“No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita”.

La gran mayoría de las personas asocian la abundancia con los bienes materiales, con la riqueza. Piensan que la abundancia es poseer mucho dinero, propiedades, autos, realizar viajes costosos…En resúmen : con llevar un estilo de vida glamoroso y paradisíaco (en los material, claro).

En realidad, esta creencia tan arraigada en mucha gente, es sólo llevar adelante una vida de ficción más propia de una falsa idea de felicidad, proyectada por el sistema capitalista. El sistema de “consumismo” en el que hemos basado nuestras vidas nos hace ser prisioneros del deseo, de la necesidad de poseer cosas, de estar siempre pendientes de querer más y más y nunca quedar satisfechos. De hecho, esta concepción errónea de lo que significa la “abundancia” implica que el estado de bienestar solo depende de una bancaria.

La abundancia no consiste en acumular objetos materiales, sino en nutrirse de experiencias y rodearse de bienestar y, en lograr un equilibrio y una paz interior que nos ayuden a vivir con plenitud.

No son pocos quienes piensan que cada objeto tiene un valor determinado. Y pasan horas, meses e incluso años, ahorrando para comprar eso que, supuestamente, “necesitan tener”. Trazan un objetivo material, en el que depositan su propia esperanza. Creen que poseyendo ese objeto serán más felices. Y, es así como se entra en una rueda sin final, donde detrás de una compra, le sigue otra. Si construimos toda nuestra realidad con base en las posesiones es más posible que su pérdida nos cause mayor sufrimiento. Tener apegos materiales nos convierte en esclavos de lo que creemos poseer. Y es el objeto quien acaba siendo nuestro dueño.

Si reflexionamos, no pagamos con dinero. El precio real de las cosas es el tiempo que tenemos que trabajar para conseguirlas. La moneda, el dinero, es nuestra propia vida. Ponemos toda nuestra ilusión en metas materiales, como si acumular objetos y propiedades fuera sinónimo de mayor felicidad.

Aunque pueda parecer inverosímil y poco científico, atraemos lo que llevamos dentro. Puede que esto sea un concepto difícil de explicar y, más aún, de creer, pero somos como imanes. La persona violenta siempre atrae escenas de ira, agresividad y pelea. El codicioso siempre se rodea de intereses materiales. La persona con cierto equilibrio y paz interior, desprende un halo de energía positiva que atrae esa armonía y fraternidad. Esta energía creadora contagia vitalidad, entusiasmo y potencia las virtudes de las personas que nos rodean. Como si fuera un boomerang imaginario con el que, si lanzamos bien, recibimos bien. Por lo tanto, es una opción muy inteligente estar en paz con uno mismo, evitar comportamientos dañinos y valorar lo que se tiene.

Para progresar en lo interior es imprescindible el autoconocimiento. No podemos amar lo que no conocemos. Es necesario tomar conciencia de todas las manifestaciones de nuestra personalidad en el día a día. De este modo, podremos observar detalles de errores y aciertos en nosotros mismos. Así, nos podemos autocorregir y ser mejores día tras día. La abundancia llega cuando hay un equilibrio interior, independientemente de la cantidad de dinero que tengamos. Debemos aceptar lo que somos y prosperar sin que ello se convierta en una obsesión que nos robe la vida. Porque, como se suele decir, hay gente tan pobre que solo tienen dinero.

¿En qué consiste la abundancia interior?

 La abundancia interior es:

  • Dar las gracias por la vida
  • Dar gracias por poder respirar
  • Dar gracias por tener salud
  • Dar gracias por poder para amar y vivir en plenitud
  • Es vivir el momento
  • Es sacar provecho de la adversidad
  • Es alegrarse cuando a nuestro enemigo le va bien
  • Es saber perdonar y perdonarse
  • Es tener la capacidad de hablar sin miedos y de frente, sin dar rodeos
  • Es disfrutar con lo poco o mucho que se tiene
  • Es poder aprender de todo lo que nos rodea y de todas de las personas
  • Es ayudar, consolar y contener a quien lo necesita
  • Es respestar opiniones y estilos de vida diferentes, aunque no estemos de acuerdo
  • Es saber callarse cuando se deba estar callado y hablar cuando nuestro instinto nos lo diga
  • Es mostrarnos tal como somos, fuertes o débiles
  • Es, sobre todo, CREER EN UNO MISMO.

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