«La mentira más común es aquella con la que una persona se engaña a sí misma. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano» – Friedrich Nietzsche –

En nuestro paso por la vida debemos enfrentarnos a diferentes tipos de engaños, tanto en lo personal como en lo profesional. Una trampa puede ser pública o privada, darse a conocer o quedar en secreto, afectar a sólo una persona o a muchas… Lo que también cambia es la manera en que reaccionamos a este tipo de mentiras. Aunque, vale decir, existen ciertos sentimientos que atañen a todos los que son engañados, como es el caso de la rabia y la impotencia.

Cuando nos damos cuenta de la realidad, o mejor dicho, de que alguien nos ha tendido una trampa, empiezan a invadirnos diversos sentimientos:

  • La rabia, la bronca: Es el primero de los sentimientos. ¿Por qué? Básicamente por el engaño, la traición, la desconfianza… “¿Cómo pude ser tan tonto para creerle?”, “Me ha mentido en la cara y no me di cuenta” son frases típicas en esta situación. La rabia no solo es hacia la persona que ha llevado a cabo el engaño, sino también hacia nosotros mismos. Claro, porque nos cuesta comprender cómo hemos podido dejarnos seducir, mentir, engañar de esa manera.
  • La culpabilidad : esto se debe a que nos han enseñado desde pequeños a pedir perdón y a sentir vergüenza de nuestras equivocaciones. No podemos permitirnos cometer errores, y mucho menos si se trata de confiar en alguien que posteriormente nos traiciona. Pensamos que somos los culpables de ese engaño, no nos es fácil perdonarnos a nosotros mismos.
  • La desconfianza: es otro de los sentimientos que se desprenden de una situación de engaño o mentira. “El que se quema con leche, ve la vaca y llora”, dice el refrán popular. No puede ser más cierto. Será un poco difícil que en lo sucesivos confiemos en esa persona en particular y también en relaciones similares. Por ejemplo, cuando somos engañados por nuestra pareja, pueden pasar años y la relación no será como antes. Si un amigo nos miente, es probable que terminemos la amistad y que luego depositemos la confianza suficiente en alguien como para que se convierta en una amistad verdadera.
  • Injusticia: Creemos por su parte que el hecho de ser engañados es injusto, que no lo merecemos, que no hemos hecho nada para soportar esa situación, etc. La injusticia también está relacionada a la rabia. Claro, porque no hay nada más injusto que un engaño predeterminado.

¿Cómo podemos gestionar los engaños?

Gestionar la rabia que genera un engaño no es simple, pero tampoco imposible. En primer lugar, es preciso aceptar que fuimos engañados. Asumirlo con sentimiento, con verdadero entendimiento y aceptación. Para poder gestionar una emoción (en este caso la rabia), es necesario identificarla y comprenderla. Sí, nos han engañado, es algo muy injusto, pero con quedarnos llenos de rabia no vamos a solucionar nada.

Se trabaja la rabia y la bronca desde el punto de vista de la injusticia. ¿Cómo? Expresándolo. Puede ser con palabras, escribiendo una carta, pintando un cuadro, gritando en lo alto de una montaña o en el medio del campo, corriendo una maratón, practicando boxeo o llorando. Mientras no elijamos la violencia y aumentar más rabia, podemos eliminar este sentimiento que nos pesa y no nos deja avanzar de la manera que nos gustaría. A su vez, existen cursos de manejo de la ira que pueden ayudar, o también sirve mucho hacer terapia con un psicólogo. Lo importante es lograr transformar esa emoción negativa fruto de los engaños en energía positiva para que nos ayude a continuar nuestro camino en esta vida.

La rabia es una muy mala consejera, nunca hay que olvidarlo. No soluciona nada, sino que empeora todo. Un ejercicio que puede ayudar es el siguiente:

  • Decir: “Siento rabia”.
  • Identificar que este sentimiento está relacionado con la injusticia que te produce la situación.
  • Decirle adiós a la rabia (usando una técnica como las indicadas antes).
  • Relajarse un poco respirando profundamente, bebiendo un té o mediante un baño de inmersión, por ejemplo.
  • Tomar una postura y una decisión para combatir esa injusticia (puede ser hablar, alejarse de la persona en cuestión o hasta tomar acciones legales).

Una vez que hayamos pasado por todos estos estadío,nos daremos cuenta que la solución es más simple de lo que creíamos. Empezaremos a sentirnos en paz con nosotros mismos, que es lo más importante. Además, seremos más precavidos la próxima vez antes de confiar en alguien.

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