La abundancia es la maravillosa capacidad de priorizar las grandezas interiores antes que en nuestras carencias. Es importante que incorporemos en nuestras vidas esa idea de estar deseando constantemente aquello que no poseemos y que, por el contrario, empezamos a disfrutar de otras dimensiones mucho más importantes, como es la gratitud por lo que SI tenemos. Agradecer para así ser mucho más sensibles a las oportunidades y alcanzar la prosperidad. Esta idea, en apariencia sencilla, encierra en realidad aspectos muy concretos que debemos analizar y sobre todo reflexionar.

Vivimos en una sociedad donde la acumulación de cosas y de bienes es sinónimo de triunfo. Además, ser físicamente bellos y atractivos, contar con un cuerpo esbelto y un rostro “de porcelana” es, a su vez, sinónimo de éxito social. Las preguntas que debemos hacernos son: ¿Qué nos sucede? ¿Hasta dónde hemos llegado? ¿Por qué el adolescente que no tiene el último modelo de celular, ni la mejor marca de zapatillas, se siente frustrado? ¿Por qué nos odiamos cuando nuestro cuerpo no tiene unas medidas “ideales”?  Estamos enfocando nuestra realidad de un modo equivocado. Es necesario reformular muchos de nuestros esquemas de pensamiento para permitirnos ser más libres, más sensibles a lo que de verdad importa.

Pasos para incoporar la abundancia en nuestras vidas

Gestionar nuestras necesidades por la abundancia artificial

Todos buscamos cubrir esas dimensiones que configuran los cimientos de la conocida pirámide de Maslow sobre las necesidades humanas. Aspectos como la seguridad de un hogar, los recursos con los que alimentarnos, vestirnos y desarrollarnos en nuestro ciclo vital para cuidar de nuestra salud y bienestar físico es, sin duda, algo esencial, algo prioritario. Ahora bien, en nuestras sociedades modernas hace acto de presencia un aspecto que todos conocemos: el consumismo. Vivimos una realidad donde muchas veces dejamos a un lado lo que ya tenemos para focalizar nuestro interés en lo que nos falta. Y lo que nos falta a veces no es más que una casa más amplia, un auto más moderno, la ropa que marcan las nuevas tendencias…etc. Todas estas cuestiones dan paso a un tema realmente ridículo y superficial: el triunfo o el status. Queremos lo que otros tienen para sentirnos integrados, para formar parte de esa homeostasis artificial tan común en nuestro mundo. Hay que reflexionar sobre esto y pensar si nuestras necesidades actuales son artificiales o si responden a una carencia auténtica, una falta emocional concreta y alejada de ese consumismo.

Aprender a practicar la gratitud

Una forma de dar el paso para descubrir nuestra auténtica abundancia es agradecer lo que ya tenemos. Es algo que a menudo se nos escapa, algo a lo que no le conferimos el valor que merece: tenemos que agradecer, en primer lugar, nuestra propia integridad, nuestra propia existencia. El sólo hecho de vivir y estar en este mundo es algo único y maravilloso. Cada día que tenemos por delante se abren nuevas oportunidades para ser feliz. Debemos ser capaces de darnos cuenta de las grandezas que tenemos a nuestro alrededor : la familia y los amigos, que no son otra cosa que grandes tesoros que nos brindan la auténtica abundancia cotidiana.

La abundancia está en las cosas más sencillas y elementales de esta vida

La abundancia no está en disponer de una cuenta bancaria abultada, así como tampoco en acumular amigos en nuestras redes sociales o en coleccionar ropa en nuestro placard , dinero en cajones, joyas, etc. El secreto de la felicidad se halla en saber apreciar las cosas más sencillas y elementales que surgen en nuestro día a día: un buen momento compartido con un amigo, hacer algo bien y sentirnos orgullosos de nosotros mismos, dar un paseo en soledad y disfrutar de la naturaleza…

Dejar de focalizar nuestra vida en la carencia

Sabemos que aplicar este esquema mental en nuestro día a día no es algo simple y sencillo. No lo es porque vivimos, lo querramos o no, en tiempos de carencia. El trabajo digno no abunda, las desigualdades sociales son el ingrediente común en la mayoría de capitales del mundo.Tener un hogar propio es, en muchos casos, un privilegio o una aspiración que requiere grandes sacrificios e inversiones. Nos faltan muchas cosas, lo sabemos. Puede que nuestro cuerpo no sea perfecto, que nuestro marido o mujer no sean los “ideales” y, que nuestro trabajo no nos permita demostrar nuestras aptitudes y habilidades. Sin embargo, debemos tener claro un aspecto: no podemos focalizar nuestra vida SOLO en lo que nos falta. Si lo hacemos, inundaremos nuestra realidad de una profunda insatisfacción. Debemos valorar lo que ya tenemos, ser agardecidos y mirar con fe y esperanza nuestra realidad. La misma se encuentra repleta de oportunidades y sólo las podremos ver si nos sentimos dignos, tranquilos y con una buena autoestima.

Favorecer otro tipo de conciencia orientada a la prosperidad

¿Qué entendemos por prosperidad? Prosperidad es permitir que llegue una etapa habitada por lo positivo, por la confirmación de los sueños, los anhelos y las esperanzas. La abundancia interior es, sin duda, el paso para lograrlo. Lo es porque sólo cuando nos sintamos seguros de nosotros mismos, plenos en amor propio, en respeto hacia nosotros mismos y en autoestima, moveremos los engranajes para alcanzar esta dimensiones.

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