Cuando hablamos de síndromes, aclaremos en primer lugar que toda conducta empezará a ser analizada desde un punto de vista clínico en el momento en que un determinado tipo de actos o reacciones interfieran en la vida normal de la persona. Cuando la persona hace uso de sus fantasías y sueños durante horas como forma de aislarse de la realidad o para huir de un conflicto emocional o un trauma interno hasta el punto de descuidarse a sí mismo, estaríamos ya ante un comportamiento psicopatológico.

Soñar despiertos por tanto no supone problema alguno: siempre y cuando llevemos a cabo un día a día plenamente funcional. El 95% de la población lo hace. Es más, todos fantaseamos, y fantaseando ponemos en marcha infinidad de áreas cerebrales que potencian nuestra agilidad mental. Así, estructuras como la corteza prefrontal, el sistema límbico o diversas áreas corticales relacionadas con la información sensorial nos ayudan a reflexionar sobre ciertas áreas de nuestra vida, alimentar nuevos proyectos y mejorar nuestro estado anímico.

Son instantes puntuales en el día que actúan casi como un refugio momentáneo donde hallar bienestar. Sin embargo, el auténtico problema llega cuando preferimos estos rincones privados a la vida real. De hecho, es importante saber que tras el trastorno de ensoñación excesiva suelen haber otros trastornos subyacentes y asociados, como diversos traumas, trastornos obsesivo-compulsivos, conflictos subyacentes…

El trastorno por ensoñación excesiva define a un síndrome peculiar. La persona que lo padece pasa gran parte del tiempo inmersa en sus fantasías y desconectada por completo de la realidad. A pesar de que todos nosotros soñamos despiertos, hay quien lo hace en exceso; tanto que queda recluido en un universo aislado, donde descuida su alimentación, sus responsabilidades y relaciones.

El trastorno por ensoñación excesiva no aparece (aún) en el Manual diagnóstico y estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V). Se espera que aparezca en las próximas ediciones a medida que surjan más investigaciones y enfoques terapéuticos. Fue de hecho en el 2002 cuando el médico psiquiatra Eliezer Somer, de la Universidad de Haifa en Israel, habló de él para ponerle nombre y describir la sintomatología asociada.

  • Estos pacientes son soñadores; soñadores capaces de crear sus propios personajes para sumergirse en historias complejas, detalladas y muy vívidas para ellos.
  • Esas fantasías interfieren en su vida real. Cualquier estímulo cotidiano puede ser un disparador para crear una nueva historia, una nueva narrativa interna en la que sumergirse sin tener en cuenta qué están haciendo en ese instante.
  • Descuidan responsabilidades, incluyendo alimentación e higiene.
  • Tienen dificultades para dormir por la noche.
  • Cuando sueñan despiertos suelen realizar movimientos repetitivos o estereotipados, incluyendo expresiones faciales.
  • Suelen hablar o durante estas fantasías privadas, murmurar en voz baja escenificando la propia ensoñación.
  • Estas fantasías pueden durar horas pero cesarlas, tener que volver a la realidad, les confiere una alta ansiedad, similar a cualquier adicción.

¿Qué esconde el trastorno por ensoñación excesiva?

Este trastorno todavía está en fase de descripción y análisis. Sin embargo, son muchos los psiquiatras y psicólogos que tratan a estos pacientes a diario en sus consultas. Por lo tanto, este trastorno está cada vez más delimitado y la información de la que disponemos está validada por la práctica profesional. Es importante señalar esto último por una razón concreta. Algo que ha podido comprobarse es que el trastorno por ensoñación excesiva casi nunca viene solo.

Suele acompañarse por otros trastornos o problemas subyacentes:

  • Personas que han sufrido maltratos o que han experimentado otro tipo de actos traumáticos en algún momento de sus vidas.
  • Los pacientes con depresión también pueden mostrar trastornos por ensoñación excesiva.
  • El trastorno obsesivo-compulsivo también está relacionado.
  • El trastorno límite de personalidad o los trastornos asociativos son otras realidades comunes.
  • También, ha podido observarse que las personas con Trastorno del Espectro Autista también son tendentes a este tipo de situaciones.

Tratamiento

Algo que tendrá en cuenta el profesional que deba trabajar con un paciente con ensoñación excesiva es saber precisamente la causa que puede subyacer a este comportamiento. La estrategia terapéutica, por tanto, no será la misma en una persona con depresión que en alguien con conductas obsesivo-compulsivas. Ese es el desafío y ese el punto de partida a partir del cual iniciar un enfoque u otro. Asimismo, es interesante saber que el psiquiatra Eliazer Somer desarrolló una escala con la cual diagnosticar este tipo de condición clínica. El “Maladaptive Daydreaming Scale (MDS)” dispone de 14 escalas con las que poder definir este trastorno, el cual ha servido hasta el momento para diferenciarlo de otras condiciones como la esquizofrenia o la psicosis.

Por otro lado, se ha demostrado una elevada eficacia en el tratamiento de este trastorno mediante la técnica psicoterapéutica EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares). Se trata de un interesante abordaje con el que resolver las dificultades emocionales originadas por hechos traumáticos. Fue creado en 1987, por Francine Shapiro.

La psicología cognitiva-conductual también es eficaz en:

  • Conectar a la persona con la realidad.
  • Fomentar actividades regladas y el control del tiempo.
  • Identificar estímulos que generan la ensoñación.
  • Mejorar la atención.
  • Mejorar hábitos de vida saludables.
  • Fomentar intereses que integren al paciente en las dinámicas cotidianas.

La ensoñación excesiva puede ser a veces esa “droga” con que aislarnos de una realidad personal que nos duele o para la que no hallamos un sentido.

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