Dentro del contexto social donde nos desarrollamos, independientemente de la región y la cultura, existe un sinfín de personalidades diferentes que definen a los individuos. Una de ellas son las que denominamos “frías” o “calculadoras” quienes muchas veces pueden parecer un tanto insensibles para el resto de las personas.

En nuestra sociedad se suele estigmatizar a las personas según el modo en que estas expresan sus emociones en determinadas situaciones; por ejemplo, si alguien no llora con una película que hizo llorar a los demás, o si no le parecen adorables los cachorritos, entonces se le tilda de insensible o de ser una persona fría. Por lo general, tal apelativo se aplica a personas que no exteriorizan sus emociones de un modo tan claro y directo como la mayoría de los seres humanos. Las personas frías y calculadoras pueden funcionar emocionalmente bien, y no suelen tener problemas para expresar sus sentimientos cuando es menester hacerlo. Lo que las caracteriza está en su forma de pensamiento, la cual tiende a ser más estructurada y pragmática que la de otras personas. Por ejemplo, las personas con este comportamiento suelen discriminar de manera concienzuda en qué momentos es oportuno expresar sus emociones. Esto no significa que las repriman, se trata de poseer cierto grado de control sobre lo que se está sintiendo y tener la capacidad de escoger dónde prefieren expresarlo.

Rasgos comunes en personas emocionalmente frías

  • Son metódicos: intrínsecamente existe una relación entre las personalidades frías y calculadoras y la conducta metódica. Cuando toca realizar alguna actividad, este tipo de personas necesitan hacer las cosas de manera estructurada para sentirse cómodos con el proceso.
  • Son suspicaces: a este tipo de personas se les dificulta confiar en los demás, suelen mantener una actitud de suspicacia ante la mayoría de las situaciones, lo cual es una circunstancia que deben aprender a canalizar para que no se convierta en una limitación.
  • Piensan varias veces antes de hablar: otra característica frecuente en este tipo de personas es que no hablan a la ligera, sino que evalúan concienzudamente lo que están pensando, y se aseguran de que no resultara imprudente dar su opinión en determinados momentos.
  • Preservan su integridad: por lo general, evitan verse involucradas en actividades que puedan representar riesgos innecesarios para su integridad, tanto física como psicológica.
  • Son independientes: aunque no presentan una imposibilidad marcada para relacionarse con los demás, tienden a ser personas independientes por decisión propia. Se sientes más cómodos realizando las actividades solo, porque de esa manera sienten una mayor sensación de control sobre el proceso.
  • Poseen un elevado nivel de racionalidad: se caracterizan por presentar un nivel de racionalidad relativamente alto ante las diferentes situaciones de toma de decisiones que se les puedan presentar en la vida diaria. No actúan ante el primer impulso, sino que evalúan el contexto de la situación antes de proceder. De igual manera ocurre con las relaciones interpersonales que mantienen. Esto último no lo hacen desde una perspectiva idealizada de la otra persona, sino que son conscientes de que cada uno es un ser individual con gustos e intereses que no necesariamente deben ser compartidos por los demás.
  • Las frustraciones del pasado: las experiencias pasadas pueden marcar a una persona en cuanto a su comportamiento posterior. Contrariamente a lo que se suele pensar, no todas las frustraciones son negativas, algunas sirven para dotarnos de un aprendizaje que nos hace mejores personas de cara al futuro. Las frustraciones eugénicas aparecen con todos aquellos sucesos que aunque inicialmente representan un grado de incomodidad para el sujeto, posteriormente terminan en aprendizaje y crecimiento personal. La otra cara de la moneda son las frustraciones patogénicas, las cuales no traen consigo ninguna característica positiva, sino que contrariamente dejan un trauma significativo en la vida del sujeto, este tipo de frustraciones deben tratar de evitarse en la medida de lo posible. Las personas frías tienden a aprovechar las primeras y dejan pasar las segundas.

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