Saber decir NO en el trabajo es una habilidad social, la cual se denomina asertividad. Encaja en el retrato de personas con una sana autoestima, lugar del que nacen la seguridad y el conocimiento para marcar límites a los demás. Por otro lado, decir por sistema que SÍ podría ser un indicador de baja autoestima o de un deseo exagerado de quedar bien con los demás.

Aprender a decir no en el trabajo, aunque eso suponga quedar fuera de un proyecto o no mostrar siempre una imagen agradable hacia nuestros compañeros o nuestros superiores, a la larga nos beneficiará: estaremos mandando a los demás el mensaje de que tenemos un criterio propio. Las personas que siempre dicen que sí son aquellas que buscan aceptación y reconocimiento por parte de sus jefes o colegas, quienes a menudo tienden a ser autoritarios con ellos. Para evitar estas situaciones, veremos algunos consejos para aprender a decir no en el trabajo.

Actualmente, vivimos en un mercado laboral con altos índices de desempleo. Un mercado que con frecuencia se enfoca solo en los resultados de los empleados, por lo que estos pueden encontrar dificultades en caso de negarse a participar en algún tipo de actividad. Este temor a decir que no hace que un compañero o un superior pueda aprovecharse de nuestra vulnerabilidad para exigirnos más funciones de las que nos corresponden. Por otro lado, y sin necesidad de que estas personas obren con mala intención, no saber decir no en el trabajo puede hacer que nos veamos obligados a colaborar en proyectos que no nos interesan o en los que no tendríamos por qué participar.

Para mejorar la asertividad que nos debe caracterizar en un entorno de trabajo, podemos seguir una serie de pautas:

1. Distinguir el problema

La inconveniencia a la hora de decir que no puede ser el producto de un problema en la comunicación, o bien estar relacionado con la desorganización en el ambiente de trabajo. Hay jefes que no consiguen diferenciar claramente entre lo importante y lo urgente, lo que hace que se cree un ritmo de trabajo más estresante.

2. Ser claros en lo que pensamos

Para saber decir no en el trabajo, será esencial expresar nuestro punto de vista sobre la situación de manera clara y concisa. Para ello, es necesario que previamente hayamos definido este punto de vista. Parece lógico, pero muchas veces cometemos este error.

3. Conocer cómo trabajamos

También, será importante conocer cómo funcionan los procesos internos de la empresa. De esta manera, si encontramos dificultades a la hora de trabajar con alguien o si invertimos demasiado tiempo en alguna tarea, es que es hora de pararnos y ver la situación con perspectiva para establecer límites. Tener presentes y al día nuestros resultados laborales también nos permitirá conocer mejor cómo trabajamos y enfrentar posibles objeciones de un superior.

4. Hablar con prudencia

Dar demasiadas explicaciones o justificaciones a la hora de negarnos a realizar un trabajo puede tomarse como una muestra de sumisión ante un jefe agresivo. En lugar de hacer esto, si creemos justo y correcto negarnos a realizar alguna actividad, lo mejor será pensar en las razones que nos dan derecho a ello y exponerlas claramente. Además, esto evitará posibles reacciones de impaciencia.

5. Pensar en nuestros propios intereses

Es habitual encontrar empleados que se centren más en qué pensarán sus superiores o en el bien de su empresa que en el suyo propio. No olvidemos que, aun dentro de una compañía o de un entorno de trabajo, somos individuos con unos intereses particulares. Por eso, es importante no relegar de manera sistemática nuestro bienestar. Eso sí, también debemos ser conscientes de que pertenecer a un ambiente de trabajo implicará realizar ciertos sacrificios por el bien del grupo. Sencillamente, tenemos que tratar de encontrar un equilibrio entre dar y demandar en el que quepan tanto los intereses de la empresa como los propios. El temor a decir no en el trabajo puede hacer que un compañero o un superior pueda aprovecharse de nuestra vulnerabilidad para exigirnos más de lo debido.

En definitiva, incluir a la asertividad en nuestras relaciones laborales hará más factible que los demás, superiores y subordinados, respeten nuestros derechos. En ocasiones, será mejor quedar mal ante un superior que «quemarnos» por hacer tareas que no nos corresponden. A la larga, esta actitud repercutirá tanto en nuestro beneficio como en el de la empresa.

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