. Acompañemos y, sobre todo, busquemos ayuda profesional.

La aparición de pensamientos suicidas no es algo que debamos tomar a la ligera. No falta quien señala que a todos, en algún momento puntal, se nos ha pasado por la mente dicha salida. Sin embargo, hay algo que debemos tener claro: tanto si son efímeros o recurrentes es algo que no debe descuidarse. Estos fenómenos se correlacionan con situaciones de elevada seriedad.

Hay un hecho que tampoco debe pasarse por alto. Decir ahora mismo que la gran mayoría de la población ha tenido alguna vez una idea suicida no hace más que alimentar un falso mito y normalizar algo no permite precisamente el dejarse en segundo plano. Hay que actuar, hay que dar respuesta a esos momentos vitales donde el ser humano se siente arrinconado y presa de la indefensión. La mente en esos instantes que no hay salida y entonces, surgen determinadas ideas, malas resoluciones a problemas concretos de la vida. En estos casos debemos tener claro que nadie merece lidiar en solitario con esas cargas.

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