Las 6 fortalezas de carácter, definidas los psicólogos Christopher Peterson y Martin Seligman en 2004, siguen siendo toda una referencia. Fueron estos dos exponentes de la psicología positiva quienes, tras una detallada y larga investigación, establecieron lo que se consideran como esas virtudes o potenciales que toda persona puede desarrollar para invertir en bienestar, sabiduría y felicidad. Son muchos los que, en cierto modo, opinan que el Manual de Fortalezas y virtudes es la antítesis misma del propio Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V). Mientras este último se focaliza en evaluar, clasificar y estudiar las enfermedades mentales, el otro busca poder detectar las fortalezas del ser humano, su potencial positivo y sus virtudes transformadoras.

No caben dudas que se trata de otro enfoque. Uno orientado más bien a inspirarnos, a generar en nosotros una revolución interna donde entender que, a pesar de las dificultades que nos rodean, en cada uno de nosotros hay recursos que podemos activar. Así, en cada persona destacarán en mayor grado unas fortalezas sobre otras. Al fin y al cabo, las fortalezas psicológicas no nos vienen de fábrica; muchas de ellas las adquirimos con nuestra educación, imitando a otras personas que nos inspiran, e incluso, por qué no, siendo conscientes de que determinadas dimensiones mejoran nuestra vida y la de los demás.

¿Cuáles son las 6 fortalezas de carácter?

¿Qué tenía de especial Albert Einstein, era la inteligencia su fuerza psicológica y su virtud? ¿Y Martin Luther King, Marie Curie o Gandhi? ¿Qué tipo de potenciales definían a estas personalidades de nuestra historia? Estas mismas preguntas son las que se plantearon Martin Seligman y Christopher Peterson cuando iniciaron su exhaustiva investigación para determinar las fortalezas psicológicas del ser humano. Así, para psicólogos y científicos de la Universidad de Harvard como Howard Gardner, este trabajo es una de las iniciativas más interesantes del siglo XXI. Por una vez, se centra en «lo más positivo del ser humano». Por otro lado, cabe destacar un aspecto: este tema no es nuevo. Tanto Aristóteles como Tomás de Aquino ya definieron en su día lo que ellos consideraron las dimensiones para el bien o las virtudes del ser humano.

1. Sabiduría y  conocimiento

Uno puede disponer de un potencial intelectual por encima de la media, sin embargo, el CI no nos hace sabios. De hecho, una de las características que definía precisamente a Albert Einstein era esta misma fortaleza: la de la sabiduría. Este concepto integra en dimensiones como la creatividad, la curiosidad infatigable, el deseo de aprender, de mantener siempre una mente abierta.

2. Coraje

Esta es una de esas 6 fortalezas de carácter imprescindibles para navegar por la vida. Nos otorga algo más que valentía, es motivación para afrontar la adversidad cotidiana, es persistencia, integridad, entusiasmo y vitalidad por superarnos.

3. Humanidad

Quien posee humanidad, crea puentes entre las personas y trae la esperanza al mundo. Esta dimensión simboliza a quien se preocupa por los demás de manera activa. Define a quien gusta de conectar con quien tiene cerca de manera auténtica; a aquel que busca interesarse por sus necesidades, por su realidad personal. Es quien sabe dar afecto, quien escucha, es amable y transforma nuestra realidad de manera silenciosa, pero persistente.

4. Justicia

Ninguna sociedad avanzada y sabia podría existir sin el sentido de la justicia. A través de ella, asumimos nuestra responsabilidad social con nosotros y los demás, defendemos lo que es noble, lo que es adecuado para el conjunto mediante la lealtad y el respeto.

5. Templanza

Es una de esas palabras que no usamos con demasiada frecuencia. Sin embargo, este término sigue siendo igual de útil y necesario. Define a quien no cae en los excesos, a las personas que saben regularse y mantener el autocontrol. Es también aplicar la calma en momentos de tormenta, saber hacer uso del perdón y no del odio, de la piedad y no de la ira.

6. Transcendencia

Ser trascendente o aplicar la trascendencia significa tener un propósito y querer aspirar a la excelencia. Es esa autorrealización donde apreciamos y nos interesamos por aspectos como la esperanza, la belleza, la coherencia, la espiritualidad… Trascender es ir más allá de lo visible, para abrazar la inmensidad del conocimiento y sentirnos libres a la vez que responsables.

Es muy posible que si nos aplicáramos las pruebas desarrolladas por Seligman y Peterson para evaluar nuestras fortalezas de carácter, puntuaríamos alto en más de alguna de estas dimensiones. Sin embargo, lo ideal sería ser hábiles en todas, ser excelentes estrategas en el arte de la justicia, la sabiduría, la valentía, la humanidad… En nuestra mano está seguir mejorando, seguir despertando estos potenciales que, al fin y al cabo, enriquecerían nuestra existencia y nuestro mundo.

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