El contacto físico, el tacto entre las personas produce una sincronización dentro de nuestro cerebro que actúa como analgésico del dolor físico, demostrando que si tomamos la mano de una persona que está sufriendo podría ser positivo para reducir este sufrimiento, según revela un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Johns Hopkins.

Si bien investigaciones recientes destacan el papel de la empatía del observador en el alivio del dolor, se desconoce la contribución de la interacción social a la analgesia. Empatía que comienza a activarse con las neuronas espejo y la activación de acercamiento en el núcleo accumbers, área dentro del sistema límbico. También la analgesia, y el correcto desarrollo neuronal y emocional de los bebés tiene que ver con el apego y el contacto de piel con piel, como ya hace tiempo se ha venido demostrando.

En los primeros mil minutos de vida, se establecen las conexiones neuronales entre el cerebro emocional (la amígdala) y el cerebro social (la corteza prefrontal). Si el bebé en estos primeros momentos, se siente seguro al notar el contacto de la piel con su madre, el percibir el olor, el escuchar sus latidos, el mantenimiento de la temperatura, se establecen los circuitos neuronales de la oxitocina, tanto en la madre como en el bebé. Si este contacto no se produce, se desencadena en el bebé, la secreción de cortisol, la hormona del estrés y estos circuitos se establecen con mucha más dificultad.

Antes de estos descubrimientos, a los bebés no se les tocaba. La ciencia ha evolucionado y la neuropsicología viene demostrando lo contrario respecto a este postulado. Tomarse de las manos con alguien que querés, podría generar más conexión que solo el sentimiento de piel a piel. Algunas investigaciones recientes sugieren que causa que nuestra respiración y nuestros ritmos cardíacos se sincronicen, e incluso podría ayudar a aliviar el dolor corporal.

Para probar esta investigación la plasmo en el laboratorio, utilizando 22 parejas heterosexuales, alistadas para este estudio tenían entre 23 y 32 años y habían estado juntas durante al menos un año. Mientras que sus ondas cerebrales fueron monitoreadas mediante el uso de tapas de electroencefalografía, se sometieron a una serie de escenarios. Por ejemplo les hacía realizar varios escenarios como sentarse juntos y no tocarse, sentarse en habitaciones separadas y sentarse juntos mientras tomados de la mano. Cada escena diferente se repitió mientras se aplicaba un leve dolor de calor en el brazo de la mujer.

Cuando las parejas se encontraban en la misma habitación, si se tocaban o no, los investigadores notaron cierta sincronicidad de ondas cerebrales en la banda alfa mu, una longitud de onda asociada con la atención enfocada. Esta sincronización fue más fuerte cuando la pareja estaba tomados de la mano y la mujer estaba sufriendo.
En aquellas ocasiones en que la mujer estaba sufriendo y la pareja no podía tomarse de las manos, la sincronización de ondas cerebrales disminuía. Parece que el tacto es importante para aliviar el dolor; simplemente sentarse juntos no es suficiente. Además, cuando el compañero se sintió más empático hacia el dolor de su pareja, la sincronización de la actividad cerebral aumentó y el dolor se redujo.

Si bien no está del todo claro por qué este es el caso, es posible que cuando sentimos que alguien comparte nuestro dolor, ayuda al cerebro a manejarlo mejor.

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