La dependencia emocional es una adicción
De repente pruebas a una persona que produce en ti una emoción, similar a esa sustancia a esa situación en la que viviste un momento de paz en medio de una guerra y te esclavizas intentando repetirla una y otra vez sin tener en cuenta que tan solo era una señal que te estaba mostrando tu gran carencia de amor por mi mismo y por tu propia vida.
Muchas relaciones, parten del vacío interior que llevamos desde niños, de la enseñanza y el empuje que se nos da a buscar pareja como si en ello fuésemos a encontrar la solución a nuestro propio problema. Así es como, podemos decir que la dependencia emocional es un tipo de adicción más.
Debería haber un protocolo de educación emocional en las escuelas, donde se mostrase a los niños desde bien pequeños aquellas normas básicas de trato, comunicación, educación, respeto y relaciones. Así al menos, podríamos contrastar si lo que hemos aprendido en casa, viendo a nuestros padres es lo correcto y lo más importante, es lo apropiado para nuestra alma.
Elegimos a nuestros padres, y son lo mejor que hacemos antes de encarnar en este plano, de ellos provenimos y el resultado tan solo depende de como nos desarrollemos con el alimento emocional, físico, psíquico que nos aportan. Lo cierto es que, la gran mayoría de padres andan muy ocupados en sus vidas de adultos, y no toman conciencia exacta de la importancia que tiene nuestro ejemplo en su crecimiento y en sus emociones, en su pleno desarrollo.
No vemos que un tortazo , un simple tortazo está dándoles la órden de lo inadmisible como válido, o un grito a destiempo marca en el alma del niño un baremos de decibelios como indicativo para en un futuro y nos vemos tan desvalidos, creyendo tantas creencias que ni son nuestras, que proceden de vivencias tan extremadamente diferentes a las que nosotros vamos a vivir, que nos equipan con las mismas herramientas y terminamos programados para vivir las mismas experiencias.
Por ello, de adultos, muchas veces, en medio de tanta incomprensión y tantas dudas sin respuestas, buscamos la solución en otra persona, y pensamos que fuera está esa afición que nos puede hacer aportar felicidad un domingo por la mañana, o ese momento dulce lleno de besos que nos guíe pues nos sentimos realmente vacíos y desconectados de nuestro amor propio. Aceptamos relaciones y nos convertimos en personas tóxicas, repitiendo patrones, juzgando y reviviendo lo juzgado, como un bucle, anestesiados en vínculos en los cuales el porcentaje de felicidad es inferior al que podríamos aportarnos nosotros mismos si dedicásemos tiempo para conocernos, para concedernos actividades , para dignificarnos.
Somos capaces de hacer un despliegue para conquistar a otra persona, de llevarla al mejor restaurante, a la montaña más alta, de querer complacer…¿y llevarnos a nosotros mismos a esos mejores lugares? llenar nuestra nevera de queso para no necesitar buscar como adictos irrefrenables el aroma de una loncha semi- curada como nuestra vida, que más bien está a la intemperie y sin aroma. Y en esas relaciones, aceptamos malos tratos, malas palabras, gritos, celos, desconfianza, control, obsesión, obcecación, nos vendemos, nos regalamos con tal de complacer al otro para que ese otro nos complazca a nosotros .. pero eso nunca llega porque eso no es amor verdadero, amor incondicional, es dependencia. ¿No te amaron? buscarás que te amen… no te vieron y buscas ser divisado, no te valoraron y buscás que lo hagan…
Por eso es tan importante poder uno mismo amarse, respetarse, valorarse y regalarse las mejores vivencias. Asumir la responsabilidad del total porcentaje de tu ser y responder a tu alma sin olvidar a que viniste. A ser feliz.
La libertad es el bien más preciado, un momento con uno mismo, un sofá, un chocolate, una lista de canciones y un baile desenfrenado sin que nadie te vea enloquecer, un domingo en la montaña, unas amigas o amigos que te amen, un viaje que te de placer, ir a un recital, al teatro, una mañana de playa, una tarde de yoga, aficiones que te llenen, alimentos que te nutran, libros que te hagan sentir y recordar, charlas que te hagan crecer, nadie tiene para vos lo que vos mismo podés darte ¿ por qué seguir buscando todo esto afuera?
La vida es un regalo y, una vez estamos en posesión de ésta, debemos aprovecharla, disfrutarla, cometer errores, rectificarnos, gozarla, compartirla con quien de verdad nos aporte, nos haga sentir alegres y más que nada con quienes nos hagan sentir auténticos, grandes, nos haga vibrar.