Antes de recorrer nuestro camino, nosotros éramos el camino. El compendio de todos los valores, esfuerzos, objetivos y sueños. De modo que si hay un árbol que plantar, plantémoslo; si hay un error que enmendar, enmendémoslo y si hay un esfuerzo que hacer, esforcémonos. La voluntad es lo que aparta la piedra del camino. Si tuviésemos suficiente voluntad casi siempre tendríamos suficientes medios… Hermann Hesse, escritor, poeta, novelista y pintor alemán, decía que cuando alguien de verdad necesita algo lo encuentra, no es la casualidad quien se lo procura, sino él mismo. Su propio deseo y su propia necesidad le conducen a ello. En otras palabras, no hay cosa por difícil que sea, que la mayoría de las veces no podamos conseguir si ponemos empeño. La perseverancia es la que da valor a las cosas.

Creer es el segundo poder y querer el primero. Las montañas proverbiales que la fe mueve no son nada al lado de lo que hace la voluntad. El hombre no se da cuenta de cuánto puede hacer hasta que no lo intenta, medita y pone voluntad. A nadie le faltan fuerzas, más bien es la constancia la que escasea. Las grandes dificultades encogen su tamaño si la voluntad sale a escena. Cualquier camino será transitable donde esta prolifere. Si encomiendas a un hombre más de lo que puede hacer, lo hará. Si solamente le encomiendas lo que puede hacer, no lo hará.

Apenas estamos medios despiertos. Utilizamos tan solo una pequeña parte de los recursos físicos y psicológicos de los que disponemos e igual nos pasa con nuestra capacidad de empeño. Sabemos más sobre cómo escondernos que sobre cómo mirar hacia adelante para afrontar los problemas y buscar soluciones. Se nos olvida que tan pronto como confiemos en nosotros, descubriremos cómo disfrutar y vivir. Ser auténticos en un mundo que constantemente intenta hacer de nosotros otra persona es nuestro mayor desafío. Los caminos son un símil de nuestras decisiones. ¿Queremos acabar escondiendo bajo un alfombra nuestro sueños para conseguir una supuesta y sobrevalorada conformidad? Si es así, transitemos los caminos marcados. Si de lo contrario elegimos salirnos de ese trazado e ir campo a través, seremos nosotros mismos en un mundo creado por nuestra voluntad.

La fuerza de voluntad es el impulso para llevar a cabo nuestros deseos. Una persona con mucha fuerza de voluntad hará valer sus decisiones, incluso frente a una fuerte oposición y obstrucciones de todo tipo. Sin embargo, una persona con poca fuerza de voluntad cederá fácilmente ante la adversidad. Esta fuerza está relacionada con el deseo. Si no queremos algo demasiado, es probable que la voluntad que utilicemos para tener éxito en dicha tarea sea débil. Por otro lado, si tenemos un fuerte deseo y una gran voluntad, entonces seguramente persistamos hasta alcanzar nuestro objetivo. Como vemos, el querer no lo es todo en la vida, hace falta voluntad para transportar montañas, para seguir adelante y plantar la semilla de la autoconfianza. Las personas exitosas tienen miedo, las personas exitosas tienen dudas y las personas exitosas tienen preocupaciones. Simplemente no permiten que estos sentimientos los detengan.

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