La salud social influye en nuestro desarrollo como seres integrales. Contemplarla, cuidarla y ejercer prácticas para potenciarla, desde la consciencia suma a nuestro desarrollo. El bienestar abarca diferentes campos, uno de ellos es la salud social. Según la OMS, la salud es el bienestar psicológico, físico y social. De ahí que la interacción con los demás sea un factor que medie en nuestro desarrollo e integración social. La salud es nuestro mayor tesoro, verla desde lo integral nos enriquece.

La salud social se trata de todo lo relacionado con nuestro mundo social, es decir, todas aquellas interacciones, hábitos, pensamientos y emociones con las que nos vinculamos con los demás. Está influenciada por la cultura, por las pautas de crianza y por nuestra personalidad, entre otros factores. La salud social de cada persona va a ser diferente porque cada ser humano es único. Entonces, algunos tendremos una salud social que nos beneficie, otros no. Para cultivarla, debemos estar en sintonía con nosotros y con los demás, así podremos ir reforzando este pilar de la salud. Por otro lado, sucede que, cuando hablamos de la salud, solemos poner énfasis en lo físico y, algunas veces, en lo mental. Lo social queda en un segundo plano, cuando no es menos importante. Nuestro bienestar se ve comprometido cuando descuidamos esta área.

Para contar con un estilo de vida saludable, es una obligación casi ir más allá de la enfermedad o el malestar. De hecho, tener en cuenta la amplitud semántica del término es lo que en última instancia nos invita a intervenir desde la prevención. Así, podríamos centrarnos en encontrarnos mejor, más allá de prevenir enfermedades. Uno de los asuntos que potencia nuestro bienestar social es la socialización. Es fundamental, entonces, que la interacción haga parte de nuestras vidas.

¿Cómo hacemos que sea de manera saludable?

  • Construir relaciones sanas.
  • Pedir ayuda.
  • Cultivar nuestras habilidades sociales.
  • Ser empáticos.
  • Practicar la compasión.
  • Saber poner límites.
  • Evitar la amabilidad excesiva.

Es necesario que vayamos aprendiendo a entablar relaciones con personas que nos nutran. En ello mediarán nuestras habilidades sociales, nuestra autoestima o nuestra inteligencia emocional. Es decir, variables del entorno, pero también personales. Precisamente las investigaciones señalan la relevancia de la socialización para nuestra salud, no solo la social.  De las interacciones sociales pueden surgir beneficios para la salud física, por ejemplo, gracias la motivación de realizar actividad física que puede surgir entre estudiantes universitarios. Además, la socialización mejora la calidad de vida, porque podemos nutrirnos de la relación con el otro, bien sea para construir caminos, o para despedirnos en algún momento de nuestro viaje y recordarlo como aprendizaje. De cada persona, podemos tomar algo que nos ayude a crecer, y brindarle algo para que lo haga. Pensar que todo lo podemos solos, nos lleva a perdernos la oportunidad de compartir con el otro. Con esto, no queremos decir, que jamás debamos estar solos, más bien, que haya espacio para todo, tanto para nosotros, como para los demás. Y, para fortalecer cada una de las áreas de nuestro bienestar.

Recordemos que la salud es un asunto con participación en diferentes planos y que depende de muchas variables. Esto propicia que podamos intervenir sobre ella desde ángulos muy distintos. En este sentido, además, es vital, que no veamos cada aspecto de la salud como algo separado, sino más bien como ámbitos dinámicos que están en constante relación. Un aspecto influencia al otro. Por ejemplo, la inteligencia emocional que tiene que ver con la salud psicológica también es esencial para el desarrollo de habilidades sociales. Además, para la salud física, aunque no sea siempre de manera directa. En suma, la salud social hace parte de lo que debemos atender, cuidar y desarrollar, si queremos contar con bienestar en nuestras vidas. Para hacerlo, podemos hacer hincapié no solo en la enfermedad, sino también en cómo prevenirla, y podríamos lograrlo si contemplamos la salud como dimensión integral y si contamos con prácticas conscientes. Eso nos brindaría una mejor calidad de vida.

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