La relación entre el hipocampo y la autoestima no puede ser más interesante. Esta estructura cerebral tiene un vínculo directo con el sentido de identidad, con nuestros recuerdos y esa narrativa interna que uno crea en base a cómo se ve y se habla a sí mismo. En caso de que nuestra autoestima sea débil y tengamos recuerdos traumáticos, el hipocampo tendrá incluso un tamaño más reducido. Podríamos decir sin equivocarnos que en cuestión de neurología, el tamaño sí importa, sobre todo si hablamos de una estructura muy concreta: el hipocampo. El anatomista del siglo XVI, Giulio Cesare Aranzio, llamó así a esta pequeña región por encontrarle cierta semejanza al caballito de mar.

Durante casi cuatro siglos nadie fue capaz de intuir la relevancia que dicha estructura tenía sobre nuestra vida. Al principio, lo relacionaban con el sentido del olfato y no fue hasta principios del siglo XX cuando Vladímir Béjterev descubrió su íntima relación con la memoria y, sobre todo, con nuestro mundo emocional. Por otro lado, a lo largo del siglo XXI, investigadores como Tim Keller, de la Universidad de Psicología de Carnegie Mellon, en Pittsburg, han descubierto que algunas personas presentan un hipocampo mucho más grande en relación a otras. Las personas que practican algún deporte y que, además, hacen uso de un enfoque optimista y cuentan además con una autoestima firme, son también otro grupo poblacional con esta característica neurológica.

La relación entre el hipocampo y la autoestima se explica sobre todo por su vínculo con una segunda estructura: la amígdala. Esta pequeña región del sistema límbico es conocida sobre todo por evocarnos la sensación de miedo, de alarma y amenaza. De este modo, si la amígdala no está siempre activada y funciona de manera adecuada, el hipocampo lleva a cabo sus tareas con normalidad. A menudo, cuando intentamos definir la felicidad de manera sencilla, siempre recurrimos a la misma frase «felicidad es ausencia de miedo». No podemos dejar de lado lo devastadora que puede llegar a ser esta emoción para nuestra vida y también para el cerebro. La angustia, la sensación de amenaza permanente y la experiencia de sentirnos indefensos, crea una neuroquímica muy dañina que afecta, en mayor grado, al propio hipocampo.

A finales del 2018, la universidad de Renming, en China, llevó a cabo un interesante estudio para comprender la relación entre el hipocampo y la autoestima. A pesar de que ya había bibliografía al respecto de este vínculo, los investigadores querían obtener más datos. Para ello se realizaron pruebas de resonancia magnética a una amplia muestra de la población:

  • A todas las personas del estudio se les pasó en primer lugar la escala de autoestima de Rosenberg.
  • Más tarde, se midió a través de la resonancia magnética, el volumen del hipocampo.
  • De este modo pudo, efectivamente, verse dicha asociación. Las personas con alta autoestima presentaban un hipocampo con mayor conectividad y tamaño.
  • Ahora bien, este dato era más evidente si además se añadía un tercer factor: que la persona tuviera una vida activa, que realizara ejercicio físico.

Hay un circuito neuronal que presenta mayor conectividad siempre y cuando la persona ejercite unas dimensiones básicas en el día a día: Optimismo, Gratitud, Alegría, Relajación, Imagen positiva de uno mismo, Autoconfianza, Ejercicio físico.

¿Qué ocurre si presentamos una baja autoestima? Cabe decir que esta dimensión suele fluctuar bastante a lo largo del tiempo. Hay momentos en que nos sentimos más seguros, confiados, días en que nos apreciamos mucho más. Otras veces y, dependiendo de los factores que nos rodean, esa visión positiva puede debilitarse. Todo ello no afectará a nuestro hipocampo. En realidad, esta estructura solo se ve dañada cuando una persona sufre estrés postraumático y presenta una baja autoestima crónica. Este hecho es muy común por ejemplo, en personas que han sufrido malos tratos en la infancia. En dichas situaciones, esos recuerdos evocados que se integran en el hipocampo siempre tienen un cariz negativo y doloroso. Esa sensación de indefensión y de autoimagen negativa activa nuestra amígdala. Aparece nuevamente el miedo. Surge la sensación de alerta, de peligro constante. Al poco surge el cortisol en sangre, el cual puede acabar dañando al hipocampo reduciendo su tamaño.

¿Cómo potenciar la relación entre el hipocampo y la autoestima?

No basta con atender nuestra identidad, autoconcepto o autoimagen. La autoestima tiene que ver también con nuestra narración interna, es decir, con el modo en que nos hablamos a nosotros mismos. Hacerlo con compasión, afecto y respeto nos hará potenciar mucho más este músculo de nuestra personalidad. Por otro lado, hay unos aspectos que hay que tener presentes. La buena salud del hipocampo, así como de la memoria y de nuestras emociones, depende también de nuestra salud. De este modo, intentar por todos los medios mantener bajo control el estrés, nos ayudará de forma directa. Realizar alguna actividad física, establecer tiempos de descanso físico y sobre todo mental, son también dos estrategias sensacionales que practicar a diario.

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