¿Qué hacemos cuando la vida no transcurre por las vías que nos gustarían? Una buena opción es la de reinventarse. Además, la idea de dar este paso puede estar incentivada por una crisis -en muchas ocasiones es así-, pero realmente esta no es una condición necesaria para poner en marcha un cambio importante. De hecho, realizar cambios importantes lejos de momentos críticos nos puede ayudar a prevenir situaciones de mucha ansiedad y estrés.

Imaginemos que llevamos cinco años en una empresa en la que nos encontramos muy a gusto. A lo largo de ese tiempo no hemos hecho ningún curso ni aprendido nada nuevo. Nos hemos «acomodado» y conformado con acudir al trabajo y cobrar al final de mes. Sin embargo, llegamos un día y nos despiden. La empresa lleva tiempo generando pérdidas y hay que reducir personal. Nos encontramos, de repente, con un gran abismo delante de nosotros.

En esta situación el estrés y la ansiedad pueden aparecer con una intensidad importante. Podemos entrar en una espiral que nos arrastre tan fuerte que termine derivando en una profunda depresión. Así, porque no queda otra, llega el momento de reinventarse para sobrevivir: necesitamos que nuestras necesidades básicas (alimentación, hogar, higiene, etc.) estén cubiertas. ¿No podríamos habernos anticipado?

La zona de confort es sumamente apacible, y por lo tanto atractiva. En ella nos encontramos a salvo, hasta que un día nos despiden o nos deja nuestra pareja y aparece la necesidad de pasar a la acción buscando alternativas en las que no habíamos pensado. Esto es bastante desagradable, aunque también es una oportunidad para despertar. No obstante, salir de la zona de confort solo cuando lo demandan las circunstancias no es una buena opción. En estos momentos, a la ansiedad por la urgencia de encontrar una solución solemos sumarle aquella que emana de transitar por territorios desconocidos. De ahí, lo bueno que es actuar de manera preventiva, generando nuevas oportunidades antes de que nuestras necesidades la exijan.

Reinventarse no significa cambiar nuestra esencia. Simplemente, en lugar de formarnos en algo nuevo (algo que haríamos durante el tiempo de paro que tenemos para poder conseguir otro empleo) podemos hacer esto siempre en lugar de estancarnos. Esto nos permitirá generar alternativas, incluso, anticiparnos al cambio. La formación nos hace crecer, nos permite adquirir conocimientos que nos aportarán no solo títulos y certificaciones, sino habilidades que serán de utilidad para la empresa en la que estamos trabajando o para otras.

Adquirir nuevos conocimientos tiene su recompensa. Especializarnos o aprender algo «a mayores» -mejor que esté relacionado con lo que hacemos- nos puede llevar a un ascenso o a encontrar un trabajo con mejores condiciones. No tenemos que estar a disgusto para buscar. Podemos revisar semanalmente las nuevas ofertas de empleo que han salido o qué pisos se han puesto a la venta. Esto nos puede hacer aprovechar oportunidades y postularnos, desde la seguridad de navegar por aguas tranquilas.

Reinventarse tiene una gran ventaja y es que tendremos un plan B. A lo largo de nuestra formación, de los conocimientos que vayamos adquiriendo o de las oportunidades que logremos aprovechar nos daremos cuenta de que estamos generando alternativas a las que aferrarnos si nuestra situación actual cambia. De hecho, podemos incluso anticiparnos a ese cambio, haciéndolo nosotros primero. Asistiendo a esa entrevista en ese nuevo trabajo que nos ofrece, si bien una remuneración similar, posibilidades de desarrollar otro tipo de habilidades que nos interesan o contacto con posibles personas que nos pueden llevar a conseguir determinados objetivos.

Cuando las circunstancias mandan, podemos llegar a encontrarnos en lugares complicados con pocos recursos para salir de ellos. Por otro lado, si estamos estancados, no promocionamos dentro de la empresa y nos conformamos con el sueldo y la tediosa rutina que llevamos a cabo cada día, nada va a suceder. Es decir, si repetimos lo mismo, lo más probable es que obtengamos los mismos resultados. Por eso, anticiparnos a lo que pueda suceder es una buena política. Podemos emprender mientras trabajamos por cuenta ajena, algo que nos permitirá tener dos puntos de vista (laboralmente hablando) muy diferentes y un salvavidas si nos despiden.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *