Podemos definir la teoría de la mente como un sistema cognitivo que, a través de un soporte conceptual y unos mecanismos de inferencia, cumple la función de manejar, interpretar y predecir la conducta. De esta definición se puede deducir que la mente es lo que media entre la percepción y la acción: si logramos representar una mente de un individuo podemos inferir su conducta.

La teoría de la mente hace referencia a la capacidad de representar nuestra propia mente y la de los demás. Esto nos permite interpretar y predecir las conductas e interpretar comportamientos, a través de los estados mentales que atribuimos. Estos estados mentales pueden ser sentimientos, pensamientos, creencias, deseos, etc.  Esta es la capacidad que en psicología se aborda bajo el nombre de “teoría de la mente”. Esta teoría viene de la corriente del constructivismo, en la cual se ve al ser humano como un científico que crea teorías intuitivas de una realidad basada en conceptos. Por esto mismo,la misma parte de la base de que todas las nociones e ideas sobre la mente forman un gran sistema conceptual. Decimos que algo es un sistema conceptual cuando a la hora de definirlo, en lugar de tener una definición explícita, tenemos una red de conceptos interrelacionados que lo definen.

Hay dos aspectos fundamentales básicos para entender este sistema conceptual:

  • Su carácter interpretativo: hablamos de los conceptos que utilizamos para representar el estado mental. Sería el contenido que nos da los recursos para construir la realidad mental.
  • Su carácter inferencial: aquí entrarían todas las relaciones lógicas entre los conceptos. Estas relaciones nos llevan a poder explicar y predecir conductas futuras a través de causa-efecto.

¿Cómo hace la mente para mediar entre la percepción y la acción y que nosotros podamos inferirlo?

Entender esto es importante para comprender cómo somos capaces de, tan solo intuyendo los pensamientos de una persona, anticipar su conducta. El psicólogo Rivière, junto a sus compañeros, desarrolló una teoría causal de la ToM que buscaba explicar esto. Según esta teoría, todo empieza porque a través de la percepción generamos unas creencias acerca de la realidad. Estas creencias junto a nuestras disposiciones educativas y biológicas generarían unos deseos; deseos que a su vez modificarían nuestras creencias para favorecer su cumplimiento. Y, esta interacción entre creencias y deseos daría lugar a una serie de conductas con la finalidad de cumplir los deseos.

Este modelo tiene un déficit: es demasiado simplista para explicar la realidad de la producción de la conducta. Pero no hay que verlo desde la perspectiva científica, ya que buscamos el razonamiento que hace el cerebro, no la realidad: parece que esta es la teoría que utiliza nuestro cerebro para interpretar y anticipar la conducta propia y de los demás. Puede que le falte precisión y que eso le lleve a fallar en alguna ocasión, pero es un atajo rápido que acierta en gran medida.

La ToM no sería una capacidad con la que contaríamos desde nuestro nacimiento, más bien sería una manera de funcionar con la que la mayoría de nosotros naceríamos en potencia; es decir, con una especie de pre-instalación. Esta pre-instalación, hablando en términos informáticos, para convertirse en una instalación necesitaría de estimulación en determinados periodos sensibles de nuestro desarrollo.

La edad de aparición de la teoría de la mente -en la que la instalación se completa- se estima entre los 4-5 años, cuando los niños empiezan a resolver los test de “falsa-creencia”. Esta capacidad no aparece hasta estas edades debido a que el niño debe desarrollar antes una serie de conceptos.

El niño para poder usar la ToM debe desarrollar dos aspectos:

  • Una idea integrada de deseos-creencias: el niño debe entender que las personas rigen su conducta a través de sus propios deseos y creencias. Referido a esto tiene que aprender que las creencias pueden no ser ciertas y los deseos pueden no cumplirse.
  • Que existe una situación subjetiva frente a una realidad objetiva: el niño debe comprender que la conducta se rige por la evaluación subjetiva de la realidad. Así podrá pensar en la existencia de creencias falsas y razonar a partir de ellas.

Además, una vez desarrollada la teoría de la mente, no significa que sea un proceso pasivo del ser humano. Esta capacidad influye en el desarrollo de otras habilidades, algunas muy necesarias para las personas; entre ellas, la empatía. Cuando el niño empieza a comprender las creencias y los deseos de los demás, es cuando empieza a ponerse correctamente en la piel de los otros: aspecto esencial para un buen desarrollo de la empatía.

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