A veces las parejas tardan mucho en acudir a terapia porque piensan que el tiempo lo arreglará. Pero generalmente, esto no hace más que acumular tensión, frustración y resentimiento.

Son varios y diversos los motivos por los que las parejas acuden a terapia. En la mayoría de los casos esto se produce por discusiones continuas, malestar en la convivencia, rutina, falta de sexo o por infidelidades. La clave está en acudir cuando ambos miembros lo sientan y tengan además los mismos objetivos, de nada vale si uno quiere recuperar la relación y el otro romperla.

En muchos casos el problema reside en que las parejas esperan una media de entre cinco y seis años para solucionar sus conflictos, cuando la relación está ya más que desgastada. El  mejor momento para acudir a terapia es cuando empezamos a sentir que no nos entendemos con nuestra pareja, cuando tratamos de explicar algo y tenemos la impresión de que el otro no sabe lo que queremos decirle.

La terapia es mucho más eficaz si se acude cuando los conflictos no se han enquistado demasiado. El porcentaje de éxito de una terapia de pareja está en torno al 70%. Sin embargo, es mucho más alto si la pareja acude antes; como mucho, dos años después de que aparezcan los primeros problemas.

Se ha comprobado que 3 de cada 4 parejas que acuden a terapia de pareja admiten una mejoría en su relación. Las personas que acuden a terapia de pareja mejoran su estado de ánimo, además dos tercios de estas también experimentan mejoras en su salud y en su desempeño laboral. La terapia de pareja es un recurso que ayuda a identificar los problemas. Hace que los miembros de la pareja profundicen en el conocimiento propio, y de la relación misma y redescubran el valor de la otra persona.

En los problemas de pareja, los dos son parte del problema y los dos son parte de la solución. Dependiendo de la pareja en cuestión y del motivo que le hayan llevado a consulta, se utilizarán unos recursos u otros, pero toda terapia de pareja tiene el mismo objetivo, que la pareja aprenda a resolver sus conflictos, los que ya existen y los nuevos que se generen.

Lo primero que se hace en estas terapias es encontrar el verdadero problema. La mayoría de las parejas acuden a consulta porque discuten mucho, pero «detrás del ruido, hay conflictos sin resolver«. Por ende, lo primero que hay que poner sobre la mesa es el problema real por el cual la relación no funciona. Hay que trabajar el diálogo frente al monólogo. Es decir, es necesario empatizar con el otro, escucharle, saber qué le ocurre realmente e intentar entenderlo. Por eso, lo principal en terapia es enseñar a: saber escuchar, a ponerse en los zapatos del otro, aprender a comunicar lo que sentimos o nos molesta sin herir a la otra persona. El psicólogo de pareja aporta herramientas que ayudan a resolver los conflicto, evitar errores en la relación, aprender una nueva manera de comunicarse y en definitiva, reencontrarse y recomenzar una relación más satisfactoria y feliz.

La terapia de pareja puede tener una doble funcionalidad. Puede servir para aceptar y afrontar que la relación ha terminado sin que suponga ni mucho menos una derrota, pues en ocasiones la ruptura es la mejor de las soluciones. Y también, para conocernos individualmente y, sobre todo, para enseñarnos a ser mejor pareja en esta o en futuras relaciones.

Al fin y al cabo, lo que se busca con este tipo de terapia es volver al trato satisfactorio y ayudar a recuperar los refuerzos naturales asociados a la convivencia en pareja; como cuando se empieza una relación, pero con los cimientos más firmes y maduros.

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