Abrazar puede ser amor, pasión o incluso odio. Es una expresión capaz de representar un enorme abanico de emociones. Es un ritual muy importante, pero no siempre significa lo que queremos, deseamos o soñamos. En realidad, es un gesto del lenguaje no verbal que se rige por las normas culturales de las diversas sociedades. Puede ser un pequeño oasis de intimidad, un remanso de paz o incluso un gesto de falsedad o engaño.

Los psicólogos han diseñado una peculiar “clasificación de abrazos”. Se habla de la influencia del abrazo. Este gesto tiene el poder de dejar en nuestro organismo una huella profunda e indeleble. Pero, todo depende, de la intención, de la persona, de los sentimientos y emociones y por sobre todo, de cómo percibe el abrazo la persona que lo percibe.

  • Abrazos clásicos: dos personas se rodean con sus brazos con firmeza situando las cabezas una al lado de otra. En realidad, este abrazo es muy íntimo. Los pechos se juntan y las cabezas están muy cercanas. Además, suele durar dos o más segundos, por lo que el ritual tiene un encanto especial. Seguro que alguna vez abrazaste así al despedirte de alguien querido o al volver a reencontrarte con él.
  • Abrazo entre compañeros: son dos personas sin una confianza o afinidad especial. Simplemente se producen unas palmadas en la espalda por un trabajo bien hecho o por la cercanía de algún hecho concreto. No obstante, las cabezas no se juntan y los sentimientos son poco intensos.
  • Abrazo visual: cuando un abrazo tiene un contacto visual, existe un componente especial. Es sencillo, muy íntimo, con ambas personas pegadas una frente a otra. Pero el espacio que se queda entre los dos a la altura del pecho se sustituye por la cercanía de las miradas cómplices y cariñosas.
  • Abrazo lateral: es otro ejemplo de simpleza y cercanía a la vez. Se produce cuando rodeas el hombro de otra persona con un brazo. Sus significados son varios. Puede referirse a un ansia por reconfortar a la otra persona, compañerismo, simpatía y cariño, amor, ternura, calidez…
  • Abrazos asimétricos: se produce entre dos personas a diferentes alturas. En este caso, la connotación es puramente pasional y erótica. De hecho, cuando más se usa es durante un acto íntimo y sexual.

  • Abrazos distantes: se producen cuando los abrazos carecen de intensidad y se dan con los cuerpos alejados. Las cinturas están separadas y el acto se produce más por compromiso que por verdadero gusto o placer. Pueden ser parte de un protocolo o motivados por una tregua temporal tras un enfrentamiento intenso. Finalmente, podrían ser la escenificación de una cordialidad tensa e incluso una actuación que busca aparentar un cariño que en realidad no está presente.
  • Abrazos de baile: como su propio nombre indica, se dan para asociarlos a la música. Normalmente, llevan a una de las dos personas implicadas a abrazar a la otra por su nuca. Luego, los sonidos transportan a los bailarines a mundos románticos y mágicos repletos de amor, intimidad y belleza.
  • Abrazos violentos: es un abrazo de gran intensidad, pero no precisamente por la pasión amorosa, sino por pura violencia y agresividad. Suele ser muy apretado, enjuto. Incluso podría causar dolor a uno de los implicados. Suceden durante una riña o para separar a un individuo de una pelea, por ejemplo.

Es una pena que abrazar no sea siempre un símbolo de amor y cariño. Esa cercanía que se siente hacia otra persona por un contacto físico tan íntimo quizás no debiera ser nunca violenta o falsa. Sin embargo, a pesar de que así sucede en muchos casos, por suerte, la mayor parte de las veces, los abrazos simbolizan y crean un espacio de intimidad y cariño en el que nos sentimos acompañados y reconfortados.

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